El regresar de la princesa

Capítulo 03

Pov’s Erin.

Realmente estaba tan preocupada por Atka, subí las escaleras y mire por la ventana para poder ver si es que lo lograba encontrar, pero no lo encontré. Confirme lo que antes había pensado, esta manada es enorme. Bajo las escaleras rápidamente, me siento en la escalera y el olor a mi lobo me llena completamente. La ventana de la casa se rompe en miles de pedazos y por ella entra Atka. Me acerco a él rápidamente y lo abrazo, beso su frente unas cuantas veces, hasta que la puerta principal es abierta. Roberto luce molesto, cabreado y con ganas de matar a alguien.

— ¡Eres un maldito lobo estúpido! — el nombrado me lame la cara, ignorando completamente al enojado chico.

—Señor — un hombre que se encuentra a su lado deja su mano en su hombro — tranquilo, ya le diré a alguien que venga a arreglar esta ventana, no tiene que preocuparse de nada.

Roberto lo mira unos segundos, dudando si en armar un escándalo o dejarlo pasar, al final toma la segunda opción.

—Tengo que salir — se pasa una de sus manos por su cabello — ustedes la cuidaran, si llega a sacar un miserable dedo de la casa, los acecinare con mis propias manos — su mirada recae en mi — tu lobo tampoco tiene permitido salir de aquí ¿has entendido?

—Sí.

Se da la vuelta y se marcha cerrando con fuerza la puerta detrás de él. Sigo sin poder comprender como es que en su momento pensé que era alguien de buen corazón. Esta más que claro que él se encuentra podrido.

—Ven, vámonos — le quito las cadenas y el bozal — vamos a ver que hay en la cocina, tengo hambre, luego pensaremos en cómo salir de aquí.

Tomo a Pam en mis manos y salgo en dirección a la cocina. Me he alimentado tan mal estos días que necesito comer algo y darle algo a Atka también, él ha sido el que menos ha comido.

Han pasado alrededor de tres horas y acaban de tocar el timbre de la casa. La persona que debe estar del otro lado de la puerta debe ser alguien de confianza para Roberto, pues me ha dejado en claro que nadie puede atravesar esas puertas, nadie que no sea él mismo. Abro la puerta, a cada lado de esta se encuentran los gorilas, al frente de la puerta está la niña. Sería como siempre.

—El señor me ha enviado a comunicarle que él no se encontrara en casa durante unos días, tres para ser más exactos — me observa de reojo — también me pide que le haga recuerdo que no salga de la casa en ningún momento, ni su lobo… ahora si él necesita hacer sus necesidades, le puede comunicar a uno de los guardias que lo saque — asiento con la cabeza, me da una rápida mirada con sus fríos ojos verdes y se va.

—Gracias… — susurro y cierro la puerta lentamente.

Espero que esta noticia le traiga felicidad, el señor no estará en unos días y eso, en su caso, es motivo de celebración — la voz de la niña resuena en mi cabeza — intentare traerle algunas provisiones por la noche, procure no dormirse muy temprano.

Cierro completamente la puerta y me recargo en ella. No sé si esa niña es buena o mala, el tono de voz con el que me habla siempre es sereno. Cierro mis ojos unos segundos, estoy tan cansada, debería irme a dormir un par de segundos. La verdad es que saber que Roberto no estará por aquí en unos días, es suficiente para que mi cuerpo se calme. Me encamino hasta el sillón, me tiro ahí con Atka en el suelo, tomo a Pam en mis manos y cierro los ojos, dispuesta a dormir todo lo que se me sea posible.

Todo es de color blanco, un blanco que te marea y no sabes por dónde ir. Mis pasos son torpes y lentos, prefiero cuando el fondo es negro. Sigo caminando hasta que llego a una abertura que me deja entrar a un bosque; el mismo donde encontré a Atka y el de mi último encuentro con Pam.

— ¡Erin! — una chica pelirroja se tira a mis brazos, feliz de un nuevo encuentro.

—Pam… — le devuelvo el abrazo con gusto, estar con ella aquí me hace sentir en casa.

Las lágrimas comienzan a salir sin que yo me dé cuenta de eso. En los brazos de Pam siento alivio, pero también debilidad.

—Tranquila… — susurra acariciando mi blanco cabello — todo esto pasara cuanto antes, lo prometo.

—No quiero estar ni un minuto más aquí… no quiero — lloro un poco más — quiero volver a casa, deseo alejarme de Roberto.

Pam sigue acariciando mi cabello mientras yo lloro en sus brazos. Las caricias logran hacer que me relaje un poco, lo suficiente como para poder hablar sin que las lágrimas caigan por mi rostro.

—Respira Erin — vuelve a hablar lentamente — nada dura para siempre, ni el tormento, ni la angustia. Yo te sacare de este lugar, es una promesa.




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