Radiant Imara Goldenheart.
La Diseminadora Carmesí.
La salida del amanecer tiñe la cosecha de sangre.
Con la caída de las barreras los demonios en las fronteras no parecen ser afables.
Esperando expandirse el Reino Carmesí no parece temer hundirse.
Pero los demonios carmín serán extirpados por Radiant, La Diseminadora.
Dorado su cabello de oro y fría su mirada gris ella será la aradora.
Para su tarea cumplir la Espada Sagrada Talia forjó.
Con ella el curso de la guerra cambió.
Aunque no fuera el caso, cierto individuo realmente sentía que estaba más muerto que vivo. Las heridas en su cuerpo debido a los abusos agresivos, golpes y extraños fetiches de sus captores empezaban a acumularse demasiado y su cuerpo las soportaba menos.
Hay que sumarle a todo esto el lugar donde lo habían mantenido encerrado, se trataba de un sótano hecho de tierra al cual no llegaba la luz del día. Se encontraba rodeado con muchos otros seres de otras especies, pero a ninguno le quedaban fuerzas para hacer nada, les daban de comer demasiado poco y los desechos de todos se juntaban en el mismo lugar donde dormían.
Ya se había perdido la cuenta de cuantos días llevaba encerrado, la única forma de saber cosas del exterior era cuando alguien de esa organización secreta llegaba para desahogarse con ellos. O en el peor de los casos cuando venían a tirar a otro ser que habían capturado, periódicamente se sacaban personas de allí y se agregaban nuevas. Nadie sabía que hacían con ellas, pero no regresaban más.
Pero fue entonces que de repente, todos los seres capturados allí abajo se asustaron. Empezaron a sentir pasos en la planta de arriba y eso nunca significaba nada bueno, aunque esta vez fue diferente, no bajaron Szenienses portando mascaras blancas con el dibujo de una Aureola Negra.
Se trataba de seres diferentes, por sus características uno podía concluir que quizás eran Vermibus quizás, hace un tiempo hubo un Vermibus niño aquí, quizás venían a rescatarlo, aunque habían llegado tarde. Él, su nombre ¿Cuál era su nombre? Él ya no lo recordaba, pero vio como uno de esos seres, con pequeñas alas y una larga cola, se acercó para revisarlos.
Él casi no tenía fuerzas para moverse y sus ojos estaban casi entrecerrados por los moretones a su alrededor. Fue entonces que vio a alguien más joven intentando abrir una caja, esa caja, contenía lo único que le quedaba como legado de su país. Ya que moriría en cualquier momento decidió sacar energías de donde no tenía para intentar detenerlo, aunque lo único que pudo lograr fue arrastrarse hasta la reja que dividía en dos en sótano y decir. –Mi…o… –Y por el exceso de energía se terminó desmayando.
No sabía cuánto tiempo había pasado porque estuvo inconsciente, pero sintió que fue mucho, mucho tiempo hasta que su cuerpo recuperara la energía suficiente como para permitirle la desgracia de abrir sus ojos una vez más.
Sin embargo, ya no se encontraba en esa asquerosa prisión llena de podredumbre, sino que en un lugar abruptamente diferente. A pesar de la dificultad él movió su cabeza un poco a ambos lados para averiguar donde se encontraba, parecía tratarse de una inmensa caverna subterránea.
Su cuerpo había sido dejado cuidadosamente al lado de un gran árbol marrón que expandía el dominio de sus raíces por encima del suelo y soltaba pétalos rosados en una pacífica lluvia armónica <Ya he muerto, esto debe ser el Reino Espiritual> le dolía pensar, pero, aun así, lo intentaba.
Escuchó a alguien chasquear la lengua desde fuera de su campo de visión. –Por fin despertaste ya estaba empezando a pensar que habías muerto.
<¿Quién? ¿Quién es? ¿Es el guía de los espíritus?> Él logró escuchar unos pasos en los ladrillos de piedra del suelo que se acercaban a su dirección, y fue entonces que lo vio. Parecía ser alguien joven, vestía extraña ropa de tela negra y su piel era pálida como la porcelana.
–Te coloqué un anillo de curación para que sanaran tus heridas –explicaba el ser parado delante de él. Tenía cabello negro y rulado que cubría toda la mitad superior de su cabeza incluyendo los ojos, pero de su frente salían dos enormes cuernos negros y su boca estaba llena de colmillos.
No tenía alas, así que sin duda se trataba de un Glyptami, tampoco parecía un Vermibus de momento <¿No es el Reino Espiritual? ¿Es el Reino Carmesí?> llegó a esa conclusión. Mientras tanto su nuevo captor inclinó la cabeza para un costado como si esperara alguna respuesta. –¿No sabes hablar? –preguntó con un tono inocente.
Fue entonces que él se dio cuenta, intentó abrir su boca, esta le temblaba demasiado y aunque quiso mover su lengua para sacar palabras no lo consiguió. Triste él cerró su boca otra vez y se llevó las manos a la garganta.
El demonio lo analizó de arriba hasta abajo. –Ya veo, bueno. Espero que eso sea algo que podamos resolver pronto. Por otro lado, no pareces ser un Szeniense, o sea, las heridas en tus orejas cortadas muestran que eran puntiagudas como las de ellos. Pero tienes tres iris en cada ojo.
Repentinamente parecía que el pecho de ese demonio se inflaba más, su corazón se aceleraba de la emoción y eso podía notarse en la forma apresurada en la que empezaba a hablar. –¿Serás alguna variación genética rara de la especie? –Casi parecía que iba a salir baba de su boca.
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Editado: 27.06.2024