El Rey Sádico [saga Griegos #3]

Capítulo 10

Mika

—No sé a qué te refieres —Pythia cerró su bata.

—Sabes a que me refiero, ahí abajo si hay vida —me pasé la mano por el rostro.

—Sólo fue un momento — fruncí el entrecejo —Aunque eso no pasaba hace mucho tiempo.

— ¿Mucho tiempo?— la miré por un momento, luego le di la espalda.

—Si —me encogí de hombros—Voy a dormir.

—Mika—avance hacia él —¿Ya lo habías intentado?

—Si —desvié la mirada —Fue vergonzoso Pythia, no lo intenté una sola vez fueron varias veces hasta que me aburrí de intentarlo.

— ¿Tiene cura?— ladeo el rostro.

—No estoy enfermo, según los médicos es mental, mi mente me tiene bloqueado.

—Pero ahorita pasó —asentí.

—Fue un momento — se acercó más a mí y me miró a los ojos.

— ¿Por qué tu mente te ha bloqueado? —sonreí con ironía.

—Si lo supiera ya lo habría tratado—me aparté de su cercanía— ¿Dormiste con tu ex? —metí la mano en mis bolsillos.

Pythia me miró a los ojos.

— ¿Te importa?—su mirada era retadora.

— Obviamente no— eche un último vistazo a las fotografías— Me has dado esperanzas de sanar, tengo muchos planes.

Se acercó a mí.

—Tocas a la institutriz y tu impotencia no será temporal — enarque una ceja.

—Tú si puedes hacerlo—señalé las fotos con una inclinación de cabeza.

— ¿Me ves desnuda? ¿Me ves teniendo sexo con él? ¿Estamos en una cama?—cada palabra que decía se iba acercando a mi—Nuestras fotos si fueron muy reveladoras porque si estábamos en una cama.

Apreté los dientes

—No quiero hablar de esa noche Pythia.

—Yo sí, es tiempo de aclararlo todo.

— ¡Dije que no!

Me aparté de su lado

—No quiero hablar de eso Pythia.

—¡Yo sí! — me sujetó del brazo mientras yo trataba de marcharme.

—Dije que no Pythia —me solté y me dirigí a la puerta —Buenas noches.

Salí de ese cuarto molestó.
Cuando llegue a mi cuarto, me tumbe boca arriba en la cama y no dejaba de pensar, hacía años que pensé que mi pene había muerto, pero hoy medio se levantó diciéndome que estaba vivo. ¿Pasaría sólo con Pythia? Miraba a Yalena, era hermosa, tenía un cuerpo espectacular, pero no había movimiento ahí abajo, quizás era porque no había contacto entre nosotros.

Cuando abrí los ojos ya había amanecido, me levanté con muchos ánimos, cuando baje a desayunar Yalena estaba en la mesa, sus ojos me recorrieron de la cabeza a los pies, me sentí ahora un poco incomodo ahora sabía cómo se sentían las mujeres cuando las veíamos como un delicioso pedazo de carne.

— Buenos días—me senté en la mesa y ella me sonrió.

—Buenos días su majestad, ¿tuvo buena noche?

—Así es— hasta ese momento caí en cuenta lo que me dijo Pythia, me iba a dejar impotente para siempre si se me ocurría acostarme con Yalena.

—Le serviré el café — iba a negar cuando se puso de pie, tomó la tetera de plata y se inclinó tanto hacia mí que fue imposible que mis ojos no cayeran en ese escote, no llevaba sostén, desvié la mirada.

— ¿Necesita algo más?— clavo su mirada en la mía, lamió sus labios.

—Gracias Yalena—tomé la tasa de café y me la llevé a los labios, vi esos grandes pechos casi en mi boca y no sentí nada, ni un pensamiento impuro se pasó por mi mente, bajé la mirada donde mi amigo el medio vivo, pero no hubo ni el más mínimo movimiento.

—¿Dónde está mi hijo? — Altaír entraba en ese momento.

—Desayuno temprano alteza, ahora está en su cuarto de juego.

Cuando iba a preguntar por Pythia, ella estaba entrando al comedor, vestía unos shorts cortos mostrando esas largas piernas, una blusa escotada, mis ojos se perdieron en ese cuerpo.

—Buenos días Mika — tomó una cereza y se la llevó a los labios, mis ojos se perdieron en esa boca y deseé ser yo la cereza o mejor dicho una parte de mi.

Me removí en mi silla al darme cuenta que me amigo volvió a decirme que estaba vivo.

Tomé otro sorbo de café para tratar de calmar a mi amigo, eligió el peor lugar para despertar, enfrente de los empleados, Altaír y sobre todo Yalena, lo menos que quería eran sus ojos en mi bragueta, capaz se me tiraba encima y lo liberaba, apreté los dientes por que la imagen que se vino fue la de Pythia.

—¿Estás bien Mika?— miré a Pythia y solo asentí, temía que mi voz fuera un gemido.

Procedí a empezar a comer fruta, no deseaba probar el salchichón asado que había en la mesa, mis pensamientos estaban siendo muy sucios esta mañana, esperaba que al levantarme de esa mesa mi amigo estuviera ya dormido.



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En el texto hay: romances, perdon, amor

Editado: 09.02.2019

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