2 de noviembre del 2021.
ALEX
Reposando una pierna sobre la mesa de la sala me recosté sobre el sofá, mientras miraba en mi teléfono la foto de una chica con pastel embarrado en la cara, en la televisión estaba un programa sobre ovnis y misterios, mi madre yacía sentada a mi lado tejiendo un gorro pequeño.
— Baja el pie de ahí — susurró sosteniendo una aguja entre los labios — no debes subir los pies a la mesa.
Me sorprendí, bajé la pierna al momento, y seguí en el teléfono.
En la pantalla del móvil se asomó un mensaje de Messenger:<<Gorrioncillo>>
Era corto, pero suficientemente preocupante: "Estaré con el viejo esta noche, me mostrará sus creaciones. Te amo Gorrión"
Me levanté entonces de mi cómodo lugar, hice que mamá se enterrara la aguja en el dedo índice al saltar tan repentinamente.
— Mierda Alexander, debes tener más cuidado al hacer tus tonterías, ¡Ve lo que has hecho! — un chorro de sangre resbalaba por el dedo hasta la palma!
— Lo lamento tanto, madre — solté preocupado — déjame ayudarte un poco.
— ¡No me toques!
— Madre, lo siento enserio, iré por un curita.
Me apresuré a correr al botiquín de emergencia y saqué una bandita azul que estaba dentro. Regresé con mamá que se chupaba el dedo y le ayudé a colocarlo.
— Lo siento — repetí una vez más.
Ella no dijo palabra alguna, pero en su cara notaba molestia y unas terribles ganas de correrme a mi habitación.
— Estaré en mi cuarto.
Pasé por la cocina y enseguida subí por la escalera de caracol que daba a la puerta de madera y, al levantarla, pude acceder a mi privacidad; oscura y fresca. La cama estaba muy cerca de la ventana; la cual abarcaba el noventa por ciento de la pared. Se podía ver la luz de la luna al entrar por allí. Me arroje sobre las sábanas blancas boca arriba, por fin podía responder al mensaje de Alan sin interrupciones.
"Espero que todo marche bien, espero que pronto puedas responder a este mensaje. Yo también te amo, gorrioncillo"
Enseguida le marqué a Zaba para contarle mi preocupación. Encendí la televisión y puse una película para evitar que mamá escuchara.
El teléfono me indicaba que la llamada estaba entrando a su móvil.
Me levanté del colchón y me puse de pie a lado de la televisión, viendo por la ventana el patio oscuro, y fue entonces que ella tomó la llamada.
— Pizzas castillo, ¿en qué le puedo ayudar?
— Zaba, tú siempre con tus bromas — dije sin poder evitar soltar una sonrisa.
— ¿Cómo está todo?
— Pésimo, Alan me dejó un mensaje que me tiene mordiendo mis uñas hasta la cutícula.
— Debe ser algo terrible para que te pongas así, pero te aseguro que sea lo que sea estará bien.
— Va a estar en el laboratorio de Gesher esta noche — pasé saliva violentamente.
— ¡Puta madre! — Zaba saltó de la cama seguramente. — Quédate en dónde estás, pasaremos por ti en un momento.
— Vale, trataré de distraer a mamá para que no los vea llegar, saldré discretamente.
— Ya estas, Alex. Cambio y fuera.
— Cambio y fuera — respondí en despedida.
La habitación se sentía tensa, podía sentir un bochorno de mil demonios que me hacía sudar a cántaros.
De abajo de la cama saqué una navaja plateada mil usos; una suiza. La punta afilada destelló al pasarla bajo la luz del foco, la moví de izquierda a derecha para poder apreciar todo el peligro que conllevaba tenerla.
Antes de que los chicos llegaran me acomodé en el colchón para poder perder la idea macabra que me acosaba. Cambié a una serie sobre vampiros sin saber qué capitulo era exactamente.
<< Estaré con el viejo >> seguía recordando las palabras.
Había pasado más de media hora desde aquella llamada, los párpados me pesaban y sentía que mi cabeza triplicaba su peso, la escena de dos chicos adolescentes en la televisión se tornaba cada vez más pequeña, borrosa y distante. Empezaba a tener imágenes en mi cabeza que no correspondían al momento; la imagen de los sueños.
Entonces caí en cuenta que ya no estaba más en mi cuarto, ya no descansaba sobre esas sábanas blancas acolchadas; mi mente se había transportado. Estaba en una calle, una esquina más bien, la esquina maldita como yo le decía.
Vestía totalmente de negro y estaba rodeado de espejos, en la oscuridad podía escuchar palabras de mi padre antes de que se marchara: << ¡Corre Alex, corre y que no te alcancen! >>
La voz tenía un eco muy distante y bastante estremecedor.
Pude notar el cielo iluminarse con los relámpagos, al igual que aquella noche.
Veía a dos sujetos acercarse a él, lo obligaban a arrodillarse para finalmente vaciar el plomo sobre su cabeza. Yo seguía corriendo, las lágrimas se desbordaban de mis ojos y casi me ahogaba con la mucosidad de mi nariz.
Sentía que un abismo me envolvía, presionando sobre mi pecho, desatando un cosquilleo intenso y helado desde mis piernas hasta mi abdomen; era miedo.
Desperté entonces, asustado y luchando por alcanzar aire. Tenía empapados mis cachetes y poco a poco la tranquilidad regresaba. Miré el reloj; eran las 00:55 AM. Seguramente no faltaba mucho para Zaba llegara, por lo que, tenía que apresurarme.
Me deshice de la playera sudada para ponerme un suéter, esto debido a que afuera amenazaba una tormenta. Me cambié también el pantalón y posteriormente revisé el teléfono para ver si tenía algún mensaje de Alan.
Nada.
Gesher le prohibió que Zaba y yo le llamáramos, por lo que, era imposible intentar tan solo imaginar el marcarle. La ansiedad hacía que me tronara los dedos.
Cuando estaba a punto de sufrir un ataque de nervios escuche que un vehículo llegaba a la orilla del patio. Entre la oscuridad pude divisar unas luces intensas acercándose lentamente, dejando ver entre sus rayos las primeras gotas de lluvia cayendo. Se detuvieron a unos cuantos metros de la barda y, antes de darme cuenta, una llamada me hizo sentir un alivio tremendo. << Zaba >>