El Quinto Elemento (elements 2)

Capítulo 15 “Imperfectamente perfecto”

Al llegar a mi habitación, me lanzo en la cama. Cruzo las manos bajo mi cabeza y doy un largo suspiro. Calmar a Karen fue más difícil de lo que pensé.

–¿Día duro? –pregunta Ginger al subirse en mi pecho.

–No te imaginas cuánto –contesto con un hilo de voz.

–¿Cómo sigues de los dolores de cabeza? –pregunta Tony al lado de mi cabeza.

–Mejor. –Toco el colgante con la punta de mis dedos–. Esto me ayudó un poco.

–Sigo diciendo que no es normal –recalca Ginger–.  Y tú sabes de lo que estoy hablando.

–Debe ser el café. Mañana hago otro pedido. Seguramente solo es… –Los  golpes a la puerta interrumpen la conversación–. Adelante. –Unos ojos negros me miran divertidos haciéndome olvidar cualquier malestar–. Hola. Puedes pasar.

–Te estuve buscando. –Al llegar a mí, besa mi frente y se sienta a mi lado–. ¿Por dónde andabas?

–Estuve un rato en el invernadero y después pasé por el laboratorio de Isaac.

–¿Algún adelanto?

–Ni te imaginas cuánto. En la sangre del último mutante, encontramos restos de un usuario vida. –Sus cejas se disparan hasta el nacimiento de su cabello.

–¿Hay otro como tú? –susurran las ardillas asombradas.

–Al parecer está experimentando o están experimentando “con él”. No lo sabemos con certeza.

–Pero… eso es increíble. –Sonríe, pero luego se disipa su sonrisa y frunce el ceño–. ¿Existe la posibilidad de…?

–Yo también pensé lo mismo. Dorian puede estar detrás de esto. Pero es lo que más me preocupa.

–No me imagino a una persona que tenga tanto rencor como para querer destruir los colegios Elements.

–¿Y si está buscando algo? –opina Ginger–. El último casi destruye la estatua del fénix pero se entretuvo con Meeko. El anterior lo único que destruyó fue esa misma estatua.

–Mi hermana me quitó las palabras de la boca –añade Tony.

–Pequeña, todo esto es muy raro.

–Ya lo sé, pero algo me dice que faltan muchas piezas en este puzzle –añado y Chris mira su reloj–. ¿Ya tienes clases? –Asiente y hago un puchero.

–Solo pasé a ver cómo estabas. Espero que el profesor de Alquimia no me mate por llegar tarde. Mi novia es prioridad en estos momentos.

Dejo escapar una sonrisa tímida de soslayo. Me deleito en la oscuridad de sus ojos y en el cabello despeinado que cae sobre su frente. ¿Cómo es posible que hayamos congeniado tan bien? Chris y yo somos muy diferentes en casi todos los aspectos. 

Dicen por ahí que los polos opuestos se atraen, pero lo nuestro es algo tan mágico y especial que me asusta. Mamá siempre me ha dicho que los McKenzie nos enamoramos solo una vez, pero no sabe si eso es bueno o malo. El amor es la cura para todos los males, pero si no lo tratas con cuidado, puede hacerte caer por el precipicio de la locura cuando no es correspondido.

Yo no quiero un amor donde camine en nubes de algodón. Mi deseo siempre ha sido estar con alguien que me acompañe en los buenos y malos momentos. Una  persona que me mire a los ojos y sepa cuándo miento y oculto mis pensamientos. Alguien que se ría de mis anormalidades como bailar bajo la lluvia con un moño alto desordenado, pero que también me acompañe en mis peores días del mes dándome un abrazo de esos que curan el alma.

No quiero a nadie perfecto, solo la persona que necesito: Christopher Gray.

–¿Tienes pensado hacer algo en la noche? –pregunta mi chico interrumpiendo mis pensamientos.

–No. ¿Qué tienes en mente?

–Una sorpresa. Estamos en Londres y a penas has puesto un pie en la calle. 

–La idea es tentadora –digo y le guiño un ojo.

–¿Ginger? –pregunta Chris y la ardilla inclina su cabeza hacia un lado.

–¿Le estás pidiendo permiso… a ella? –pregunta Tony ofendido.

–¿Tienes algún problema con eso, hermano? –rebate la otra ardilla con sorna–. ¿Estás celoso?

–¿Yo celoso? ¡Ja! Sabes que eso no entra en mi diccionario, hermana.

–Chicos –interviene Chris–, quiero salir esta noche con Allison, sin ustedes. Solo mi novia y yo. –Ginger pone su pata en la boca como si estuviera pensando.

–No veo porque no –contesta y muestra una sonrisa que luego se ve congelada al razonar su rápido consentimiento–. Tengo que cuidar del jabalí, ¿verdad? –Mi chico sonríe y asiente. Ginger solo pudo suspirar–. Lo que hay que hacer por los amigos. Tengan cuidado.

–Gracias, Gin –digo abrazándola a mi pecho.

–No puedo… respirar –murmura ella con un hilo de voz y la separo.

–¿Después de comida? –asiente Chris y me besa en la frente.

–Nos vemos luego. Te quiero. –Antes de salir por la puerta me lanza un beso que recibo con la mano.

–¿Qué te preocupa? –pregunta Tony.

–Pero si estoy feliz. Lo acaban de ver.

–Cuando atravesaste la puerta, lo sentimos –añade Ginger. Me siento en la cama en modo indio y cada ardilla se sube a una de mis piernas–. ¿Qué ocurre?

–En el invernadero me encontré con Thiago y… le crucé la cara.

–Auch –dijeron al unísono.

–Ese chico me persigue a todas partes. Dijo cosas horribles relacionadas con Chris y no pude aguantarme. Nadie va a decir esas cosas y yo voy a quedarme de brazos cruzados.

–No conozco muy bien la vida que llevó Chris en este colegio antes de conocerte, pero si me guío por los comentarios de tus amigos, ese chico ha cambiado bastante –comenta Tony.

–Eres su relación más seria hasta ahora –añade su hermana–. Es normal que muchos quieran verte por el piso. Los dos hacen buena pareja y son felices. La envidia en este lugar sobrepasa sus muros.

–No puedes dejar que las palabras del resto quiten la sonrisa de tu rostro. ¿Confías en él? –pregunta Tony abrazando su cola.

–No me ha dado razones para no hacerlo.

–Ahí tienes tu respuesta –recalca Ginger–. Deja que el estirado de Thiago sufra con la felicidad de ustedes. –Tocan a la puerta nuevamente–. Adelante.



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En el texto hay: romance, aventura, amor

Editado: 18.07.2022

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