No pude comprender nuestro error, seguir a una simple voz, una voz embrujada, luego un lobo nos ataca y ahora caminando a través de un camino color verde oscuro a sus costados multitudes de elfos mirando con asombro que no nos hayan asesinado.
Luego una mirada, no era una mirada cálida, ni tampoco fría sino una mirada que sabia quien éramos y de dónde veníamos, ¿pero porque no nos mandó a asesinar? no lo sé.
Nos acercamos hasta el palacio, hasta cruzar la gran puerta verde custodiada por guardianes del bosque, y nos adentramos hasta el centro del lugar, y allí estaba, la gran Reina Alipze ama y señora de los bosques del sur, sus únicas palabras al vernos, simples:
—Grandes guerreros de antaño, les ofrezco un día para que puedan quedarse, a la mañana partirán a través del Rio Safu, allí regresaran a sus amadas tierras—
Mis ojos mirando a la reina, y sintiendo una sensación de horror, no evite inclinar mi cabeza, la reina se percate de ello, y con una sonrisa mí dijo:
—Creo que estos guerreros necesitan descansar, deben estar muy débiles. Pueden ir a dormir, mañana podrán marchar en paz—
Sus palabras se oyeron como la dulce melodía de los pequeños pájaros en primavera, nos dimos vuelta, y marchamos a nuestros aposentos señalados a descansar, arboles enormes con grandes camas colgantes. Avanzada la noche, y mis ojos que no pueden cerrarse, miro al cielo oscuro donde las únicas luces son las estrellas, no pude seguir mas, debía irme, tome mis cosas, y baje hacia un rio donde habían muchas canoas blancas y pequeños barcos de transporte con una gran punta y velas blancas como las nubes, allí se encontraba la reina, abriendo sus brazos me abraza y al oído sus palabras susurro:
—No temas al olor de la guerra, Rey Keimit, es la única forma de arrodillar a los tiranos, y proteger a los indefensos, en estos tiempos difíciles—
—Pero no se qué puedo hacer…estoy muy perdido—
—No te pierdas en donde debes reinar con sabiduría, se noble, y justo pero también lucha con valor—
Esas sabias palabras, no las olvidare, la reina ordeno a algunos soldados a ayudarme con la canoa, y en ella puse mis cosas y zarpé ¿hacia dónde?, no lo sé, pero sentía que iba por buen camino, por ello seguí.
Por tres largos días a través del rio, mis suministros se agotaron, mis brazos cansados y sintiendo el cansancio no tuve más alternativa que simplemente desembarcar a la costa rocosa de las montañas Isub.
Desorientado, decidí caminar hacia el este, a través del borde del rio, rocas, y rocas por mi camino, hasta que llegue al bajar el sol a un aserradero enano, y a donde llego mi vista una gran mina, acercarme era muy difícil ya que estaba protegido por enanos, pequeñas criaturas con barba grandes mineros y guerreros con armas como hachas y mazos, no pude observar con claridad que unos guardias logran capturarme, y llevarme hasta Glarmin El Demonio el gran jefe de los enanos:
—¿Quién eres tú? ¿Y a que vienes a mis tierras? —Glarmin
—Yo…..mi señor solo estaba perdido, no quería irrumpir en sus tierras—Keimit
—¿Dime guerrero, de donde eres? —Glarmin
—Vengo del gran Reino de Geopcia, al sur de aquí—Keimit
—A si…Geopcia, tuvimos muchos inconvenientes con ese lugar, son tiranos y son feos…dame una razón para que mis hombres no te arranquen la cabeza con sus hachas
Su pedido se hizo realidad, de entre mis cosas saque la gran espada roja, y todo enano que estaba a mí alrededor quedo asombrado, incluso Glarmin:
—No puede ser, esto es increíble, eres el último rey de la gran dinastía—
—¿Qué? ¿De qué hablas? —Keimit
—Esa arma es la que utilizan los legítimos reyes de la dinastía Dragón, el arma más poderosa que existe—Glarmin
—Soy entonces…—Keimit
—El rey de Andurill, el reino de los fuegos emergentes—Glarmin
—No entiendo que ocurrió ¿Porque no estoy en el reino como su soberano? —Keimit
—Ese reino fue…—Glarmin
—¡¡¡¡Cuidadoooooooooooo!!!! —Vigilante enano
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Editado: 23.10.2023