El profesor sustituto

Capítulo 5

A mediados de junio, el profesor Rodríguez, les pidió a sus estudiantes que repasaran algunos ejercicios de logaritmos, ecuaciones lineales y algebra. La prueba la haría a comienzos de julio, pocos días antes de que llegaran las tan esperadas vacaciones de invierno. Dentro de la sala de clases, Rodríguez estaba dándoles una clase muy aburrida sobre la historia de Aristóteles, pero quince minutos después escuchó unos golpecitos en la puerta. En silencio, miró a través de la ventana que daba hacia el pasillo y reconoció al vestuario de uno de los carabineros. Desvió su mirada hacia los estudiantes de último año y se acomodó el cuello de su camisa, con una gota de sudor recorriéndole la frente.

-¿No va a abrir la puerta, profesor? – preguntó Emilia. Lo único que recibió de él fue una mirada llena de odio, acompañada de un : Silencio, no quiero que nadie diga ni una sola palabra.

Los golpes en la puerta continuaban, pero el profesor no se atrevía a abrirles la puerta. Cansada de la situación, Carolina intentó abrir la puerta, pero el profesor la frenó antes de que tocara la manilla y le dijo que se devolviera a su puesto. Al no obtener respuesta, los funcionarios de investigación no vieron una mejor solución que entrar a la sala de clases sin la autorización del profesor. Habían recibido una llamada anónima la noche anterior y supieron que Rodríguez tenía información relevante sobre la muerte del profesor Martínez, al que estaba reemplazando hace más de tres meses.

-Necesito que me acompañe de inmediato al cuartel de Carabineros. Obedezca la orden, o si no me veré en la obligación de armar un escándalo frente a sus estudiantes. Usted no quiere eso, ¿verdad? Felipe Rodríguez se sacó sus lentes, los dobló y los guardó en el bolsillo interior de su camisa. Sintiendo a todas las miradas de los estudiantes sobre su persona, tomó su abrigo y salió, con la mirada en alto. La directora del colegio recibió el aviso de lo que estaba pasando en la sala del 4to medio A, por lo que llegó minutos después al lugar, para encargarse de que ellos continuaran con la clase sin mayores problemas.

-Directora- dijo Emilia, cuando ya habían pasado diez minutos desde que el profesor Rodríguez saliera de la sala de clases- ¿a qué hora volverá el profesor?

-No tengo ni la menor idea, señorita López. Ahora por favor, continúen resolviendo sus ejercicios. Ya va quedando menos tiempo para la prueba de síntesis. Cuando terminó la clase de matemáticas, el director se veía muy nervioso, incluso más nervioso de lo habitual. ¿Por qué no dejaba de ver su teléfono ni de hacer sonar los dedos sobre la mesa del profesor?

Más tarde, el timbre de salida sonó, como siempre, a las 13:15. -Ya son libres, chicos. Los espero mañana. No se olviden de traer sus libros de estudio- les dijo el director, levantándose de su escritorio. Del profesor nunca recibió mayores noticias, salvo un mensaje de texto mientras los estudiantes salían de la sala. Emilia y sus amigos decidieron quedarse unos minutos más, para saber qué era lo que estaba pasando.

Un leve grito de horror salió de la boca de la directora, apenas terminó de leer el mensaje a través del teléfono.

-¿Todo en orden, directora? – preguntó Diego.

La señora vestida con una camisa roja, pantalones negros y tacos del mismo color, no se había dado cuenta de que ellos estaban mirándola. Levantó la mirada y les aseguró que todo estaba bien. Luego, se disculpó con ellos, ya que tenía que salir en ese mismo instante. Al parecer, había tenido una emergencia de último minuto. ¿Acaso tenía que ver con el profesor Rodríguez?

-Antes de salir, no se olviden de cerrar la puerta, chicos. Hasta mañana. Los pasos de la directora a través del pasillo exterior les indicaron que estaban en el momento justo para conversar sobre el caso de Eduardo Martínez. Se reunieron al medio de la sala, donde nadie podría interrumpirlos ni escuchar su conversación. Quien primero habló fue Emilia, que hace días tenía fuertes sospechas de Rodríguez; creía que no era inocente en el crimen, pero lo que no sabía era qué grado de culpabilidad tenía en su muerte. ¿Había actuado como un asesino?, ¿fue testigo directo de cuando asesinaban al profesor? Estas hipótesis las habían comenzado a desarrollar desde que se dieron cuenta que la policía iba varios días a la semana a la escuela para entrevistar al profesor Rodríguez, y cada vez que recibía un aviso del director para que conversaran dentro de su oficina, se ponía nervioso y se sobaba las manos con frecuencia.

-¿Qué tenemos que hacer ahora? – preguntó Carolina,  quien había cambiado de parecer después de darse cuenta de que el profesor Rodríguez no era una santa paloma. Sus amigos permanecieron callados, por más de cinco minutos. De pronto, Emilia rompió el silencio, diciendo:

-Tenemos que investigar al profesor Rodríguez, comprobar todo su historial académico, cuál es su relación con el profesor Martínez y lo más importante, qué estaba haciendo la noche del crimen.

-¿Por qué estás tan obsesionada con la muerte del profesor? – le preguntó Diego.

-Porque le tenía mucho cariño, chicos. Y siento que teníamos una conexión particular.

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: misterio, asesinato, venganza

Editado: 14.06.2020

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