—Estoy agotada —siseo al caer de cara en la cama.
—Puedo imaginarlo —murmura Brenda—. La competencia de mañana será mucho más larga.
—Ugh, ni me lo recuerdes. El cuerpo entero me duele.
—Pero claro que te duele. Curaste a cada chico que salió destrozado de la arenera —recalca Ginger acariciando mi cabello mojado y gruño.
—No podía dejarlos sufrir de esa manera —rebato entre bostezos.
—Curaste a 40 personas en un día, Allison —añade Tony en tono paternal—. Eres poderosa, pero no tanto.
—Chist —insto para que se callen.
—Buenas noches, Allie —murmura Ginger y siento el cosquilleo de unos bigotes en mi mejilla antes de caer en un sueño profundo.
—Hace tiempo no te veía entre sueños, Syryna —digo a penas la veo a mi lado. Nos encontramos en la orilla de una de las playas de California… en pijama. La luna ilumina la superficie tranquila de las aguas.
—¿Cómo estás? —Su cabello rojo baila con la sueva brisa que corre entre nosotras.
—Agotada. Muy agotada.
—¿Lista para mañana?
—Más o menos. —Suspiro y apoyo el mentón en las rodillas.
—La pelea de hoy fue dura y la de mañana debe ser el doble. ¿Cómo vas en la búsqueda?
—Ya tengo las lágrimas y las plumas —respondo emotiva—. Casi consigo el corazón de hombre lobo, pero terminé más magullada de lo normal.
—¿Y ahora qué ocurrió? —Girra su rostro escaneándome con sus ojos verdes.
—La hermana de Chris fue secuestrada por una manada de hombres lobo. Cosa que me resultó muy extraño. La manada de Cedric fue atacada y nosotras quedamos en el fuego cruzado.
—No sé cómo te las arreglas para siempre estar metida en el centro del meollo —comenta divertida mientras niega con la cabeza.
—Si tú no lo sabes, menos yo. Los problemas me buscan y me encuentran cuando menos me doy cuenta. No es mi culpa —digo en mi defensa y estiro las piernas mojando la punta de los pies con el agua.
—Eres tan cabezota como tu madre —comenta y enarco una ceja escéptica hacia ella.
—Me tomaré eso como un cumplido. ¿Por qué me eligió Raquel? Y quiero saber la verdad. —Frunce los labios de forma divertida—. ¿Tiene algo que ver que mi madre se parezca a Marina, la mujer que amó Dorian?
—Todo pasó cuando tu madre entró al colegio. Había crecido mucho en el verano. Cuando Raquel la vio, supo que era especial. Le dolió tanto la pérdida de su cuñada, que quiso repararla de esta forma —responde con voz queda.
—¿Por qué no salió por Dorian cuando le pidió ayuda? —Su fuerte suspiro indica una respuesta que no me iba a gustar.
—Raquel había sido envenenada con una fuerte dosis. —Ahogo un grito— Fue la misma persona que había comenzado la guerra entre los dos hermanos. No lo supimos hasta la muerte del hijo mayor de Dorian. Eso desgarró el corazón de Raquel. Intentó acercarse a él, pero tenía mucha vergüenza.
—Dos hermanos separados a saber Dios con qué intenciones.
—Lo más doloroso de todo es que la persona que comenzó aquella disputa, fue el esposo de Raquel y mejor amigo de Dorian. —Mis ojos casi se salen de mi cara al escuchar sus palabras.
—Oh, Dios mío. Eso es horrible- mi voz era apenas audible.
—El hijo mayor de Raquel lo averiguó y fue por Dorian pero no le dejaron verlo y se enfrentó a su padre. Ambos murieron en el enfrentamiento. El hijo de Raquel cumpliría los 19 un par de semanas después. Ella comprendió lo que había hecho al crear la ley de los primogénitos. Siguió la guerra en contra de Dorian, pero sabía que sería en vano. Así que buscó a la hija pequeña de su hermano y acordaron terminar la enemistad entre las familias. Su sobrina le comentó de la búsqueda de Dorian y su resultado. De los tres hijos de Dorian, solo quedaba la pequeña Ashley. El mayor había muerto por la Ley de los Primogénitos, y David, el segundo, había muerto porque su padre había logrado romper esa misma ley.
El silencio cayó sobre nosotras cuando terminó el relato con voz queda. Una lágrima recorre lentamente su mejilla y seca el rastro con el dorso de la mano.
—¡Qué horror! No imagino el dolor que deben haber pasado por tanto sufrimiento.
—Yo lo viví, Allison. Es tan desgarrador que no sabes qué hacer o cómo actuar.
—No imagino la magnitud de la tristeza porque además de ser alguien de confianza, pertenecía a la familia. ¿No se sabe por qué hizo aquello?
—No se supo nada. Raquel estaba tan desesperada y angustiada por la traición que lo mató con sus propias manos. —Trago en seco—. Después de eso, no supimos más de Ashley o Dorian.
—Dile a Raquel que su sobrina siempre estuvo con ella. —Syryna frunce el ceño sin entender nada y toco el colgante con la punta de mis dedos—. Ashley nunca quiso separarse de su padre, así que buscó la piedra amatista de este colgante, hizo un hechizo y se trasladó al colgante. —Sus ojos se amplían por mis palabras—. Dorian no aguantó más. Perdió a su hijo mayor por la ley, al segundo por romperla y a Ashley por desaparecer en un colgante que le recordaba a su tía. Lo lanzó al mar para que ambas estuvieran juntas.
—Ella cree que fue un regalo de Dorian —murmura anonadada.
—Y así fue. Dorian viajó por el mundo sin rumbo hasta que encontró su vocación y ahora es profesor de historia en Mary Weathers.
—Él conoce todos los hechos de primera mano. —Ambas sonreímos—. Nunca había visto a Raquel tan triste. Tenía el corazón destrozado y lloró durante días. Muchos dicen que se puede morir de tristeza, y lo viví en carne propia cuando Raquel enfermó de gravedad. Su mirada perdida y las pocas ganas de vivir, la habían debilitado por completo.
—Dorian me contó que el encuentro entre ustedes salió bien —añado sonriendo para cambiar el rumbo de la conversación y Syryna asiente con lentitud.
—Muchos gritos, lágrimas y represalias, pero al final se abrazaron y se pidieron perdón-
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Editado: 09.02.2023