La gran sala del Zana Resort donde se celebraba su apertura estaba decorada de forma muy majestuosa. Se trataba de un espacio abierto, decorado por varias columnas que imitaban el orden corintio. Entre la gente, varios camareros vestidos de forma sofisticada y, como no, de color morado, paseaban ofreciendo copas de vino. Había varias mesas grandes con distintos tipos de canapés, a cada cual de apariencia más sabrosa. La luz del sitio era amarillenta debido a la cantidad de focos que había. En mitad del sitio había una gran fuente que no dejaba de borbotear agua.
Aun del brazo de Elliot, nos introdujimos en la masa de gente elegantemente vestida que hablaba y se divertía.
—Si ves a alguien, avísame —dijo Elliot mientras ambos buscábamos con la mirada.
—Señores, ¿qué se les ofrece? —nos interceptó un camarero—. ¿Una copa de vino?
Con una sonrisa acepté una, pero Elliot no. Continuamos con la búsqueda hasta que dimos con Brodie hablando con unos hombres que no conocía.
—¿Me disculpáis? —preguntó y, amablemente, los señores asintieron. Se giró a nosotros y sonrió pícaramente—. Estaba haciendo negocios. Conocen a mi padre y me han pedido un número de contacto.
—¿Para hacer qué? —se interesó Elliot.
—Un proyecto. Espero y deseo que salga bien y mi padre me lo encargue a mí. Joder, que ya es hora. Por cierto, estáis ambos muy guapos, aunque Elliot, admitiré que la señorita Bellec es la vencedora en esta ocasión.
—Gracias Brodie. Tú también estás muy guapo —respondí.
Y era cierto, iba bastante apuesto, muy por el contrario como solía vestir. Para ser arquitecto vestía siempre muy casual, aunque no sabía si iría también así al trabajo. Escogió un traje rojo oscuro, combinando con su pelo e incipiente barba.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Elliot.
—Pues no lo sé. Lana y Zane están por aquí, los he visto pero no han tenido ni un momento para venir. Los demás ni idea, sois los primeros que veo.
—No tardarán en llegar —opiné.
Brodie asintió.
—¿Está bueno el vino, eh? —preguntó.
—Bastante, la verdad.
Hablamos por un rato hasta que Shelby llegó junto a Grace, Xavier y Harmony. ¿En qué momento mi mejor amiga se había unido tanto con la mejor amiga de Elliot? Tampoco me había hablado tanto de ella. ¿A caso me estaba suplantando?
—¡Qué guapos estamos todos! —exclamó Grace—. Hola, Josephine. Estás divina.
—Gracias, tú también estás muy guapa.
Poco después llegaron Margarite y Liam, que al parecer también estaban invitados. Aunque no tardó mucho en salir el tema de nuestra relación sentimental, Margarite no perdió ocasión en querer crear una conversación donde solo hubiera cabida para ella y Elliot. Eso me molestaba, pero tampoco quería comportarme como una celópata. Solo estaban hablando de su profesión, y mi novio estaba mientras tanto de mi mano.
Roxanne, Gregor, Amber y Timothy también acudieron a la fiesta. Al vernos, los cuatro me saludaron con alegría. Amber estaba mucho más grande de lo que recordaba.
—Qué alegría verte, guapa —me dijo—. Ya nos hemos enterado de la noticia. ¡Qué felicidad! Hacéis una pareja de escándalo.
—Quién lo hubiera imaginado —comentó Roxanne sonriente—. Me gustaría que un día de estos vinierais para cenar. ¿Qué te parece?
—Me encantaría, Roxanne.