Capítulo 10
Lara estaba frente al espejo de su habitación tratando de ajustar la corbata de su uniforme pero por más que intentaba no conseguía hacerlo. Las palabras que su madre le había dicho mientras desayunaba, seguían repitiendo en su cabeza.
“Por mí, jamás te irías de mi lado. Pero si estar lejos es lo que necesitas para sonreír de nuevo, lo acepto. La decisión es tuya Lara”
Ir a vivir con su padre a otra ciudad. Estaba acostumbrada a pasar sus vacaciones y fines de semana largos en casa de su padre, incluso tenía su propia habitación, pero vivir con él de tiempo completo era algo totalmente distinto. No es que no quisiera, porque no podía negar que alguna vez lo pensó, pero ahora que la posibilidad estaba abierta y más aun, la decisión en sus manos; no sabía qué hacer. Irse con él significaba dejar todo atrás, a Jenny —que seguía molesta con ella—, la escuela, su casa, su familia, sus amigos y a… Dante.
No era tonta, ni ingenua. Sabía perfectamente que era precisamente eso lo que su padre quería por eso le había propuesto vivir con él y su madre, que al principio estaba decidida a que eso no pasara ahora parecía estar de acuerdo con que ella se alejara de Dante.
¿Eso sería lo mejor?
Ya no sabía en qué terreno estaba con respecto a él. Lo extrañaba, extrañaba hablar con él, sus abrazos y sobre todo, verlo. Suspiró pensando en lo ridícula que estaba siendo comportándose como una niña mimada, por mucho que le doliera la actitud distante que había adoptado no podía seguir comportándose de esa manera.
—Diez dólares por saber qué tanto piensa esa cabecita —se giró al oír la voz de Hans, su padrastro estaba afirmado en el marco de la puerta mirándola de forma divertida. La parte buena de la historia era que su madre y él habían arreglado sus diferencias, en un principio se sintió culpable de que estuvieran molestos el uno con el otro —aunque en realidad era su madre la que estaba molesta—, ellos discutían de vez en cuando pero no pasaban más de dos horas y ya se estaban besando y coqueteando, pero esta vez parecía mucho más serio.
—¿Crees que debería ir a la graduación de Dante? —Hans le sonrió, caminó hasta ella —en realidad dio apenas dos pasos con sus largas piernas— y tomó ambos lados de su corbata para anudarla correctamente.
—Es importante para él, además recuerdo a cierta chica siendo muy feliz cuando la invitaron.
—Mi cumpleaños era importante para mi y él lo olvidó —susurró molesta por recordar lo feliz que estaba cuando Dante le pidió estar en un día tan especial.
—Y ahora quieres vengarte.
—¡No! Es solo que… —suspiró— ¿no puedo hacerle eso, verdad?
—Si puedes —Lara se sorprendió de las palabras de Hans. Él era completamente pacífico, lo contrario a lo que las personas creían dado su estructura ósea, jamás lo había visto lastimar a alguien y mucho menos vengarse—. Puedes dejar a Dante plantado en el día más importante de su vida, siempre y cuando estés bien con eso.
Lara frunció el ceño y le sacó la lengua a su padrastro. Hans sabía que esa pequeña jamás estaría bien con lastimar a otra persona, mucho menos a Dante.
—Listo —acomodó la corbata y dejó un beso en la frente de esa pequeña sabiendo que iba a hacer lo correcto—. Solo haz lo que te diga tu corazón. Me tengo que ir que llego tarde al trabajo.
—Hey —Lara lo llamó—. Me debes diez dólares —sonrió. Hans negó divertido y le dio lo prometido sin antes pellizcar su nariz.
Se acercó a paso decidido —aunque tenía el estómago apretado por los nervios— al grupo de chicos que bromeaba en la entrada del gimnasio. Centró sus ojos en Peter, realmente lamentaba que no se hubiera tomado a bien sus palabras y se hubiera alejado, ese chico realmente le caía bien. Pero desvió la mirada hacia quien venía a buscar, fue precisamente él el primero en notar su presencia y codeó a Peter que la miró sorprendido, obviamente Jason pensaba que venía en busca de su mejor amigo.
—¿Lara? —Peter sonrió cuando estuvo frente a ellos.
—Hola —sus nervios solo aumentaron. Casi todo el equipo de básquetbol estaba ahí y todos tenían su atención centrada en ella.
—¿Quieres hablar conmigo? —le dolió un poco escuchar el tono esperanzado en la voz de Peter. No quería hacerle más daño.
—No. En realidad vine a buscar a Jason.
—¿A mi? —preguntó el aludido con extrañeza— ¿Y, por qué?