El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 18: "La última vez"

El príncipe se quedó estático, incapaz de articular un solo musculo, mantenido la vista fija en el cielo y yo ansiosa de saber lo que seguía a continuación con la historia que siempre solía contarme, era consciente de que los días pasaban con rapidez y más que sentirme una prisionera me sentía libre de todo lo que anteriormente me rodeaba.

—No sabía que sería la última vez que la vería con vida— confesó seguido de un suspiro.

Mantuve la vista clavada en él, al tanto de todas sus expresiones.

—Cuéntame…— lo animé.

Desmont solo se giró a verme por unos segundos para luego bajar la vista hacia mi mano izquierda, la cual se encontraba a un lado de donde estaba sentada.

—No puedo siquiera hablarlo— posó una mano sobre la mía haciéndome sentir una electricidad pequeña y dulce que recorrió mi cuerpo.

Estaba haciendo lo que solía hacer antes, repartirme sus recuerdos y hacerme vivir el momento. Entré en el pasado nuevamente y antes de recuperar la cordura eché un vistazo a mí alrededor, eran los aposentos del príncipe, probablemente una de las habitaciones más grandes de todas incluso al de su propia hermana, seguramente por ser el futuro heredero al trono.

No se diferenciaba en mucho, solo que esta tenia los muros con pinturas de Valiente y sus propios retratos, estatuillas en algunas esquinas, cortinas rojas que colgaban hacia los costados de aquellas ventanas donde se podían anhelar copos de nieve infinitas cayendo como un roció, era más que hermoso aquella vista y como olvidar los candelabros gigantes sobre el techo, hechos de cristal con embaces de puro oro. Esperen… no era de día, corrí hacía el balcón más cercano y lo confirmé, la noche estaba presente y era el segundo día, me di la vuelta y vi al príncipe quién mantenía la vista perdida en aquel inmenso cuadro que tenía enfrente en el que salía la familia real y él situado al lado derecho de su padre.

—Lo siento padre— musitó Desmont quién ahora mismo se quitaba la corona que tenía sobre la cabeza segundos atrás.

Lo dejó sobre una mesa y se giró para ver el reloj que tenía a un lado, hice lo mismo y fuimos testigos de cómo marcaban las 3 am, el príncipe se dirigió hacia las compuertas listo para salir en busca de una nueva vida seguramente, cuando de pronto al abrir estas dejaron ver la imagen omnipotente y espigada del mismo rey Magnus.

— ¿Piensas ir algún lado acaso?— su voz no sonó sorprendido como quiso aparentar.

Su hijo se abrió para que su padre pudiera pasar, miró a los contornos asegurándose de que todo estuviera bien.

— ¿Qué hace despierto hasta tan tarde padre?— preguntó Desmont.

El rey Magnus lo miró entre rígido y amenazador.

—Estuve limpiando un poco de los desórdenes que causaste Desmont ¿Te suena familiar algo?

El príncipe frunció el entrecejo.

—No lo entiendo…

—Todos estos malditos años dedicándole en cuerpo y alma a mi reino, a ti para poder verte seguir mis pasos, poder descansar en paz sabiendo que lo dejaría tal cuál debía ser por naturaleza, te dediqué mi tiempo a pesar de no tenerlo tan solo para enseñarte sobre tus deberes ¡Te mandé a las guerras más peligrosas! Muriendo de miedo de que te arrebataran de mis brazos por si llegabas a fallar en el camino ¿¡Porque!?— subió su tonó de voz en la última palabra— ¿Por qué osarías traicionarme? ¡Más que tu rey soy tu padre! Todo lo que quería para ti era poder y grandeza.

—Eso es lo que tu querías, nunca me preguntaste que es lo que yo quería— musitó pasmado.

Magnus torció el rostro y se plantó enfrente de su hijo.

—Porque tus opiniones no tienen importancia, solo debías seguir y conformarte para lo que naciste— hizo una pausa breve— por suerte para ti, soy un rey que piensa darte una segunda oportunidad de poder seguir con lo tuyo y olvidar todo esto ¿Lo entiendes?

Era claro que Desmont no tenía idea de cómo su padre podía estar al tanto de todo pero más que eso estaba preocupado por Vasilisa. Conocía muy bien a su padre y no era alguien en quién podía confiar.

— ¿Dónde está ella?— le tembló el labio mientras sus ojos se cristalizaban.

—Olvídate de alguien tan insignificante— soltó un suspiro y esbozó una sonrisa— la vida es solo una y los deberes también, además esto te enseñará a tomar decisiones sabias y a jamás osar traicionarme.




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