El Prodigio

Capítulo 24

Finalmente, cunado volvimos a la sala del cine, Virginia y Rubén estaban más centrados en nosotros que en la película. Salimos a comer a un restaurant, pero no pase por alto cuando los atrape cuchicheando entre sí varias veces dejándome afuera. Hice un sonido con la garganta al toser forzadamente para que todos me miraran. Estábamos en un restaurant familiar, de esos que sirven toda clase de platos pizza, papas, hamburguesas y muchas más delicias. Nos sentamos las chicas frente a los chicos, por decirlo así, fue idea de Virginia, pero con tener a esa persona especial frente a mí me sentía extraña pero no de manera incomoda, y me di cuenta que sonreí sola cuando él me miro de manera cariñosa mientras su mentón estaba apoyado sobre sus manos contemplándome como si fuera una obra de arte. Aparte la mirada, era intenso, algo a flor de piel, éramos tan obvios y tontos. 

Hicimos la orden y esperando la comida hubo intercambios de mensajes entre los tres, quedando afuera otra vez. ¿Enserio? ni siquiera están hablando y pareciera que se comunicaban me estresaba no saber lo que pasaba. Molesta, cruce los brazos y miraba para cualquier lugar menos a ellos, quienes no estaba dispuestos a incluirme. 

Trajeron la pizza que humeaba caliente atravesando mi estómago, una de las rebanadas que iba a tomar se me adelanto Rubén y me la quito, ya estaba molesta pero ahora me estaba frustrando, lo mire con todo el odio que pude y este se rio, seguido por los otros hasta que no aguante y reímos todos. 

Era bueno tener un fin de semana normal con amigos y esas cosas, sé que es feo cuando no lo tienes, antes de mi mejor amigo no había nadie dispuesto a hablarme casi y los amigos de mi hermana se reían de mí quien era su mascota o algo parecido. Estos momentos los voy a guardan en la cámara de la memoria para siempre, junto con los aromas y colores, las risas y el llanto. Esas cosas que no tenía idea que podía llegar a sentir o conocer gracias a estas maravillosas personas, mi primera familia fue la de sangre, pero la segunda siempre serán mis amigos, Rubén y Virginia, a quién ya considero amiga y Ian que más que amigos quiero otra cosa, seria y duradera sin importar lo que digan los demás o como nos vean, ya me he preocupado demasiado por lo que decían los demás. Ahora soy una versión mejorada de la que no permito que pisoteen, las burlas ya no me hieren. 

A veces hay algo que me dice que todo empeorará, tengo esa molesta incomodidad que por las noches me carcome la mente, intento no pensar en ello, pero cada día siento que se acerca algo terrible y oscuro. Alguien movió mi hombro fuertemente mientras volvía en sí, todos me veían preocupados. 

—¿Estás bien? Ian quien estaba muy preocupado, sus ojos lucían. 

—Parecías ida y no respondías Virginia prosiguió. 

Enterré en lo más profundo esos pensamientos oscuros y volví a la normalidad o al menos eso creía. 

—Estoy bien chicos—A su vez volvía a servirme otra rebanada de pizza, Rubén intentaba arrebatármelas, así que comencé a agarrar dos o tres y el igual mientras los otros dos dejaron de comer. Solo me concentré en ganarle en la lucha, quedaba una sola pieza, y nos mirábamos desafiándonos, mirábamos la pizza y nos miramos y así hasta que me lancé rápido con la mano mientras un vaso empapaba mi falda con agua me detuve y el ganador resulto ser él. 

Levanto ambas manos al cielo victorioso 

—Y el ganador es Rubén— No sé si mencione que es egocéntrico en varios sentidos, desde los pies a la cabeza. 

—Voy a ignorar que hablaste de ti mismo en tercera persona— dije enojada 

Él se rio a carcajadas, a este punto creo que nos van echar por el escándalo. 

—Esta enojada porque perdiste, sólo se una buena perdedora ¿o no puedes hacer eso? 

Lo ignoré, quería hacerme llegar al límite. Siempre fue así, disfrutaba haciéndome enojar  

—Ganaste, ya déjame en paz. 

Siguió hablando altivamente de sí mismo, Virginia le tiro con un par de servilletas y todos volvimos a reír. Un chico atractivo frente a mí, estaba diciendo algo a través de sus ojos que oscurecieron para después volver a la normalidad le correspondí y así nos quedamos todo transcurría igual que siempre sin embargo el tiempo se detuvo para nosotros y cuando se mordió el labio entendí en que pensaba. Pestañé varias veces consciente observé al rededor, la parejita charlaba animada sin notar lo que ocurrió recién, en cierta manera fue tranquilizante. 

Antes de que nos percatáramos el manto de la noche caía por la ventana, acordamos que nos iríamos así que fui al baño. Me acomode el cabello suelto en una coleta, a esta altura del día estaba alborotado entonces volví a la mesa, pero nadie se había preparado para irse, todo seguía igual, los examiné extrañada entonces me percate del pastel en el centro de la mesa con una vela volcán en el medio, era mi pastel favorito chocolate mocca. Rubén encendió la vela y todos comenzaron a aplaudir hasta apagaron casi todas las luces en nuestra zona por lo que se veía la vela que iluminaba feroz, las lágrimas se formaban en mis ojos. 

—Feliz cumpleaños a ti— cantaban de manera coordinada. 

La vela volcán iba bajando de intensidad, no estaba tan fuerte aproveché para soplarla, prendieron las luces y nos abrazamos los cuatro. No soporté las lágrimas y estas cayeron, estaba emocionada porque no recordaba haber tenido un día tan alegre en mí cumpleaños, estaba tan acostumbrada a que todo el mundo lo pasara por alto que también lo había olvidado... ¿entonces ya era domingo?  

Cuando nos soltamos, se acercó Ian y sin importarle nada me tomo por la cintura como esas películas románticas y nos besamos de manera apasionada. No había pasado mucho y ya extrañaba esos labios suaves. Nos apartamos al recordar donde estábamos. 

—Ian—dije como rezongo, pero él me sonrió de manera tierna y se encogió de hombros. 
 



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En el texto hay: romance, magia, ficcion

Editado: 19.07.2022

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