El vehículo se había detenido y justo como Alex había predicho, se encontraba en un lugar que nunca había visto antes.
Era un lugar desconocido.
El señor Lynn fue el primero el bajar, el deslizo la puerta corrediza tratando de ayudar a bajar al indeciso Alex.
Alex rechazo su ayuda con un movimiento de su cabeza, el sabía que si tomaba la mano del señor Lynn eso significaría que tendía que soltar una de sus maletas, el no haría nada de eso, no lo haría por nada del mundo.
El se encontraban en un lugar desconocido, era esa una razón más que suficientes para que el se aferrara a sus pertenencias con todas sus fuerzas.
El señor Lynn dedo que Alex se tomará su tiempo para mirar la casa que ahora seria su hogar.
La casa no parecía nada del otro mundo, sus ventanas eran humildes y sencillas, lo que más destacaba es que la pequeña vivienda tenía dos pisos de altura.
Se veía muy pequeña por dentro, esto estaba en los estándares de lo que había experimentado en el orfanato, nada del otro mundo, nada de que preocuparse.
El señor camino junto con Alex hasta que estuvieron en la entrada.
— Bien, Lincoln, dame un momento.
El señor Lynn entro primero dejando solo a un confundido Alex, le había llamado Lincoln.
Eso no debía molestarle, el señor Lynn se lo había pedido y el muy dudoso había aceptado su petición, después de todo no quería negarle ese carpincho a las personas que lo habían sacado del orfanato.
Alex trato de afinar sus oídos y escuchar, dentro de la vivienda, se escucharon pasos y cosas pesadas siendo movidas.
Alex se preguntó en su corazón si los demás niños que habían sido adoptados habrían pensado lo mismo que el en este momento.
Confucion, miedo y nerviosismo, Alex no podía recordar la última vez que se había sentido tan incómodo.
Como si algo hubiera escuchado sus pensamientos, la puerta se abrió y de inmediato Alex tenso su cuerpo listo para recibir todo lo que se le viniera en sima.
Cualquiera que le viera se reiría de el, su postura era recta y muy tensa, daba la impresión de que se trataba de un soldado raso que se había parado firme para saludar a un comandante superior.
La que había salido era la señora Rita, junto a ella se encontraba la pequeña Lili.
Alex se sintió un poco más tranquilo al ver la cara familiar de la pequeña niña, Lili le miraba un tanto nerviosa pero la sonrisa en su rostro indicaba que no le disgustaba verlo de nuevo.
No había manera de que le molestara estar en frente de su salvador, como podría molestarle ver al chico que le había ayudado cuando nadie más lo había echo.
La alegría de la pequeña se desbordó, corrió con todas sus fuerzas y atrapó al indefenso Alex con sus pequeños brazos.
Estaba feliz, estaba contenta.
La noticia de que tendía por fin un hermano le había llegado de una forma muy inesperada pero ella no se quejó, al contrario su alegría era tanta que sus acciones no eran suficientes para demostrar sus sentimientos y el saber que este chico sería su hermano.
El mismo chico que se había convertido en su salvador, en su héroe, solo hacia que su felicidad fuera más grande.
— Me alegro volver a verte.
La mirada de Alex se cruzó con los ojos de la dulce niña, ni siquiera el corazón de Alex que era tan frío como el acero y duro como la piedra podía resistirse ante la ternura de tan inocente y tierna criatura.
Alex acarició el cabello de la pequeña y murmuró.
— También me alegro de verte.
La pequeña Lili cerró sus ojos y dejó que las manos del nuevo miembro de la familia, de su nuevo hermano la mimaran.
— Todo está listo, deberíamos entrar.
— Si.
Alex sintió ante las palabras del señor Lynn, Lili mantuvo la puerta abierta para que Alex pudiera pasar.
Dentro había todo un mundo nuevo, un mundo que el no conocía, el mundo de la pequeña Lili.
De inmediato una escalera que llevaba a un segundo piso entro en su vista.
— Por aquí.
El señor Lynn pidió que Alex lo siguiera, el hizo lo que se le pidió y fue detrás de él.
Entraron a lo que parecía ser una sala. Un juego de muebles y una mesa que estaba en medio de estos adornaban el espacio.
Alex levantó la cabeza ante la enorme pancarta que decia, bienvenido de vuelta Lincoln.
— ¡Sorpresa!
Se escucho un grito de júbilo, justo en frente de al había un grupo de personas.
Era un grupo de chicas, algunas bajas otras altas, parecían de diferentes edades, sin embargo ellas habían gritado al mismo tiempo.
Alex no podía verlas más que con confusión en sus ojos.
Bienvenido de vuelta Lincoln.
Esas eran las palabras que estaban escritas en la pancarta que colgaba sobre sus cabezas.
Estaba más que claro que está bienvenida no estaba echa para el, todas estas personas esperaban a esa persona llamada Lincoln, sin embargo el no era esa persona.
Esa era la verdad, entonces ¿Por qué parecía que se habían dirigido a él?
Es como si le hubiera cambiado el nombre y le hubieran dado la bienvenida con mucha alegría, como si lo conocieran desde hace mucho tiempo.
Pero no era así, el nunca había visto a estas chicas y de seguro ellas tampoco lo conocían a él.
¿Por qué actuaban de esta manera?
La tención que se había formado era tan grande que se podía tocar con las manos, nadie se movió y nadie dijo una palabra.
Alex no tenía nada que decir, estaba confundido, no podía entender lo que estaba pasando.
Todas las miradas se posaron sobre una chica alta.
Al verla Alex se sintió extraño, solo había una palabra para describir a esa chica la cual se le estaba acercando con pasos seguros.
Era hermosa.
Su piel era blanca sin ninguna imperfección, su largo y hermoso cabello dorado nadaba de un lado a otro sobre sus hombros.
Ella quedó justo en frente de él.
¿Que debería decir? ¿Que debería hacer?
Alex no estaba en posicion para demandarle a su brillante mente una respuesta.
Editado: 13.08.2021