Una sombra oscura se dispersó por el cristal del valle, como un tsunami que inunda la costa hasta sumergirla, llevándose a su paso todo lo que está en su camino. Las nubes se tornaron oscuras como si todo el valle estuviera tratando de engullirnos.
Sacudí a Caroline por los hombros un par de veces, haciendo que despertara. Me miro soñolienta, y confundida por el desmayo, clavo su vista en el horizonte, notando aquella sombra que se acercaba acerba a nosotros; se colocó de pie rápidamente impulsada por el miedo.
Ambos comenzamos a correr, por el cristal que parecía cada vez más resbaladizo. Varios pájaros cruzaron el cielo, escapando de la oscuridad que trataba de cubrir el valle. Gire mi cabeza para ver como los rezagados fueron engullidos por la sombra, secando sus cuerpos como si drenara toda su energía, y luego cayeron muertos.
Corrí lo más fuerte que pude, sintiendo como éramos alcanzados por una terrible energía maligna, era una oscuridad completa, sin embargo, pude escuchar en mi cabeza varias voces que provenían de su interior llenas de ira, de dolor, en un chirrido horrible – encuéntranos, te atraparemos, libéranos -
Perdí el conocimiento, aturdido por los sonidos en mi mente, luego todo se volvió borroso y caí al suelo completamente debilitado. Lo último que logre ver, fue a Caroline tomando mis manos, intentando levantarme, mientras su rostro dibujaba una expresión de desesperación. antes de que todo se volviera oscuro, en medio del dolor, alcance a pedir a los dioses por el bienestar de los demás, por Liana aun sin saber lo que había estaba sufriendo, por mi esposa para que encontrara la paz eterna y por Ares para que encontrara lo que buscaba en Dubon.
A varios kilómetros hacia el oeste del valle de los silencios se encontraba la ciudad natal de Kalisa, un lugar frio que pasaba la mayor parte del año en un invierno profundo. con sus ríos congelados, y Llena de edificios con estilo moderno, que combinaban diseños innovadores usando el hielo mágico que había en las montañas del norte con varios tipos de metales brillantes y cristales multicolores.
Ares se encontraba en la entrada de Dubon junto a Kalisa, los ciudadanos que se encontraban en ese momento en el lugar quedaron sorprendidos por la aparición repentina de la princesa. Después de llevar un año desaparecida.
En unos instantes aparecieron los guardias reales quienes llevaron a Kalisa y a Ares hasta le castillo donde se encontraba Utei el rey de Dubon y padre de Kalisa. El helado edificio cubierto por la nieve se imponía en el extremo norte de la ciudad.
El padre de Kalisa un hombre alto de barba y cabello completamente plateado, sin poder esperar para ver a su hija, salió a la entrada del castillo, corriendo hacia a su hija para abrazarla con todas sus fuerzas al verla.
Esa noche la ciudad celebro una gran fiesta por el regreso de Kalisa, el castillo ofreció un gran banquete, pero la usencia del rey y los dos hermanos de kalisa. fue notoria para todos, principalmente para ella que espera estar con ellos toda la noche después de tanto tiempo. pero después de que kalisa durara casi dos horas contando como había sido raptada aquella noche cerca de las montañas. Como todos los años Kalisa se había preparado para realizar la ofrenda en el altar del dios Boreas ubicado en las montañas. Era el único deber inaplazable que tenía como sacerdotisa, para evitar que el poder del hilo y de su dios los abandonara. Era la única fecha del año donde salía de la ciudad, y eso había sido aprovechado por los hombres de Argerion para secuestrarla.
Después de haber realizado las oraciones en el altar y haber dejado la ofrenda, habían aparecido tres hombres que la había rodeado. Kalisa había intentado usar su magia, para escapar, pero sin tener tiempo de defenderse, había caído dormida impregnada por el polvo de sueño que llevaban aquellos hombres.
Cuando había despertado, estaba encadenada en aquella prisión, sin saber que sucedía, ni en qué lugar estaba, luego le había contado a sus padres y a sus hermanos toda la tortura a la que había sido sometida.
Sus hermanos no pudieron evitar derramar algunas lágrimas mientras escuchaba la tortura que había sufrido Kalisa en aquel lugar, los experimentos realizados con la sacerdotisa fueron interminables intentando extraer su poder.
A la mente de Ares llego el recuerdo de Alika, y todo el sufrimiento que le habían infligido, igual que a kalisa. En medio del salón del trono kalisa se quitó sus vestiduras quedando en ropa interior. Su cuerpo tenia cicatrices de agujas en sus extremidades que había obtenido en un ritual de extracción, parecido a un ritual de exorcismo, la habían clavado a una tabla mientras realizaban el ritual, cubriéndola con diferentes aceites calientes mientras recitaban las oraciones del ritual, adicional, tenía quemaduras y cortadas en las extremidades y el vientre y realizadas durante un rito de almas de fuego, el cual consistía en aplicar fuego mágico la persona, y luego realizar inscripciones especificas con el fin de separar el alma y su poder, del cuerpo, pero era un rito prohibido, debido a la crueldad de este y adicional la mayoría de las personas morían antes de que se completara.
El rey como cabeza de la ciudad y gobernante de las tierras del norte, fue el único que no lloró ante la historia de su hija, pero esto no evito que sintiera su dolor, sembrando la semilla de la venganza en él. Así que mientras nosotros estábamos en el banquete, el padre de Kalisa y sus hijos estaban preparando una manera de conseguir venganza.
Kalisa aprovecho la ausencia de su padre para ir al altar de Boreas, sabiendo que su padre se lo impediría si se enteraba. Pero ella tenía una responsabilidad que cumplir, a pesar de lo sucedido, esa noche se cumplía un año exacto de su última ofrenda y ella debía mantener el poder de su dios.
Ares acompaño a Kalisa en medio de la nieve, por el camino que daba a la montaña. A medio camino entre la cima y la base de la montaña, estaba el altar, cubierto por un arco de piedra que formaba la montaña. El altar se escondía en medio de las rocas, iluminado parcialmente por la luz de la luna que se extendía tenuemente por el suelo.