Manejo el control del submarino alejándome de la isla a la que consideraba mi hogar. El abismo del océano cada vez es más profundo y en un segundo, las luces automáticas se encienden para no dejarme en la más absoluta oscuridad.
Cualquiera de la superficie estaría ahora mismo aterrado por indagar estas aguas desconocidas, llenas de monstruos y secretos. Yo, sin embargo, hacía tiempo que lo deseaba. Aunque no de esta forma.
Y ya no puedo cambiar el hecho de que ahora este sería mi destino.
«Bienvenido a mi primer día como desterrado».