Capítulo 17

Sí, estar de shopping con las personas que menos imaginaba es algo irreal, pero lo mejor es que nos estamos llevando bien entre todos. Gracias a la tarjeta, he comprado ropa que necesitaba ya que la mía desapareció como los propietarios de la casa. Virginia que resultaba estar más entusiasmada de lo que imagine señalaba un vestido rojo con un corte recto que enmarcaba las curvas femeninas perfectamente, siempre y cuando encontrara a su otra mitad. 

—¿Por qué no compras este? — le brillaban los ojos de la emoción parecía un niño viendo dulces esto provocó que me riera— Oye— dijo en tono amenazante, su semblante cambio y ahora parecía otra persona. 

Me encogí de hombros poco dispuesta a decir algo 

Dereck y Rubén se fueron por ahí hace rato con una tonta excusa, pero es evidente que algo planean. Virginia entro en la tienda que tanto quería, de hecho, no nos habíamos movido por que estaba terca con el mismo vestido de la vidriería. 

No me daban las manos de las bolsas de compras, era algo molesto, porque la sensación de comprar algo nuevo era como una droga, pero duraba poco tiempo. La próxima vez voy a plantearme seriamente con quien voy a ir de compras. Antes de darme cuenta estaba dentro de esa tienda, tenía terciopelo bordó en las paredes y un olor a limón que impregnaba el aire. Alguien tomo mi mano y me arrastró hasta los cambiadores y no pude decirle que no, no cuando parecíamos haber hecho un avance en nuestra relación, donde habíamos pasado de del odio mutuo a chicas que se ven como conocidas. Las relaciones no crecen de un día para otro y menos las que inician mal. 

Bueno cuando conocí a Rubén tampoco me imaginé que seríamos los mejores amigos, de hecho, me hubiera reído a carcajadas si alguien lo sugería en ese momento. Pero a veces pasa algo que desencadena una conexión con otra persona que no sabías que podía haber. La verdad es que estábamos en la misma clase en primer año de universidad y siempre había una molestia que se sentaba a mis espaldas, ponía los pies sobre la mesa, masticaba chicle y por si fuera poco vivía con auriculares, los escuchaba a un volumen máximo supremo. No sé cómo el profesor nunca le dijo nada, pero era el típico chico que luce como uno malo, hasta yo lo creía, juzgándolo desde afuera como cualquier idiota sin saber lo malo que le estaba pasando en ese momento.  

Nos llevábamos mal, nos mirábamos con desprecio de hecho competíamos con las notas de toda la clase y él siempre me ganaba el primer lugar, por lo que me llamaba de manera cotidiana como segundona. Y de manera tonta y lenta nos fuimos acercando sin darnos cuentas, las miradas que nos dábamos empezaron a ser a modo de broma o diversión hasta que en cierta manera nos volvimos amigos después de eso, un día horrible casi a finales de primer año una tormenta se cernía sobre la universidad, habíamos ido pocos a clase, alrededor de once y entre esos estábamos nosotros. Nuestra profesora se volvió terapéutica y nos hiso escribir como veíamos a nuestro compañero de al lado, la idea era no hacer el trabajo con alguien que conocieras, pero en nuestro caso estábamos bien ya que el compañero que se sentó a mi lado ese día era él. 

Así fue un día como cualquier otro nos volvimos inseparables y todo gracias al trabajo que nos mandó a hacer la profesora. Cuando terminamos de escribir cambiamos de hojas y leímos lo que habíamos escrito del otro, antes de terminar mi hoja él me la quito suavemente y lo miré 

—Lo que ves aquí— dijo señalando la hoja donde había escrito extensamente de el— es una persona cegada por el odio y el rencor, sabes este año ha sido un asco para mí. Mi casa es la tercera guerra mundial todos los días y ¿sabes por qué?  todo para aparentar, que el matrimonio de mis padres se cae a pedazos, pero lo sostienen con pinzas, sabiendo que estas no lo soportaran me exigen que sea el hijo perfecto, ya que soy el único tengo la carga de llevar honra a mi familia, sé que todos tenemos problemas, pero lamento tirar mi odio a ti de manera de desahogo, lo siento. 

Después de haberme sentido culpable mientras oía su relato llegue a una conclusión que nos vendría bien a ambos 

—Si quieres podemos cambiar de familias —sugerí esperanzada 

Y nos reímos demasiado fuerte para una clase en silencio por lo que la profesora nos mandó a callar casi con un grito, o tal vez se oyó así por el eco sin embargo mientras los relámpagos y truenos amenazaban con destruir todo a su paso seguimos leyendo los textos de ambos y a su manera nos abrimos, aunque esta vez era distinto como si no tuviera miedo de lo que decía porque de alguna manera ahora nos entendíamos 

—¿Niña consentida? ¿enserio?, dime donde está mi copia que me está robando mis deseos— dije sarcásticamente 

—Bueno eso era lo que parecías 

—Al menos no aparento ser la malota de la case  

—Bueno al menos ...— él se detuvo y bostezo — ¿podemos dejar la pelea para otro día? 

—Las apariencias nunca son lo que creemos 

—Sí, son un asco, porque nos engañan bueno nuestro cerebro nos engaña al juzgar sin conocer. 

El asintió en acuerdo y así es como paso el resto del día un día como cualquier otro donde nos habíamos conocido más en una charla que en un año. 

Sonreí tontamente frente al espejo recordando los viejos tiempos, volviendo al presente el vestido rojo encajaba perfectamente con mi silueta lo cual no se daba mucho, no era sencillo encontrar mi talla, porque sí era delgada, pero tenía forma, curvas y una copa c. No me quejo es más estoy conforme con mi cuerpo de la misma manera que lo debería estar cualquiera aun midiendo 1,65, sé que las mujeres no nos conformamos nunca, pero deberíamos...Gracias al ejercicio reciente e intenso que comencé puedo darme cuenta de los cambios, algunas cosas que estaban bastante flojas ya no están igual, sí se mueven, pero con el tiempo sé que estarán en su lugar. El ejercicio no es de mis cosas favoritas, pero me gusta. me gusta la sensación de correr y escuchar música te hace sentir como si fueras la única persona en el mundo, es el único momento donde no escuchar el ruido es un alivio.