—Pareces diferente esta mañana, querida.
—¿Yo?
—Sí, —le afirmó su marido desde la cama, mientras ella caminaba hacia su tocador, para cepillar su largo cabello negro con el azabache y sedoso, del que Kamal quedó prendado desde el momento en que la vio. —Más bien radiante que otras veces. Bastante más...
—Contenta de tenerte en casa, —interrumpió ella.
—Resplandeciente, —añadió el, sosteniéndole la mirada.
Los labios de Arudhita se curvaron en una sonrisa.
Habían pasado tres días, tres eternos días añorándolo. Imaginándolo en los brazos de Kamal cada noche cuando le hacia el amor, algo escueto y sin la pasión que Bradma despertaba en ella con una simple acaricia.
—Voy a llegar tarde—dijo ella, pero antes de que pudiera seguir adelante, Kamal se inclinó hacia ella. Arudhta jadeó ante la sorpresa. Kamal puso una mano sobre su muslo desnudo, dibujando círculos con un dedo sobre la piel suave, insinuándole que volviera con él a la cama, una vez más.
—Voy a bajar tarde, Kamal— volvió a decir.
Arudhita sonrió y lo miró a través del antiguo espejo dorado sobre su tocador y luego miró brevemente hacia la ventana. Aquella mañana el cielo volvía a estar cubierto de nubes de tormenta, la época del monzón siempre traía fuertes lluvias, aunque el viento no llevaba el perfume de la lluvia inminente. Era un día tibio y bochornoso.
Volvió a mirarlo a través del espejo y lo recompensó con una lasciva sonrisa.
Dejó su silla y se sentó en el borde de la cama, Kamal se recostó y ella acaricio su pecho cubierto de sedoso bello. Besó el costado del pecho donde estaba su corazón, cerrando los ojos y recordando a Bradma, gesto que solía hacer en las noches que habían pasado juntos.
—Debo irme, Kamal. Hay muchas cosas por hacer. —dijo ella levantando la mirada hacia él.
—Entonces deja que lo hagan los sirvientes. Te quiero aquí... conmigo en mis brazos. Te extrañé cuando estaba fuera. Intentaré no viajar tan seguido—dijo levantando sus brazos y haciendo que sus generosos pechos descansaran sobre su fornido pecho.
Una vez que estuvo encima de él, Kamal abrazó sus curvas, subiendo lentamente, disfrutando de cada centímetro de su cuerpo, con sus manos y con suavidad apretó su trasero redondo. La deseaba tanto que ella podía sentir su erección, presionando con fuerza su estómago.
Tan pronto como comencemos, pronto se acabará—se dijo, sabía que él no la dejaría ir tan fácilmente, sin tener sexo primero. Por lo que decidió cerrar los ojos he imaginar que él era Bradma, los brazos de su amante.
***
—Olvidé decirte que hoy asistiré a un funeral. —Dijo Kamal, sentado a su lado, dos horas después, frente a su tardío desayuno.
—¿Puedo preguntar quién es el desafortunado? —añadió ella, bebiendo un poco de zumo de mango fresco.
—El señor Talbot, el asociado Ingles que utilizábamos bastante a menudo para algunos trámites burocráticos. Su nieto se hará cargo de la oficina en Mumbai. Estaré fuera todo el día, pero volveré antes de medianoche.
—Bueno, nosotros como familia ejemplar y respetuosa cumplimos siempre con nuestro deber con quienes nos sirvieron bien.
—Sí, definitivamente debo estar allí. El servicio se llevará a cabo en su casa, no lejos de la Bahía de Ansa. Estará abierto a aquellos que lo conocían bien a la familia, también algunos clientes se acercarán a presentar sus respetos en etapas; pescadores. agricultores, comerciantes. Hoy es para amigos y familiares más cercanos....
Arudhita lo miraba y mordía su chappatii... sin prestar atención a una sola palabra que salía de su boca. Ella solo pensaba en la oportunidad que eso le daba… En como pasar unas horas en los brazos de Bradma.
Después del desayuno y siguiendo la partida de Kamal, Arundhita abrió el camino junto a él, llevando una ofrenda de lirios blancos. Algo bastante tradicional en la cultura británica. Su marido al lado de ella, luciendo nada más que su elegante apariencia, que parecía aún más realzada con sus prendas oscuras.
***
Cuando Arudhita llegó al área lateral donde vivía Bradma, la tensión desapareció de su rostro. ¿Como había sobrevivido sin él por días? Se dijo.
Lo encontró solo, no había sirvientes en los alrededores.
Bradma estaba acostado sobre un Charpai, su cabello aún estaba mojado y llevaba un churidar blanco como indumentaria. Tenía los ojos cerrados y expresión relajada. Un Dios para ella, pensó. Necesita besar sus labios. Necesitaba sentir su tacto en ella…
Lentamente y asegurándose de que nadie pudiera verla a esas horas del mediodía, Arudhita entró en la sala. Las sombras del interior la recibieron con una cálida brisa.
—Bradma, —susurró ella cubriéndolo con su sombra. —Despierta, amor mío, soy yo, —dijo inclinándose y dejando un beso en su frente.
Bradma abrió los ojos, sorprendido de verla allí y un poco preocupado por el riesgo que podría correr si su hermano estuviera en la casa.
—¡Arudhita! Tú, ¿qué haces aquí?! —preguntó, apoyándose en sus hombros, e incrédulo al verla allí.
—¿No me digas por favor que no estás feliz de verme aquí? —dijo ella, pasando un dedo por su cabello. —Te extrañé mucho.
—Ven aquí, mujer tonta, —dijo tomándola de sus caderas y haciéndola recostar encima de él. —Estaba soñando con lo que me encantaría hacer si estuvieras aquí. Como ahora. Yo también te extrañé. Pero preferí no dejarme ver mucho por la casa. Lo último que quiero es meterte en problemas con Kamal. —Dijo tocando los lindos aretes de campanillas. No pudo evitar admirar su atuendo. Ella se veía increíble. Embriagadoramente deseable como siempre pero hoy, más sensual, o tal vez era la sensación de no tenerla durante días.
Arudhita le sonrió enamorada. Su Legenda era nuevo. Se había vestido para esta visita. Solo para él. No había dejado detalle. Se había esforzado por lucir mejor que nunca para él. Su blusa choli se ajustaba a sus generosos pechos. La falda Lehenga jugueteaba alrededor de sus tobillos, con un diseño de pavos reales de colores vibrantes. Y el Dupatta lo llevaba atado a su cabello con hebillas de colores, cayendo desde sus hombros hasta la mitad del muslo.
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Editado: 25.08.2024