El Reencuentro (#10 Serie Refranes)

Capítulo Único

- Es una verdadera lástima, Sor Caridad. Oraremos para que el Señor la tenga en su santa gloria.

- Aunque Sor Margarita era demasiado blanda con los niños, era una muy buena religiosa y todo el mundo la quería, incluso la Madre Superiora, ¿no lo cree, Sor Piedad?

-Por supuesto que sí, Sor Caridad. Por supuesto que sí.

 

Sor Margarita había sido una mujer excepcional. Supo ganarse el cariño de todos los niños buenos y no tan buenos, en fin ……de todos por igual. Y aunque ya no estaba en el mundo de los vivos producto de una trágica enfermedad, su recuerdo prevalecería por siempre en los corazones de los que la conocieron y la estimaron.

Aquellos a quienes vio crecer y ayudó a criar, fueron avisados de su tan triste deceso e iban llegando de a poco a la pequeña capilla que aún funcionaba en el orfanato “Perpetuo Socorro”.

Cientos llegaron. Algunos bastante jóvenes y otros ya adultos. Incluso había algunos con familias bien constituidas e hijos ya crecidos o en camino. Entre estos últimos, once de esos que algún día fueron niños, llegaron a honrar la memoria de Sor Margarita.

Algunos se saludaron entre sí y otros simplemente esquivaron la mirada.

A pesar de eso, el cariño hacia esa mujer, así como al amor maternal que ella les mostró, los unía irrevocablemente.

Pero era tiempo de dejar el pasado atrás. Sor Margarita así lo hubiese querido. Ella siempre luchó porque sus niños se quisieran y no se pelearan. Cuando veía rencillas o resentimientos en aquellos seres tan pequeños le partía el corazón. Por eso Magda tomó la iniciativa, como siempre lo hacía, y decidió juntar a aquel grupito una vez más ……por los viejos tiempos.

Los invitó a todos a su casa, aquella que compartía con su esposo Gaspar y sus dos pequeños mellizos, Daniel y Diego.

La vida de ambos no fue todo el tiempo miel sobre hojuelas como hubieran querido porque las cicatrices emocionales de Magda de vez en cuando se hacían presente, pero aparte de eso, su relación era fuerte, sólida, y con el mismo amor que los había unido.

Magda siguió trabajando para Gaspar pero solo hasta que se embarazó una tercera vez, pero ahora de una niñita. Apenas tenía tres meses de embarazo, por lo que aún tendrían que esperar algunos meses para darle la bienvenida. Mientras tanto, una bienvenida más inmediata les darían a sus amigos, y los no tanto, a medida que estos llegaran.

El primero fue Adrián junto a su esposa Violeta y su pequeña hijita Esperanza, de tan solo seis meses.

Se dice que después de la tormenta siempre sale el sol y eso fue exactamente lo que ocurrió con ellos. Lo que les pasó fue horrible. Perder todo por una traición fue realmente duro, pero gracias a su esfuerzo en conjunto lograron salir a flote. La empresa que Adrián y Violeta levantaron casi de las cenizas alcanzó éxitos insospechados. La anterior empresa, que alguna vez perteneció a Adrián, jamás pudo ser una verdadera competencia para él, porque la clave del éxito de aquella primera empresa había sido Adrián mismo, pero ahora sin él en ella y siendo éste ahora su principal competencia, estaban acabados.

Tan acabados como lo estuvieron Antonella, su exmujer e Iván, su exsocio, porque sí ……al final resultó que el amante había sido su examigo. Pero como se cosecha lo que se siembra, ahora ambos estaban separados y en la más absoluta ruina, mientras que el “Jefazo” y su amada “Viole”, como le decía él de cariño, vivían en una completa dicha, en un hogar lleno de paz y armonía.

 

La segunda que llegó fue Ema y su esposo Alonso. Junto a ellos una hermosa niña llamada Laura, copia fiel de su madre.

A Emma la vida le sonreía y la riqueza que poseía nada tenía que ver con ello. Sí su esposo y su hija, que al parecer seguiría los mismos pasos de sus padres. Ema se había convertido en una exitosa cantante y Alonso en su representante y fiel compañero de banda y de vida. La hermosa Laura había heredado los dones musicales de ambos padres y ya acompañaba a su madre en los coros de algunas de sus canciones, cosa que sus amorosos padres celebraban, al igual que el abuelo Cristóbal y el tío Íñigo, con quienes se había reconciliado hacía ya un buen tiempo.

 

Luego de Ema, llegó Gonzalo, su esposa Luz, y sus tres hijos, David, el llamado pequeño Ewok, Luke, apodado el Yodita y la pequeña Julieta, a quien ya le decían “Rey”.

- Me da gusto verte Gonzalo. – Le dijo Magda y le dio un beso en la mejilla.

- Lo mismo digo. – Reafirmó Gaspar y estrechó su mano.

- Gracias a ustedes por recibirnos en su casa. Esperamos no incomodarlos. – Gonzalo bajó la cabeza.

- No te preocupes, Gonzalo. Para nosotros todo está en el pasado. – Le aseguró Gaspar.

Gonzalo se alegró por ello. Él tampoco lo había pasado muy bien un tiempo, pero gracias a su mujer, la segunda, al fin había logrado la felicidad que no obtuvo con la primera. Aunque eran una familia ensamblada, la relación de ellos era fenomenal. Sus hijos se adoraban y a su vez adoraban a la pequeña Julieta, quien ya les hacía la vida a cuadritos a sus hermanos mayores.

Gonzalo y Luz lograron emprender, al igual que Adrián y Violeta, un proyecto familiar. Gonzalo dejó su trabajo y se independizó como Contador y su mano derecha, obvio que era su esposa Luz, su excelente asistente contable.



#28149 en Novela romántica
#17803 en Otros
#5168 en Relatos cortos

En el texto hay: reencuentros, romance, desenlaces

Editado: 30.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.