—Aquí tienen.
Coloco ambos frascos encima de la mesa del profesor. Austin e Isaac me miran asombrados.
—¿Conseguiste dos? —pregunta el segundo con estupefacción.
—¿Cómo?
—Si les cuento, no me creerían —comento con sorna y me cruzo de brazos acomodando la cadera en el borde. Austin e Isaac se levantan de la mesa al unísono y me abrazan con efusividad.
—Si te soy sincero, no creí que lo conseguirías- dijo Isaac
—Que poca confianza tienen en mí. Solo puedo decir que la isla Kaliza ha cambiado en el último milenio. —El profesor frunce el ceño confundido—. La Reina Cáliz o unicornio dorado, como quieran decirle, creó su propia ciudad. Tiene un ejército de diez mil usuarios de todos los elementos y tienen frente a ustedes al nuevo general de dicho ejército.
Ambos se separan de mí y se miran entre ellos. El profesor niega con la cabeza y el mentón de Austin cae desencajado.
—Ya tenemos uno. Solo faltan cuatro más.
—Lo siento, Allie. No he logrado descifrar el siguiente ingrediente —murmura Austin apenado.
—Tranquilo, ya sé cuál es —respondo y el bibliotecario arruga la nariz—. Se trata de la lechuza. Después del dragón, la lechuza o el búho son considerados los animales más sabios, o eso es lo que creían los griegos y los celtas.
Austin golpea su frente como si todo encajase.
—Pero claro —comenta y sale del laboratorio.
—Lo hiciste bien, Allison.
—No te creas. Casi muero en un volcán por esas lágrimas. —Isaac comienza a reír a carcajadas—. No es gracioso.
—Me río de mí mismo. Conseguiste esas lágrimas en un día. Yo me demoré al menos una semana como mínimo.
—El tiempo en la Isla corre más rápido —explico—. En sí, fueron dos días. Tuve que luchar en contra de escorpiones, alucinaciones y acertijos. La competencia estuvo muy reñida. Los minotauros no son tan bestiales como los pintan en las películas.
La sonrisa del profesor se esfumó.
—¿Acabas de decir minotauros?
—Te dije que la isla de ahora no es la que recuerdas. Cáliz ha hecho un excelente trabajo.
—¿Tuteas a la reina?
—Larga historia. Voy a subir. Quiero ver a mis Varázs. ¿Algo ha pasado en las últimas 24 horas?
—Todo tranquilo por Londres. Ve a descansar.
Arrastrando los pies llego hasta la habitación. Al abrir la puerta, dos cosas peludas pelirrojas me caen encima muy nerviosas.
—¿Qué les pasa? ¿Están bien? —entro a la habitación preocupada y las alejo de mi para mirarlas con detenimiento.
—Eso quisiéramos saber todos —protesta Brenda en tono molesto y un almohadón se estampa contra mi cara—. ¿Dónde rayos estabas? Te buscamos como locos.
La puerta se abre a mis espaldas y un cuerpo fuerte cayó sobre mí.
—Javier, como pesas. ¿Cuánto subiste de peso en 24 horas? —protesto desde el suelo.
—Con que al fin apareces. —Rueda sobre su espalda y al levantarse, me ayuda a mí también—. ¿Dónde estabas?
«Kane era mucho más divertido», protesto en mi fuero interno mientras resoplo elevando mi flequillo un poco.
—¡McKenzie, responde! —insiste él molesto.
—¡Estaba en una misión! —espeto y caigo sobre la cama.
—¿Misión? —pregunta Tony—. ¿Qué misión?
—Buscando las lágrimas de unicornio —murmuro esperando que el reclamo no dure mucho.
—La mato. Ahora sí la mato —protesta Brenda.
—¡¿Fuiste sola?! —No sé si Javier exclamó o preguntó. Solo puedo decir que está muy molesto.
—¿Qué pasa contigo? —inquiere Brenda alterada—. Cameron, Talia y Lilith te han estado buscando hasta debajo de las piedras.
—Ya lo sé y quiero pedirles perdón —intento defenderme, pero las miradas mordaces de ellos y los Varázs me hace tragar en seco—. Pero como no sabía a lo que me enfrentaría, decidí ir sola.
—Allison, esto es trabajo en equipo —me regaña Ginger con sus patas en la cintura—. ¿Y si te hubiera pasado algo? Nadie sabía dónde estabas.
—Tenía una forma de regresar. No se preocupen.
La puerta se abre nuevamente y escucho un quejido.
—Chicos, lo siento —se trata de Lilith—. Aún no tenemos… —deja las palabras en el aire. Mi pequeña enana rubia se detiene abruptamente al verme. Me recrimino a mi misma al verle unas sombras oscuras alrededor de sus ojos—. Allie.
Abro mis brazos y ella cae rendida en ellos. Acaricio su cabello mientras le susurro que ya estoy bien.
—Gracias a Dios que estás aquí. —Muerdo mi labio inferior al sentir algo mojado en mi brazo. Mi niña está llorando.
—Ya estoy aquí, enana —digo con los labios pegados a su cabeza—. ¿Dónde están los demás?
—Tommy está con Cameron, Talia y Chris —responde Lilith y frunzo el ceño cuando mencionó el último nombre—. Estaban diseñando algo para encontrarte.
—¿Por qué Chris me buscaría? —pregunto con curiosidad.
—Ese cabeza de chorlito vio el estado de ánimo de Pumba y se preocupó —explica Javier malhumorado.
—Vaya. Al menos sé que tiene corazón y se preocupa por el bienestar de Pumba —murmuro aliviada y Lilith se separa de mí—. Ya tengo el primer ingrediente. Isaac lo tiene en el laboratorio. Ahora solo queda encontrar la lechuza.
—¿De qué estás hablando?
—La señorita aquí presente se fue sola en busca de las lágrimas de unicornio —añade Brenda y pongo los ojos en blanco.
—¡¿Qué hiciste qué?! —chilla Lilith y resoplo. La reprimenda va a durar más de lo que pensé—. ¿Por qué te fuiste sola?
—Sé que no tengo justificación, pero no podía ponerlos en riesgo. ¿Qué pasaría si ustedes hubieran salido lastimados? Menos Cameron y Chris, todos ustedes son hijos únicos.
—Eso no te exonera de culpa, Allison —reclama Lilith ofuscada y molesta. Lilith nunca se molesta—. Esa es decisión nuestra. Pero… pero… ¿en qué estabas pensando?
—Pero ¿qué les pasa a todos? ¿Por qué están tan molestos? —pregunto y me levanto de la cama.
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Editado: 09.02.2023