Las cosas no habían sido las mismas y estaba segura de que jamás lo serían ya habíamos castigado a los rebeldes y despojado de sus títulos a los infieles, el emperador había mandado a llenar una de mis habitaciones de flores en forma de agradecimientos, lo curioso era que era la flor de las nieves en el lenguaje de las flores significaba coraje, osadía y nobleza, los emperadores solo se los daban a sus hijas. El príncipe cruza la mirada conmigo un segundo antes de irse, quería decirle algo, pero no me salían las palabras y al ver que el me ignora hace que me duela, me dolía más el pecho con su indiferencia.
Alexandra me consolaba con el hecho de que ya se le iba a pasar. Pero ahora más centrada pude actuar mejor, me había contagiado de lo que había allí, la avaricia y el poder es contigiosa, aunque se les olvidé pensar en ello, si eso me había pasado en este momento no quería saber el alcance que iba a llegar cuando sea emperatriz. En esta situación dudaba realmente el ser Emperatriz, la presencia de Christie me saca de mis pensamientos que pesaban.
—¿Está bien su majestad? — Me pregunta Christie, llevándome al exterior.
—Si, solo estoy cansada ¿Noticias de mi esposo? — Le pregunto y miro como Riddle sube al carruaje. Habíamos tomado el palacio del antiguo Rey como nuestro asilo y por decreto real sería una de las provincias que gobernaría Riddle. Los caballeros pasan y algunos siguen mirándome mal pues mi nombre aun no estaba limpio del todo.
—Se dice que es un hombre abatido por la ausencia de su... — Le hago señas para que continue —. Mala esposa y busca consuelo en otros brazos.
—Es decir ¿Están justificando su infidelidad? — Le pregunto y ella asiente con la cabeza, le hago señas para ir al campo de entrenamiento —. Solo buscan maneras de hacer ver a la mujer como la mala de la historia.
—Aunque no lo crea. Usted está cambiando la historia al ser la primera mujer en ir al campo de batalla su alteza — Me detengo a ver cómo están practicando el uso de espada. Si hubiera sabido de que las mujeres también hubiéramos podido entrar hubiera sido una opción, admiraba con las chicas se esforzaban e incluso llegaban a ser más fuerte que cualquier caballero.
—Atención, reina Vanessa De Luca Arimendi — Los caballeros se quedan quietos evitando hacerme una reverencia, en la nobleza si tus caballeros no mostraban respeto con una reverencia, significaba que no estaban dispuestos a dar su vida por ti no esperaba que lo hiciera, pero me sorprendían sus agallas pues podían ser castigados —. ¿Qué demonios les pasa? Atención, el príncipe heredero Riddle.
Me volteo para hacer una reverencia, pero el niega con la cabeza.
—¿Y el respeto hacia su majestad la reina? — Pregunta Riddle haciendo presencia.
—Su majestad, alguien que le dispara no merece respeto — Dice uno de los caballeros, su nombre era Lee Connor, era un hombre de carácter pasible proveniente de la provincia japonesa, me sorprendía su comentario y más con la frialdad en la que le respondía al príncipe, notaba el ambiente tenso.
—Sin ella no hubi... — Lo interrumpo para acercarme a él.
—Tiene razón, le dispare a nuestra majestad. Pero ustedes también mataron personas, miraron morir amigos hicieron lo que pudieron para sobrevivir al igual que yo. No me disculpare porque eso me garantizo la victoria. Mas bien no me disculpare con ustedes y no pienso cargar más con una culpa incomprendida — Miro a todos los caballeros presentes quienes me miraban con coraje, noto algo en los arbustos de atrás era como si algo estuviera viniendo hacía nosotros. Dios santo aún quedaban rebeldes, saco la espada de Lee —. Atención infieles.
Grito señalando la parte de atrás de nosotros, me aproximo para dar un golpe seco en el pecho de uno provocando que caiga, uno se abalanza sobre mí, con este maldito vestido era difícil patear pues la crinolina impedían que los golpes llegaran, los ojos de mi atacante estaban llenos de miedo, no era una mirada con gusto, pone ambas manos en mi cuello, apretando fuerte, tomo una roca y se la estrello en la cabeza y con ayuda de Riddle lo apara de mí, mientras me levanta para incorporarme a la falta de aire.
—Huye — Me dice dándome una espada, pero no era momento de eso, rompo la crinolina para poder estar mejor, la falda seguía siendo larga pero no podía hacer más y era mala idea quedarme en ropa interior delante de todos —. ¿Qué no me escuchaste? Vete de aquí.
—Huya usted majestad — Lo miro a los ojos —. Sálvese usted.
Eran más de los esperábamos, no nos superaban en número, pero si eran bastantes.
Una flecha vuela hacía nosotros a gran velocidad, trato de ubicar al arquero entre las personas que se acercan hacía nosotros, era difícil pelear con una espada tan pesada y sin estar en una buena posición me movía de mala manera, todo sería más fácil con un arco, pateo la pierna de uno mientras cae de rodillas visualizo al único arquero que quedaba, quien apuntaba a Riddle, encajo la espada en el caballero enemigo. Me muevo lo suficiente para empujarlo, pero él era más fuerte que yo por lo que no se movía, me mira confundido, se negaba a reaccionar y por consecuencia la flecha da en mi espalda, nuestros ojos se conectan unos segundos antes de caer en sus brazos, mientras caballeros nos rodean.
—Vanessa ¿Qué demonios? — Me dice Riddle tomándome.
—Príncipe, esta envenenada. La flecha tiene veneno — Escucho hablar a otro de los caballeros, quien revisaba mí espalda. Me dolía, pero no lo suficiente para gritar, solo lanzaba quejidos al momento de que me movían y me tocaban, a pesar de tener corsé había entrado muy adentro.