Arthur estaba encima de Derek golpeándolo y esté intentaba defenderse. Gritaba para que se detuvieran pero no servía de nada, a nuestro alrededor ya había un grupo de personas gritando, pidiendo ver más golpes. A Caroline y Ethan los tenían agarrados para que no intervinieran, y a mí me tenían igual.
—¿Qué es lo que está ocurriendo? —inquirió una angustiada Jazz llegando a mi lado.
—Hay que separarlos. —Fue lo único que dije.
Por mi culpa estaban peleando, y lo menos que quería era ver como se mataban entre ellos. Me solté de la persona que me tenía, corrí hasta ellos antes de que alguien me detuviera, agarre a Arthur del brazo y lo jalé hacia atrás.
—¡Detente Arthur!—grité al borde de la desesperación, pero Arthur movió el brazo con fuerza, impactando su codo contra mi mentón. Caí de espaldas y el dolor comenzó a expandirse por mi mentón, un jadeo de dolor escapó de mis labios, y algunas lágrimas cayeron de mis ojos. Me senté y toqué mi boca, de donde un pequeño hilo de sangre caía.
—¡Layla! —vociferó Jazz y se acercó a mí. Tomó entre sus manos mi rostro y lo inspeccionó, moviéndolo de lado a lado—. ¿Estás bien?
Asentí en respuesta, todos se habían callado y sus miradas estaban fijas en mí. Pero en específico, unos ojos negros me miraban con preocupación, y a la vez con enojo, que Arthur estuviera distraído sirvió para que Derek rodará en el suelo, y se colocara encima de él, para empezar a golpearlo.
—¡Eres un hijo de puta! —bramó y empezó a golpearlo con más fuerza.
Con ayuda de Jazz me levanté del suelo, aunque al hacerlo me sentí algo mareada y desorientada. Cerré mis ojos con fuerza e inhalé aire, lo retuve unos segundos y después exhalé. Los gritos de las personas habían vuelto, algunos gritaban el nombre de Derek y otros el de Arthur. En un lado estaba Marcus, quien miraba fascinado la pelea, mientras que Alise que estaba a su lado me miraba con odio.
—¡Derek basta! —chillé al ver el rostro de Arthur lleno de sangre—. ¡Por favor basta!
Escucharme gritar su nombre hizo que se detuviera, se quitó de encima de Arthur y lo miró con enojo. Miré horrorizada el rostro de Arthur, tenía mucha sangre, ya que su nariz estaba rota y eso había causado una hemorragia, Arthur se levantó del suelo, y escupió sangre a un lado. Los hombros de ambos subían y bajaban con irregularidad, Caroline se había zafado del agarre de la persona que la tenia, igual que lo había hecho Ethan. Todo se sumó en un silencio sepulcral, que hacía que los vellos de mis brazos se colocarán de punta.
La mirada de Arthur se cruzó con la mía, con pasos decididos y largos se acercó a mí, y me agarró del brazo, pero no me hacía daño. Se giró hacia Derek y masculló entre dientes.
—Aléjate de ella, Wilkes.
Sin esperar que este respondiera empezó a jalarme del brazo, miré que Derek iba a venir hacia nosotros, pero una mano lo detuvo. Aquella mano era de Barry (y eso me dejó sorprendida), se acercó y le susurró algo al oído, que hizo que Derek no se moviera, mi mirada se cruzó con la de Barry y este me miró con lástima.
El agarre de Arthur estaba sintiéndose cada vez con más fuerte y dolía. Mis piernas temblaban, mi corazón estaba acelerado y lágrimas silenciosas resbalaban por mis mejillas. El no decía nada, y eso solo hacía que mis nervios se colocaran a flor de piel, sentía miedo y desesperación. Estábamos a varios metros de distancia, él esquivó a algunas personas hasta llegar al auto, donde abrió la puerta del copiloto sin soltar mi brazo.
—Entra. —Gruñó entre dientes. No me moví del lugar, estaba temblando y no era de frío, era de miedo, de pánico que azotaba cada célula de mi cuerpo. Su mano golpeó el techo del auto haciéndome gritar de terror—: ¡Qué subas al puto auto, Layla!
—¡Layla no te subas! —gritaron.
Ambos volteamos, mirando a Jazz correr hacia nosotros. El miedo y la preocupación inundó su rostro, se acercó un poco, pero manteniendo la distancia.
—Ella vendrá conmigo, Arthur. Estás muy alterado y es mejor que ella se quede conmigo esta noche. Tienes que tranquilizar, solo respira.
—No —demandó firme—. No necesito tranquilizarme, y tampoco necesito que me digas que hacer, ahora lárgate.
—Arthur detente, no puedes hacer cosas por impulso, tienes que controlarte —pidió con la voz temblorosa.
Negó con la cabeza y clavó su mirada en mí, haciéndome estremecer de miedo.
—No lo hagas, Layla —impidió la rubia y el giró a verla furioso—. Ella se va conmigo, mañana, cuando estés tranquilo y en tus cinco sentidos pueden hablar, pero ahora no.
—No te metas en esto, Jazmine —masculló entre dientes—. Layla al auto, ahora.
No me moví, lo miré a él y luego a Jazz, me estaba rogando con la mirada que me fuera con ella y quería hacerlo, no quería estar con él, sentía mucho miedo en cada parte de mi cuerpo. Di un paso en dirección de Jazz y la mano de Arthur se aferró a mi muñeca, apretando con fuerza y haciendo que la pulsera que Derek me regaló se enterrara en mi piel.
—Ni se te ocurra dar un maldito paso más —masculló entre dientes y mirándome con odio, irá—. Porque te ira muy mal, súbete al auto.
Temblé por el pánico y terminé subiéndome al auto, dejando salir un sollozo y cerrando los ojos con fuerza. Escuché a Jazz gritarle a Arthur, pero no entendí lo que dijo, ni una sola palabra. El se subió después y arrancó a toda velocidad.