Y el día llegó. Me levanté muy temprano, ya que no pude dormir por imaginar mil escenarios sobre mi encuentro con Amelia y porque quedé con hambre. Después de saltar por dos horas fuimos a cenar pizza, y, pues, enfrente de Pietro no pude comer como hubiera querido. A las cinco de la mañana estaba en la cocina preparándome el desayuno. Aunque siempre tuve quien hiciera las labores domésticas por mí, me gustaba cocinar y lo hacía cada vez que podía. Preparé waffles y panqueques, freí tocino y algunas salchichas, hice una mezcla de miel con zumo de limón peruano que me gustó cuando la probé días atrás en una ensalada de frutas que aderezaron con esos dos ingredientes. Piqué algunos frutos rojos y, por último, tomé el manjar blanco. Tenía tanta hambre que preparé comida para un batallón -debo recordar no cocinar con hambre la próxima vez.
Comenzaba a comer cuando Kiram y Elrond entraron al comedor. Se habían levantado temprano por el olor que les llegó, y les invité a desayunar. Kiram se dio cuenta que no había nada para beber, así que junto a Elrond fueron a la cocina, exprimieron unas naranjas, licuaron algo de piña, y ya teníamos jugo recién hecho. Marianne y Marion aparecieron ya listas para iniciar la jornada recibiendo a los proveedores que contrataron para la cena. Aunque las invité a sentarse, no podían por lo ocupadas que estaban, así que solo tomaron un vaso de jugo y algo de salchicha y panqueque que juntaron como si fuera un sándwich. Ravi bajaba con Lena y Ania, listas para la escuela. A los tres les gustó que preparara el desayuno, y lo agradecieron. Cassie y Haldir aparecieron al lado de mis padres. Mamá me abrazó y me dio un beso tierno en la frente, creo que me sonrojé al darme cuenta que era su manera de agradecer, no por el desayuno, sino porque volvía a ser yo.
Si en algún momento creí que no había nadie más nervioso que yo por lo que significaba la cena, estaba muy equivocado. A pocas horas del gran evento de mi vida, las ansias ganaron a Marianne e hizo que cometiera errores. Olvidó especificar al proveedor del menaje que los cubiertos no fueran de plata, y cuando Marion quiso verificar la calidad y diseño del labrado al tomar una cuchara, se quemó la mano, ya que no pudo soltarla de inmediato al estar presente el proveedor que era un humano. Más tarde llamaron de la escuela de Ania y Lena indicando que las niñas llevaban una hora esperando que las recojan. Los viernes Ravi era quien recogía a sus hijas y almorzaba con ellas fuera de casa -era una bonita costumbre que mi cuñado tenía con sus hijos, claro que, tras su ingreso a la universidad, Kiram se unía a ellos cuando su horario y responsabilidades se lo permitían-, pero como estaba preparando la pócima para bañar los cubiertos de plata para no dañar a los licántropos, le pidió a Marianne que coordine con Mario para que vaya por las niñas. Ella olvidó ese detalle y envió a Mario al aeropuerto. Al final Kiram pudo ir por sus hermanas de paso que regresaba a casa de la universidad. Luego me enteré que para no olvidarse de algo más le dio a Ravi la tarea de entregarme, y hacer que use, los gemelos y anillo que hacían juego con la joyería que Amelia luciría esa noche.
A mediodía, el salón ya estaba completamente decorado y listo. El catering llegaría por la tarde para terminar con los últimos detalles y enseñar a la cocinera de la mansión a servir los platillos para la cena, ya que no permitíamos que ajenos a la manada participen en nuestras reuniones. Marianne me entregó el traje que vestiría. Mario acababa de llegar del aeropuerto, a donde fue para recoger una maleta que Karl Müller envió con el traje de papá, los de mis cuñados, el de Elrond y el mío -Kiram no participaría de la cena, estaba en tiempo de parciales y había quedado con unos amigos en hacer una amanecida de estudio-. Era una noche especial, así que debíamos lucir bien, y Karl era el mejor diseñador de ropa masculina.
Mi traje tenía un diseño muy juvenil. No llevaba pajarita o corbata, la camisa era blanca con cuello nerú y el saco era de dos botones. Era de un tono de azul muy oscuro y lo acompañaba con zapatos de charol negro. Comencé a preguntarme si Amelia estaría haciendo lo mismo que yo, preparándose para la noche. «Tranquilo, ya falta poco para que la conozcas, solo mantén el control, no hay que asustarla». Tomé un baño con agua temperada para relajarme, luego cepillé y sequé mi cabello. Al salir hacia el dormitorio, noté que su diseño era muy sencillo. «No quise añadir algún color o detalle a la habitación para que luego Amelia ponga su toque», recordé lo que Marianne me dijo, y si tenía suerte, muy pronto seria “nuestra habitación”. Me vestí y elegí un reloj. Solo faltaba peinar mi cabello y ponerme el saco. Ravi y Haldir llamaron a la puerta. Mis hermanas les pidieron que me ayuden a estar listo. Marianne sabía de mis verdaderas intenciones, pero Marion creía que huiría, así que ahí tenía a mis dos cuñados.
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hombre lobo alpha y luna, huerfana hija de la divinidad, sobrenaturales entre los humanos
Editado: 01.01.2024