El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 16: "Así como el Sol y la Luna"

Luego de andar un buen rato por el laberinto que quedaba afuera del Castillo, me quedé enfrente de la pileta anhelándolo, de momento sentí un punzón en el vientre y al soltar un suspiro pude entrar a una dimensión pasada o algo así, no sabía lo que era hasta el momento pero estaba volviendo a tener otra alucinación, vi a Vasilisa sentada pobre aquella pileta que de pronto ya no se encontraba deteriorada, ella estaba allí sollozando, traía puesto un vestido blanco que le llegaba a la altura de sus tobillos y encima un velo transparente como túnica, una corona sobre la cabeza o más bien una tiara, los mismos rulos blancos de cabello que solía tener además de aquella piel blanca como la leche, estaba cubriéndose el rostro con ambas manos.

Podía sentir su dolor, una punzada en el corazón y a la vez un ardor.

—Vasilisa.

Me giré para ver de quién se trataba, era una mujer de aspecto adulto de cabellos rubios que la miraba con lastima mientras que Vasilisa levantaba la cabeza y dejaba ver la agonía que sentía en su rostro.

—No debería verme así madre— susurró casi arrastrando las palabras— lamento este show.

Megara le sonrió.

—No digas eso— tomó aire y se sentó a su lado— sé lo difícil que debe ser todo esto para ti.

—No lo entiendo— su hija la miró sorprendida.

—Vasilisa eres mi hija y te conozco como tal, sé que estas sufriendo porque el príncipe se casará con la princesa Gémina— parpadeó angustiada— ¿Crees que no me di cuenta de la forma en que mirabas al príncipe?

Más lágrimas aparecieron deslizándose sobre el rostro de la chica quién era incapaz de ocultar su dolor.

—Fue un error, no debí permitirme aquello— bajó la cabeza avergonzaba.

Megara levantó su barbilla para que sostuviera su mirada.

—Oh pequeña hija mía, nadie escoge de quién enamorarse, nosotros no somos quienes mandamos lamentablemente en ese sentido, es nuestro corazón quién elige por más que no fuera el indicado o siquiera prohibido— le limpió las lágrimas con ambas manos— eres hermosa Vasilisa, por dentro y por fuera.

—No soy suficiente para satisfacer los deseos del Rey Magnus.

—No pero eres joven y fuerte— Megara le sonrió— y lo superarás.

Ambas se fundieron en un abrazo suave.

Sentí una presencia detrás de mí y sabía quién era, siempre me hacía volver a la realidad por así decirlo.

—Tu dolor me atrajo— comentó Desmont— se compara con lo que sentí aquella vez que me enteré que habían matado a Vasilisa.

Me di la vuelta y lo miré, él me sostenía el flechazo tan solemnemente.

—Yo no sé porque puedo sentir lo que tu novia muerta del pasado sentía en aquellas épocas, la vi llorar tu compromiso con Gémina en esta misma pileta— le confesé.

Él frunció el entrecejo confundido, parecía no saber a lo que me refería así que dio unos pasos hacia mí y cogió mi mano, sentí su tacto helado y cerré los ojos al igual que él. Segundos después me soltó y yo pude recuperar la cordura.

—Yo… no lo sabía— me miró acongojado— te robé la visión que tuviste, también lo vi en mi mente.

¿Podía también hacer aquello?

—Realmente fue amor a primera vista— solté un suspiro— amor de los más reales y puros.

Pensé triste, ellos estaban tan unidos y destinados como si estuviera escrito en las estrellas pero eran como la luna y el sol, destinados a permanecer alejados amándose el uno al otro.

Y yo… sobraba en esta historia, tan solo una estudiante involucrada en aquel cuento.

—No eres insignificante para mi Katrina— lo escuché susurrar— es como si tuviéramos un vínculo extraño, me atraes como un imán y debe ser por algo.

—Soy como una especie de prisionera en tu mundo, pero nunca dijiste ¿Por qué? ¿Y para qué?

Quedó en mutismo y cuando pensé que él no diría nada quise marcharme pero lo oí hablar de nuevo:

—Estoy en eso…

Aun así me di la vuelta para caminar cuando de pronto apareció mirándome con aquellos ojos hermosos.




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