La luna brillaba misteriosa y traicionera en su cuarto menguante, la luz blanca era tan tenue que lo único que podía diferenciar en medio de la oscuridad era la débil esfera dorada que tenía su oponente al moverse a gran velocidad.
¿Quién era? ¿Por qué la estaba atacando ferozmente? No había salida, no podía huir, el único método que le quedaba era pelear contra esa figura que se movía rápidamente lanzando enormes bolas de energía.
Ella contraatacaba de la misma manera, hasta que con esas esferas se había levantado una espesa cortina de humo en el aire, aprovechando la oportunidad que la vista de su adversario (que parecía poder ver en medio de las tinieblas) estaba obstruida por el humo se dio a la fuga.
Paró de correr, se giró para mirar a su adversario a los ojos aunque la oscuridad que la rodeaba parecía que su oponente fuera invisible.
Miraba confundida en todas direcciones, hasta que la maligna risa de una voz femenina resonó en sus oídos.
-¿Quién eres tú? ¿Qué quieres de mí? ¡Respóndeme! – le gritó ella con recelo retrocediendo unos pasos.
– Muy pronto nos veremos frente a frente… – dicho eso, desapareció.
Y con su desvanecimiento, la tenue luz del satélite natural de la tierra se fue finalmente dejando a Kalula sumirse en la oscuridad.
Sintió que sus parpados estaban cerrados con mucha fuerza hasta que en un acto de valor intenso y repentino los abrió al instante. Al abrirlos se dio cuenta de que mágicamente había vuelto a la habitación en aquella pequeña morada de la montaña, murmurando para si con un gran suspiro de alivio.
-Solo fue un sueño…
La Etherion entonces oyó unos ruiditos provenientes del piso, eran el par de traviesos que habían ido de la cama y seguían roncando, restregó entonces sus palmas contra su rostro para desperezarse, se quitó el cobertor de encima y decidió salir a dar un paseo antes de despertar a los demás.
Una vez afuera y que los rayos del sol entibiaran e iluminaran todo el pastizal, caminó en dirección a lo profundo de las montañas donde había sido su primer entrenamiento con el guerrero saiyajin, no contaba con mucho tiempo para dominar lo esencial en los combates así que para ir entrando en calor, recordó lo que su familia le había enseñado hace mucho tiempo: la flexibilidad, el equilibrio, la agresividad, la velocidad y la invensibilidad.
Comenzó con la flexibilidad, no debía dejar que su propio cuerpo fuera una jaula como se lo habían enseñado, respiró profundamente para calmarse, poco a poco se fue estirando y cuando quiso tirarse más para aterrizar con sus manos al suelo (en forma de araña) se fue de espaldas hacia atrás.
-Estoy muy oxidada, antes no me costaba nada de trabajo hacer esto… – se decía para ella misma algo desanimada mientras se levantaba.
En aquellos momentos era tan nítido el recuerdo de las tantas veces que había intentado hacer el mismo movimiento y otro más, hasta que esos recuerdos se convirtieron en una visión.
_Flash back_
Se veía el recuerdo de una pequeña Kalula de inocentes y alegres ojos azules también caía al intentar el mismo movimiento, excepto que en ese entonces, estaban con ella unos 4 niños de piel verde agua y cabello y ojos azules como los suyos: uno de ellos tenía el cabello corto y casi pegado a su cabeza en forma de piquitos usando una bufanda blanca que le daba un aire adorable, otro con el cabello corto y lacio con un brillo natural que resaltaba sus ya de por si brillantes ojos y daba una apariencia muy tierna en conjunto a su flequillo; los restantes tenían el cabello un poco mas largo que los primeros, uno lo tenia lo suficientemente largo como para que cayera en una forma picuda sobre sus orejas mientras que el ultimo ocultaba sus orejas puntiagudas por completo y su rostro también seria oculto, si no estuviera partido en dos por un lado.
-¡Jajaja! – Se rió el de cabello mas largo en tono burlón – ¡Kalula se cayó!
Una pequeña peliverde casi rompía en lagrimas mientras llamaba a uno de ellos.
– ¡Ken regáñalo, me está molestando!
Dicho eso, uno de los niños se acercó al burlón por detrás y lo sujetó para que no escapara.
-¡Dale Ken! ¡Yo lo detengo! – él alentaba, mientras le aplicaba una llave el "prisionero" protestaba.
-¡Oye Kun, no se vale! ¡Eres un tramposo! ¡Suéltame! – se quejó molesto forcejeando.
Mientras que ellos peleaban, el que tenía el cabello picudo más largo se acercaba a la pequeña para ayudarla a levantarse y limpiar sus lágrimas.
-No escuches a Koji, sabes como se pone en las mañanas – le consoló – seguro que lo lograras, solo te falta práctica.
-¿De verdad? – cuestionó la pequeña aún con lagrimas en los ojos, a lo que interrumpió el niño mas tierno de los cuatro.
-¡Tu puedes Kalula! Además, si quieres yo te ayudo, vivo cerca de tu casa – añadió con una risita para enfatizar su broma.
-¡Tonto! ¡Vivimos en la misma casa! – Le grito Koji a lo que el Kun añadió mas fuerza en su agarre – ¡Ay! ¡Esta bien, me rindo!
Una vez soltado cayó al suelo y miró hacia arriba para encarar a sus hermanos y a la niña que había hecho llorar.
– No llores, solo estaba jugando hermanita – le dijo – apuesto a que algún día harás eso y mucho mas… Tal vez incluso me hagas terminar en el suelo… ¡jajajaja!
_Fin flash back_
Que hermosos eran esos recuerdos, no pudo evitar que unas cuantas lágrimas se le escaparan de sus orbes azules pero sabía que solo recordarlos no iba a ayudarle mucho en su entrenamiento… El posible paradero y existencia de sus hermanos estaba a solo 3 días en un viaje en una nave espacial ¡No debía perder más tiempo!
-Si me vieran ahora lo débil que soy, estarían muy avergonzados de mi – dijo con una voz muy desalentadora – No voy a permitir que eso pase – dijo firmemente tomando una posición de combate – ¡Me volveré más fuerte!