El Reinado De Los Secretos.

1. Los problemas empiezan...

Los escandalos no cesan y tu no te calmas. -reclama mi padre, muy enojado. 
-Olaf, esto es demasiado. -replicó mi madre.

Solo los observaba de manera muy despectiva, solo me divertí. 
-tu no entiendes el peso que tienes sobre tus espaldas.- acota, nuevamente, mi padre, el Rey Haakon VI de Noruega. 
-Yo no elegí esta vida. -dije en un tono muy bajo de voz. 
-Basta de esa estupidez, tendrás que aceptarlo. -culmina y se marcha de la habitación.

Detrás de sus espaldas quedó, un muy denso, malestar. Él tenía razón pero hoy es diferente que hace 4 décadas, el asumió con 30 años, casándose con mi madre a sus 28, nací 10 años más tarde y mi hermano, Magnus, 4 años después de mi. Con esos años ya era rey y uno muy poderoso en la región, logrando, hoy en día, el indice de desarrollo humano más alto del mundo. Mi padre, con casi 70 años, está cansado y necesita un sucesor. Ese sería yo, de no ser porque no quiero serlo.
De niño me han criado para ser rey, desde clases especiales, dar ejemplos a otros niños, amabilidad que nunca tuve genuinamente y rencor acumulado por no poder jugar con mis amigos. Mi niñez fue terrible, siempre vistiendo de trajes incómodos y con muchas personas mirandome las 24 horas del día. Eso no era problema hasta que llegó la adolescencia, los 16 años y las hormonas estaban activas, quería conocer mujeres, beber alcohol, tener amantes y conducir como loco, eso no pasó. Todo lo contrario. Me pasé encerrado gran parte de mis adolescencia por miedo a ser corrompido. Tomando clases de piano que siempre odie, montando a caballos y leyendo historia vikinga que nunca me importó, simple y llanamente porque no es de mi época. 
-esto provocas, hermano, enojo en nuestro honorable padre. -dice Magnus, provocando más rencor en mi. 
-cierra la boca, nadie pidió tu opinión, suplente del rey sucesor. -digo a regañadientes mientras me mira con ojos de envidia. 
-tranquilos, es lo último que necesita nuestra familia, un conflicto de hermanos. -comenta, mi madre, muy triste y se marcha de la sala del trono.

Al verla partir, solo di una mirada fugaz a mi hermano y me fui a mi dormitorio, quería acostarme y dormir un poco, es mi día libre y no tengo obligaciones que cumplir.

Pienso que mi hermano debe ser el perfecto sucesor, todo lo contrario a mi, el ama la idea de ser rey algún día, tener el poder, ayudar a las personas, tomar decisiones, estar al mando de un país tan rico y muy bien asentado en el mundo. 
Las fortalezas de mi hermano son naturales, en mi caso, son fingidas y obligadas, las obligaciones que tenemos son muy pocas en comparación con la de mis padres. Son demostraciones de que somos buenos chicos y nada mas. 
En una ocasión, le dije a mis padres que quería realizar una excursión por Bergen y, en realidad, me fui dos semanas de fiesta a Hamar, me divertí tanto que no quería volver al palacio, me realicé un tatuaje del tamaño de toda mi espalda y unos cuantos más en mis piernas, siempre quise tener uno y la adrenalina de libertad no me dejó parar. 
Al enterarse, mis padres, despidieron a mis dos guardaespaldas y ordenaron escoltarme al palacio. Mis padres estaban demasiado desconcertados. Admito que siempre realicé travesuras de este tipo pero nunca uí del palacio. Mi padre gritaba como si se fuera a quedar sin voz y, mi madre, solo fruncía el ceño y evitaba llorar. Estuve encerrado dos meses, aprendiendo historia europea. Esto fue hace 2 años y aún recuerdo la diversión que tuve. 
A mis 28 años, consideró que estoy listo para irme de aquí para siempre. Que mi hermano sea el rey que siempre quiso ser y yo ser el hombre libre que anelo desde adolescente. 
Anoche, me fui de fiesta con unos amigos que saben que soy príncipe pero me tratan como uno de ellos. Nadie me conoce, son personas muy cercanas las que saben mi verdadera identidad.
La fiesta estuvo tan divertida que desperté con una joven, muy guapa, a mi lado. Estaba en un motel con ella y solo decidí irme, vistiendo como si fuera un guardaespaldas real. El disfraz perfecto, solo pertenezco al servicio de seguridad real, la excusa perfecta para entrar y salir del palacio a mi antojo.

De tanto pensar en mis proezas, decidí dormir.

*Del otro lado del mundo*

-Con esta benda, esa herida estará perfectamente en 2 días. -dijo el doctor mientras volteaba para llamadas a mis padres. 
-Gracias, espero que así sea. -comente con pocos ánimos. 
-ven, Génova, vamos con tus padres. -me llamo el doctor, colocando una mano en mi espalda.

Al salir del pequeño consultorio de emergencia, vi a mis padres hablando con varios policias sobre lo sucedido hace un rato. Un intento de secuestro que me dejo herida a mi, por muy poco, y con varias fracturas en el cuerpo de una de las personas encargadas de mi seguridad. 
Mis padres son unas de las personas más ricas de esta ciudad. No es la primera vez que sucede pero si estuvo demasiado cerca.
-¿qué necesitamos, oficial? ¿Más personas de seguridad? -dice mi padre, enojado. 
-investigaremos. -dijo el oficial y se marchó.

Solo observé a mi padre que estaba muy enojado, con miedo. Yo solo estaba conmocionada por la situación y me coloqué al lado de mi padre, buscando refugio, quizá... 
La situación fue tensa, mi guardasespaldas, George, estaba conduciendo mientras me contaba sobre su hijo que empezó la escuela, estaba contento y se notaba muy orgulloso pero algo incómodo con esto de que su pequeño hijo, haya crecido tan rápido, cuando una camioneta negra se detuvo frente a la nuestra y bajaron 3 hombres. George sacó su arma y les disparó, dos de ellos empezaron a golpearlo y yo salí corriendo hacia unos arboles de la carretera, tomé un pequeño arma que estaba escondida en la camioneta y uí, tomé mi celular y marqué al 911, con tanta suerte de que había una patrulla cerca de nuestra ubicación, al ver esto, los delincuentes subieron a su camioneta y se marcharon, yo corrí tras George, que se puso de pie como pudo y se subió a la camioneta, yo le tomé de su brazo, tratando de no lastimarlo más, le ayude a sentarse. 
Sentí mi corazón partido al verlo golpeado y sangrando, sus quejas me dolían. 
-¿estás bien, George? -pregunté entre sollozos. La pregunta más estúpida de todas.
-estoy bien, tranquila, ¿tu? -dijo entre suspiros y quejas.
-no me hizo nada, gracias a ti. -dije y me lance a abrazarlo, tuve tanto miedo por mi vida y la suya, de solo acordarme me da un escalofrío en la espalda. 
Los policías llegaron y nos escoltaron hasta la sala de emergencias, allí estaban mis padres y más agentes de la ley. 
Solo fui corriendo a abrazar a mis padres, que al verme, gritaron y lloraron como yo.



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En el texto hay: reyes, amor, amor dolor dulsura

Editado: 09.12.2019

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