El señor se levantó de su cama muy espantado, sudaba mucho y respiraba rápidamente de manera violenta, tocaba su mano derecha con mucha preocupación, la revisaba para hallar indicios de rasguños o sangre pero no encontró ningún daño, trató con esmero en tranquilizarse así que decidió sentarse en su silla mecedora. Varios minutos después de estar oscilando al divorciado y solitario hombre se le ocurrió, agarrar una cuerda larga y gruesa la cual contemplaba lentamente y también se la puso en el hombro, colocó las heladas manos en la cabeza ya que pensaba con bastante angustia, el corazón le palpitaba rápido así que tomó la difícil decisión de… salir a esa temprana hora pues faltaban quince para las seis de la mañana.
Era el mes de abril de 2004 y Mauricio Salgado dejó la calurosa ciudad de San Pedro Sula para ir al bello y fresco pueblo de nombre Las Rosas, sitios ubicados en un país llamado Honduras, cuando conducía el auto no podía creer lo que miraba en el retrovisor: tenía su cara pálida, los labios caídos y los ojos muy ofuscados. Él estuvo tiempos antes sumergido en varias situaciones adversas: una vez lo atropelló un enorme autobús, en otra ocasión sufrió terribles mordidas por parte de cuatro salvajes perros, fue herido a balazos en su pierna izquierda cuando participó a sus dieciocho años en la guerra de 1969 contra el Salvador, también permaneció damnificado junto a su familia en un albergue debido a las tempestades que dejó el huracán Mitch en 1998, además sobrevivió a enfermedades como: la gripe porcina, úlceras,rabia, peste bubónica, dengues, neumonía, etcétera; sin embargo nunca estuvo tan amedrentado como en ese amanecer.
Una hora más tarde llegó al fin a su otra casa, todavía llevaba en la mano derecha la cuerda larga, entonces se dirigió directamente hacia un bello pero profundo y ancho pozo hecho de ladrillos rojos, el mismo está ubicado en el vasto patio trasero. Se asomó con mucha precaución a revisar todos los ladrillos de la superficie, con avidez intentó buscar algo varias veces; pero no halló nada, se paró rígidamente como estatua unos instantes para observar el pozo de manera perpleja y detenida, no podía controlar la demasiada angustia en todo su ser, luego se armó de toda valentía para ver la hondonada del pozo, allí alumbraba con su linterna; aunque su mano le temblaba mucho y se percató que algo verde flotaba en el agua, no vio que había exactamente abajo por culpa de la oscuridad grande y temible, para extraer la misteriosa cosa amarró uno de los extremos de la cuerda en la polea que cuelga en el techo del pozo, y en el otro extremo ató la agarradera de un enorme recipiente cilíndrico que yacía sobre el suelo el cual sirve para extraer agua. Dejó caer el recipiente, después de algunos segundos se escuchó el agua salpicar y empezó con paciencia a mover la cuerda hasta que se metió la cosa verde adentro del cilindro, luego de sacar el balde vio que había encontrado una gorra verde.
Don Mauricio caminó muy cauteloso por los patios que están alrededor de su casa quería entrar a revisar los cuartos, la sala, etcétera. Entraría por la enorme y única puerta de madera fina que está al frente de la calle; pero en eso notó que el llavín tenía enormes rayones y abolladuras que antes no poseía, en ese preciso momento pasaba por la calle de enfrente su amigo que vive no tan lejos de ahí y le habló:
-Mauricio, amigo ¿cómo has estado?
-Hola Víctor-respondió con voz baja- que bueno verte.
-oye, ¿qué haces acá tan temprano? son casi las siete.
- shhh, Por favor entra porque estoy revisando la casa.
-¿Te pasa algo? la verdad te veo preocupado, hace meses no vienes por acá, ¿Por qué me hablas tan bajo?
- Esteee, no puedo explicarte todo ahora mismo, solo escúchame bien: Alguien entró a la casa.
-¿Qué? y ¿Quién pudo entrar?
-No lo sé, pero hallé esta gorra desconocida en el pozo y mira la puerta: la han maltratado.
- No puede ser, pero tienes razón ¿estará alguien adentro?
-creo que no, aun así hay que entrar.
Mientras Víctor se hallaba muy nervioso, Mauricio sacó la llave y abrió de manera lenta la puerta, cuando entraron con mucha precaución sintieron un olor terrible, Salgado completamente seguro pensó que eso se debía por no hacer limpieza desde hace meses. Ambos se la pasaron por un rato revisando todo el interior de la casa; pero no hallaron a nadie y el dueño comentó que todas las cosas estaban en orden como las había dejado. Los hombres se acomodaron en uno de los muebles de la sala y Víctor habló diciendo:
-Afortunadamente no encontramos a nadie; aunque definitivamente alguien saltó sobre los muros que no son tan altos, quiso entrar a robarte las cosas de tu casa pero como no pudo se fue.
-Correcto, sin embargo te confieso que eso no es todo lo raro.
- ¿A qué te refieres?
-parecerá loco lo que te contaré; pero juro que es la verdad.