Tal vez aprovechar el tiempo con las personas que adoras debería ser más lento. Nunca sabes cuando podría cerrar los ojos, dejar de latir su corazón o escuchar sus palabras por última vez. Apreciar a los seres queridos aunque sea un minuto, es especial.
Tal vez si todos supiéramos cuándo esa persona importante en nuestra vida va a dar su último aliento sabríamos apreciar más su presencia, escucharle atentamente y prepararnos para su adiós. Pero, nadie está listo para un último adiós.
—Pero que Dios se apiade de nosotros y nos dé más tiempo para poder prepararnos. Porque viene la lucha de aceptar que esa persona se fue, que nunca regresará. Solo toca esperar que uno mismo cierre sus ojos y que nuestro corazón deje de latir, para volver a ver a esa persona especial. Y que Dios perdone nuestros pecados para acompañar a esa persona, junto a la eternidad, y que el tiempo transcurra más lentamente para aquellos a quienes aún no les ha llegado ese dolor en el pecho. Tal vez, aceptar es saber que el dolor más grande es ver cómo meten su ataúd bajo tierra, y que a los pocos meses empezarán a olvidar su voz y su rostro. Solo quedarán los recuerdos y las fotos