- CAPÍTULO CERO -
EL INICIO
De pequeño viví con una vida rodeada de mentiras, en un vecindario lleno de halagos y admiración por mi familia. Aquel entonces era un pequeño niño con cara de ángel sin que no se preocupaban si yo mataba una mosca del jardín. Era normal para ellos.
Muy normal que decían “Es un pequeño travieso” o simplemente “Cuida la naturaleza”. Hubo una temporada en donde escape con mamá, no entiendo el motivo, pero en la que experimente un cambio de aires. Cuando fui al colegio que mamá me puso, pude ver que no era como los demás niños, esos simplemente tenían en la cabeza en jugar o que les compren algo llamado Carros.
A mi no me interesaba ello, la verdad no entendía que quería por lo que me dedicaba totalmente en estudiar y en estar todo el día con un libro en la mano, pero siempre me aburrían. Cuando regresé y vi en la estantería de mi padre un libro de psicología, lo leí y me encanto lo que vi.
Mi motivación en leer esos libros fueron encantadores, pero luego vi sobre cuerpos humanos y de animales, no entendía bien porque me fascinaba, incluso cuando me iba a la cocina para ver a la sirviente cortar la carne de poco. Me gustaba.
Cuando tuve los ocho años, supe que no era normal. Mis padres eran otro caso, mi papá estaba fijado en su mundo y mamá… simplemente tenía ese carácter que cambia de vez en cuando. La vecina Samantha anuncio la llegada de su gato a su hogar y lo que vi me fascino, mamá a veces me dejaba en la casa de la vecina y me encantaba ver al gato muy de cerca, tanto que me daban ganas de ver su cuerpo por dentro por mis propios ojos. Pero lo ignore, si me descubrían hacerlo, era niño muerto por lo que me quede con las ganas de hacerlo en ese instante.
Y llegó el momento en donde me fui al bosque, solo porque vi un conejo blanco correr dentro, para aquel entonces, ya tenía una navaja en la mano que le quité de la oficina de papá. Fui por aquel conejo e hice lo que me fascinaba, mis manos ahora estaban manchadas con la sangre del animal como mi ropa.
Allí fue cuando supe que quería ser de grande.
Hasta que la voz de una niña me saco de mis pensamientos codiciosos. Una pequeña niña rubia de vestido rojo y un lazo en el cabello de color blanco junto a un oso de peluche. No podía verla más, me asusté por lo que me metí más en el bosque y fue cuando supe que no podía verme, estaba en la oscuridad… con el conejo muerto.
—No te acerques —dije, la chica se detuvo.
—¿Ah? ¿Quién eres?
—Yo… —pensé bien mi respuesta, —soy un niño y no creo que te guste ver lo que tengo
—Ok, me quedo aquí. ¿Cómo te llamas?
—Teodoro Barrie —maldigo mentalmente al decirle aquello.
—Un gusto, me llamo Olivia Harrison y estoy perdida por aquí
Recuerdo que pensé en otra cosa con el conejo de mis manos que se retorcida pidiendo ayuda, apriete su herida y este quedo muerto. Observé a la chica y vi como avanzaba en la oscuridad, viendo aquella escena con el conejo.
—No es lo que parece —dije, —Yo…
—Ha muerto. —dijo inocentemente, —Lo viste morir y quisiste ayudarlo ¿no?
Y en ese momento, mis ojos estuvieron puestos en ella.
—Si
—Ya veo.
Nos quedamos en silencio hasta que hablo.
—¿Me vas a regalar un gato?
—¿Eh?
—Quiero un gato, amo los gatos… —dijo desviando la mirada fuera del bosque.
—¿Y? Yo no te daré un gato —dije confuso. Por un momento, pensé en el gato de la vecina.
—Bueno, entonces dame un conejo y seré feliz. ¿Te gustan los gatos o los conejos?
—Los gatos son horribles —dije pensando en cómo deseaba matar aquel gato.
—¡Los gatos son hermosos! ¡Son una boda de pelos, gordos y muy dulces!
—No voy a discutir contigo sobre gatos…
—Bueno, ¿me ayudas a ver a mi papá? Me perdí en un vecindario que no conozco.
—Vale, pero… déjame lavarme las manos que toque el conejo… —observo el conejo y lo sentí un desperdicio, ya luego te recogeré.
Mis ojos estaban metidos en ella y años después, la encontré.
Eres la hija de una familia rica, estás más hermosa, aunque te pintas el cabello de negro. Tienes muchos amigos y tu padre es el alcalde de tu vecindario, me pregunto porque te perdiste en el mío cuando ni siquiera vivimos juntos.
Actualmente estás con pareja, aunque eso no me va a interrumpir mi plan. Y todo gracias a que mi padre fue experto en vengar su familia por mentiras y mi madre tener dos personalidades.
Son un monstro y quien me vea, verá que soy normal. Espero, que me recuerdes, Olivia Harrison.
MUY PRONTO, MÁS ACTUALIZACIONES.