¿Cómo es que puede caminar tan rápido? Lleva cargando a la humana y no ha reducido el ritmo en el paso desde que comenzamos a caminar. Y lo más sorprendente es que parece saber a dónde ir.
- Parece que tienes prisa. - comento al aire, pero no recibo respuesta alguna. - Y, dime, superhéroe, ¿tienes planeado detenerte en algún momento?
Antes de que pueda reaccionar, el sujeto me suelta una patada con tanta fuerza, que he terminado entre las raíces de uno de los árboles a lado del camino.
- En primer lugar, nunca ¡jamás! me llames super héroe o héroe, ¿entendiste? - me dice amenazante, mientras llamas de color azul pintan la escena.
Sigue, abónale a tu lista Dabi, y me las cobraré todas.
- Como digas.
- Y en segundo lugar, no podemos detenernos. Para estas alturas, ese maldito gusano llamado Gale ya se habrá dado cuenta que ella no está y comenzará la persecución.
- Oh, vaya que sí. Y te puedo apostar a que varios se le han unido.
- Entonces, estarás de acuerdo en que no podemos quedarnos sentados a tomar el té.
- No, pero si debemos refugiarnos de la tormenta. - contesto mientras me sacudo la nieve del abrigo. - Es evidente que a ti no te afecta el frío, pero a mí sí, y estoy seguro que a ella también. La tormenta está empeorando y, si no buscamos un refugio, moriremos congelados.
La mirada de Dabi cambia, como si le pesara aceptar que tengo razón.
- Vamos, hermano. Ya les llevamos como un día y medio de ventaja. Busquemos algún lugar donde…
- ¿Día y medio dijiste? - pregunta, interrumpiendo de forma abrupta.
- Si, ¿por qué?
Rayos, se me olvidó. El tipo estaba tan metido en alejarse de la aldea, que no se había dado cuenta de que Humana no había despertado. Es posible que con mi comentario, ya haya hecho la relación.
- Busquemos refugio. - dice en casi un susurro mientras se acomoda a Humana de tal manera, que la cabeza de la mujer termina enterrada en su cuello.
Algunas horas más tarde…
No es una posada o un hostal de lujo, pero al menos ya no estamos a la intemperie. Al fin, un fuego que me calienta en lugar de cocerme como chuleta de cerdo y, honestamente, prefiero estar aquí en esta cueva, en lugar de seguir congelándome afuera.
Y este desgraciado todavía se quita la chaqueta para ponérsela a Humana como cobija.
- ¿Acaso no tienes frío? - pregunto mientras me acurruco cerca del fuego, en una de las paredes de la cueva, entre un tronco hueco y una piedra.
Nada, el hombre está absorto en Humana.
- ¿Te preocupa que ella siga dormida?
Nada.
- No eres muy conversador, ¿cierto?
Se gira hacia mí, y me dedica una mirada profunda, hasta que, de pronto, se escucha el sonido de una carreta cerca de la cueva, alterando a Dabi.
- Wow, wow… ¿qué haces con ese cuchillo, viejo? Para empezar, ¿de donde lo sacaste?
- Lo tomé prestado de Toga antes de dejar la Liga de Villanos y buscar a Humana.
¿Tomó la qué cosa de quién para qué?
- Como digas. Solo, baja el cuchillo, ¿si? Iré a ver quien o quienes son.
- Ni se te ocurra traicionarme o irte.
- Tranquilo. Créeme, no tengo planeado alejarme de ustedes. Aún me debes dinero…
Y ella tiene una cuenta pendiente conmigo.
Ay, maldito, nada más me altera. Solo es una carreta de bardos y juglares que van hacia las montañas. ¿Me pregunto si seguirán con la cacería de los elfos? ¿O estarán celebrando otra cosa? Como sea, les voy a comprar algo para comer. Este loco no parece tener intenciones de comer y no pienso morir de hambre.
Un buen queso, jamón ahumado y vino. Eso me sirve para aguantar y lo puedo poner en un palo para calentarlo en la fogata…
- Al fin despiertas. - escucho la voz de Dabi en el interior de la cueva. - Comenzaba a preocuparme.
Me acerco lentamente para no hacer ruido. ¿Será que Humana ya despertó?
- Ten, bebe esto.
Parece que sacó algo de una bolsa que trae terciada. ¡Hijo de…! Hasta ahorita me doy cuenta que lleva una especie de maleta. ¿Como no la vi antes? Ah, si. Que nunca antes se la había quitado.
- ¿Qué? ¿Aún no confías en mí?
- Considerando los eventos recientes, es difícil confiar en ti.
¿En serio, mujer? ¿No confías en el hombre y agarras lo que te está dando de beber? Aunque, sinceramente, no creo que la envenene.
- ¿Cómo llegaste aquí?
Ja, inténtalo, mija. Este vato no habla ni aunque…
- De la misma manera que tú. - le contesta con familiaridad, sentándose cerca de ella.
¡¿Qué?! ¿Cómo es que? Ya mejor me callo y escucho. Sirve que salgo de dudas.