Narra Bernard:
-Tiene que estar aquí. –Les decía mientras hurgábamos en la caverna, llegamos a un lugar donde el aroma de Draggon inundaba la estancia, pero ni rastro de él.
-Es como si se lo hubiera tragado la tierra. –Pronuncia Brad tanteando la rocosa pared.
-Señor. –Royner llega corriendo. –Atrapamos a alguien que puede interesarle.
Lo seguimos, tener a Brad en nuestro equipo fue una pieza elemental para poder tomar la mina, nos dio amplia ventaja. Aunque éramos menos, los acorralamos y eliminamos en pocos minutos, sin tomar en cuenta, que veníamos preparados con el armamento necesario.
Llegamos donde unos viejos vagones se encontraban aún en sus respectivos rieles, se asomaban sombríos. Hincada y atada de manos, se encontraba Aranella, no tomamos sobrevivientes, pero ella en particular, era de nuestro interés.
-Intentaba escapar cuando la detuvimos, estaba acompañada de otros dos pero no tuvieron tanta suerte. Pensamos que te gustaría interrogarla.
Nella me miraba con precaución, no con temor, sino más bien, como esperando, me desagradaba su sola presencia.
-¿Y bien? Ya me tienen, ¿Ahora qué harán conmigo?
-¿Dónde está Stone? –Le pregunto.
-No lo sé. –Respondió pero sabía que mentía.
-No lo sabes o no quieres decirlo.
-Púdrete. –Me escupió.
-Esos no son los modales de una señorita, pero claro, ese término no aplica para ti. Lo repetiré otra vez, ¿Dónde está Stone?
Guardó silencio y su mirada se perdió en uno de los vagones que tenía al frente.
-Encadénenla donde tuvieron a Drag, iniciaremos el interrogatorio. Si no deseas cooperar, lo haremos de la manera difícil.
-No me asustas. –Me sostuvo amenazante.
-Deberías. – Le sonrío de medio lado. –Anthony y Royner, cubran la entrada, no queremos compañía inesperada. Brad ve con mi hija, Aldo no es de fiar, puede que te necesiten.
Royner la encadena y nos deja solos.
-¿Dónde está Draggon? No quiero lastimarte pero lo haré, y lo sabes.
-No me hagas reír, tú no eres como él, tienes el corazón blando.
-Oh sí, quizás tengas razón, ¿Quieres que lo comprobemos?
Saco una cuchilla de plata, cuyo filo brilla con la luz de las bombillas.
-Tienes razón, no soy Drag, pero estuve ahí cuando torturaba, serás mi experimento. –Me acerco a ella. -¿Qué tal si iniciamos con tu hermoso rostro? –Paso la navaja formando una fina línea en la mejilla y un hilillo de sangre se desliza hacia su cuello. Aranella chasquea los dientes, su mirada es asesina, pero no me detendré hasta averiguar el paradero de mi amigo.
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Narra Annia:
James se convierte en aquella singular criatura, la primera vez que lo vi hacerlo me impactó, tanto como pude ver a los presentes mirarlo son asombro, menos Aldo, lucia tranquilo, demasiado para mi gusto.
-Las cosas que hubiéramos hecho juntos. –Le dijo. –Pero tu madre tuvo que huir. El vampiro que la ayudó a escapar pagó muy alta su traición, nadie se burla de mí. Pobre muchacho, esperando todos estos años tu venganza, para que ahora perezcas en mis manos. Es tu última oportunidad, únete a mí y te haré gobernar como mi mano derecha.
-Raptaste a mi madre, le arruinaste la vida, la llevaste a su muerte ¿Y osas pedirme que me una a ti? Estás muy equivocado conmigo, y tienes razón, he esperado mucho tiempo por este momento, y no cantes victoria aún Aldo, soy una caja de sorpresas.
-Como quieras muchacho. –Le sonrió de una forma siniestra, pero tenía fe en James, él era único, y algo en mi interior me decía que podía lograrlo.
-Annia. –Escuché esa voz. Volví a ver a mi alrededor ¿Era Drag? Sí era él, pero ¿De dónde provenía su voz? Me concentré, cerré los ojos y ahí estaba de nuevo “Annia”. Si hubiera sido híbrida el corazón me hubiera latido a mil por hora, pero eso ya no sucedería nunca más.
-Drag. –Respondí.
-Annia, necesito tu ayuda. –Su voz se escuchaba agónica.
-¿Dónde estás? –Me olvidé de lo que ocurría ahora mismo frente a mí, y me enfoqué en el sonido de su voz.
Editado: 07.01.2019