Ya era un nuevo día en la montaña Paos, el viento soplaba lentamente meciéndose entre las copas más altas de los árboles en un vaivén, el sol brillaba entibiando y despertando a la montaña junto a los animales pero a pesar que era un día hermoso y soleado, para la etherion parecía gris y lleno de nubes…
Las palabras duras y frías del namekusei no le dejaron conciliar el sueño, sabía desde un principio que no le caía bien pero jamás pensó que quería que se fuera de este planeta, aunque a decir verdad su único objetivo es derrotar a Akuma y marcharse con su familia una vez que todo esto termine, no había nada que la atara o le impidiera irse de la Tierra.
Se sentía desanimada, ni siquiera tenía ganas de entrenar el día de hoy, tampoco tenía deseos de hablar con nadie… En especial con Piccolo…
Se levantó de su cama quitándose el cobertor de encima, se dirigió a abrir la ventana dejando entrar aquellos rayos solares entibiar su cuerpo y su cabello bailar con el viento
-Esta vez no te molestaré Piccolo… – pronunció con algo de tristeza mientras miraba hacia afuera, luego miró hacia cierto objeto que estaba arriba de su escritorio – Debo reunir las esferas del dragón – caminó hacia la esfera y la tomo con una de sus manos – Es lo mejor, una vez que pida mi deseo, todo esto acabará… Y de esa forma, realzaré mi vida junto a mi familia…
Durante el desayuno, Kalula mostraba una expresión algo triste en su rostro, estaba más callada de lo normal y solo se limitaba a comer hasta que uno de ellos decidió romper ese incomodo silencio en el ambiente
-¿Qué sucede Kalula? ¿No te agrada la comida que preparamos? – le preguntó Kim interrumpiéndola de sus pensamientos
-¿Ah? No, no es eso – respondió ella con una voz débil
-¿O será que estás haciendo una de esas estúpidas dietas? – Preguntó irónico el etherion de la melena de león
-Por supuesto que no – le contestó
-Entonces ¿Cuál es el problema? Has estado muy callada desde ayer – le preguntó Kunihiro dejando de ver la televisión
-Estoy bien, no me pasa nada… – replicó sin darle mucha importancia
-Escucha, si no te sientes bien tal vez sería mejor que fuéramos ver a un doctor o algo así – le sugirió
-No tengo nada muchachos, no se preocupen – les dijo con una diminuta sonrisa para calmarlos
Todos se miraban entre ellos un tanto preocupados, no era normal que actuara de esa forma y tampoco que no haya salido hacia la cascada antes de preparar el desayuno, todos a excepción de Kentaro que llevaba un buen rato callado, se limitó a terminar lo que había en su plato mientras escuchaba la conversación y observaba la actitud de su hermana.
Piccolo se encontraba meditando en su típica postura de meditación cerca de la cascada, ya no estaba enfadado pero tampoco estaba tranquilo… Algo andaba mal con él…
Honestamente, no sabía porque le había dicho esas palabras a la etherion, tampoco porque estaba tan molesto esa noche pero había sentido una gran necesidad de descargar toda esa rabia que llevaba por dentro pero fue inconscientemente.
Era algo muy extraño ya que siempre fue alguien muy centrado y de mantener sus emociones ocultas ¿Por qué en ese momento no pudo contener su enojo? ¿Tendrá algo que ver con lo que hizo Kalula? ¿O será ese extraño sentimiento llamado amor lo que lo conllevó a comportarse así? Pero… ¿Qué era el amor exactamente?
Nunca lo había experimentado y aunque fuese ese sentimiento el que estaba surgiendo en su corazón no pensaba exteriorizarlo. De todos modos sabía que ese molesto sentimiento solo le traería problemas.
El día le parecía bastante largo, aburrido y los minutos parecían eternos, de vez en cuando echaba una ojeada hacia cierta dirección de la montaña; le extrañó no ver a Kalula rondando cerca de él y en cierto modo, extrañaba su presencia.
-¿De qué me preocupo? – Se preguntó en voz alta relajando su postura – ¡Mejor que ni se aparezca!
Se había puesto a entrenar como siempre pero a pesar de eso, su mente (tal vez incluso su corazón) se encontraba perturbada, no estaba en su mejor forma; sentía una sensación rara en su pecho, sentía algo de tristeza pero no era exactamente eso… ¿Acaso podría ser… Culpa?
No era común en él sentir estos tipos de sensaciones ¡Y lo peor de todo es que lo estaba empezando a agobiar! ¡No lo dejaba tranquilo! Tenía que salir de dudas y para eso, sabía con quién debía hablar de este tema, alguien que sabía que jamás lo juzgaría así que dejó de hacer lo que hacía y voló directamente hacia la montaña Paos.
Gohan se encontraba de regreso a casa acompañado de su padre y de su hermano menor después de haber pescado un gran pez globo en el rio mientras que su madre preparaba los víveres para almorzar dentro de unas cuantas horas.
-¡Esta vez pescamos uno grande! – Decía Goku alegre mientras observaba el pescado que cargaba su hijo mayor en el hombro derecho – ¡Seguramente mamá se pondrá feliz!
-¡Vaya, sí que tienes suerte hermano! – se quejaba el niño que lleva otro pez pero más pequeño en sus manos – ¡No es justo!
-¡Jajaja! – Se ría un tanto divertido – No te pongas mal Goten, para la próxima pescaras uno grande
-¡Oigan, miren arriba! – señalo el pequeño observando que una figura familiar los observaba desde las alturas
-¡Es el Sr Piccolo! – Dijo entusiasmado el adolescente y el nameku comenzó a descender – Buenos días Sr. Piccolo, ¿Qué lo trae por aquí?
-Gohan, tengo que hablar contigo – le dijo seriamente preocupándolo.
-Claro. – él se dirigió a su familia – Papá, Goten, ustedes adelántense, yo los alcanzo luego.
-Está bien Gohan – le respondió tranquilamente el saiyajin asintiendo y cargando el pescado – vámonos Goten.
-¡Pero papá, quiero escuchar la conversación! – le replicó
-Preferiría hablar con tu hermano a solas enano – le contestó el namekusei con su tono serio de siempre.
-¡Ah, ya sé! ¡Va a preguntarle cómo puede recuperar el amor de Kalula! ¿No es así? – agregó con un tono pícaro a lo que Piccolo respondió con un gruñido