Trece de septiembre…
Nos sentamos en la terraza del bar y pedimos cervezas. Miquel ha sido el primero del grupo en acabar sus vacaciones y volver al barrio. Nos ponemos al día, Yago le cuenta la historia que tuvo con Mar desde el principio y Miquel no para de preguntar, perplejo, cómo ha podido ser que nuestro amigo se haya convertido en un calzonazos en tan poco tiempo.
- He pensado en subir a la casa de la montaña. Venir y así recuperamos el tiempo perdido.- dice Miquel- Hay habitaciones de sobra, si quieres traer a esa tal Mar y la conozco, no me importa.- se dirige a Yago.
- ¿En serio?
- Claro, cuantos más mejor. Tengo curiosidad por saber quién es la chica que te ha enamorado hasta las trancas.
- Seguramente ella quiere invitar a alguien, ¿te importaría?
- Cuantos más mejor.- repite- ¿Quién es?
- Ariadna, su mejor amiga.
Trago saliva al pensar lo que estábamos haciendo esa chica y yo hace menos de veinticuatro horas.
- ¿La conocéis?- Miquel interrumpe mis pensamientos.
- Sí. Solemos salir los cuatro juntos siempre.
- No me jodas.- exclama nuestro amigo- ¿Tú sales con la mejor amiga?
- No.- me apresuro a decir- De hecho, nos ha costado llevarnos bien.
Evito la mirada de Yago a toda costa, él sabe que ayer fui al cine con ella y sigue esperando que le explique como fue y qué pasó. Claramente, lo del beso no lo va a saber, por ahora. No hasta que me asegure de que la mocosa no se arrepiente. El beso estuvo bien, para ser sinceros no me lo puedo sacar de la cabeza y estoy seguro de que ella tampoco. Empero, eso no quita que ella quiera repetirlo, después de todo, si a mí me dijesen lo que yo le dije posterior a un beso así, no querría volver a hacerlo. Aunque Ariadna no es así, claro. Ariadna no es como yo ni como las demás chicas con las que me he liado.
- Bueno…- carraspea Miquel, intentando descifrar la situación real- Iremos en mi coche. Nos vamos el viernes por la mañana y volvemos el domingo por la tarde. Os espero a todos en el portal de Yago.- saca un billete de la cartera y lo deja sobre la mesa- Tengo que pirarme. La familia barra comuna de mi padre está ansiosa por verme. Ser buenos, no hacer nada que yo no haría.- se despide, llenando el ambiente de carcajadas.
- Fuimos al cine y ya.- hablo, sintiendo la mirada de Yago encima- No vuelvas.- advierto, levantando el dedo índice en su dirección cuando abre la boca para reclamar más información.
- Está bien.- levanta las manos- Pero que sepas que lo que no me cuentes tú, lo hará Mar.
Espero que Ariadna no haya abierto la boca con su amiga, sino, tendré que responder a unas cuantas preguntas de las que no sé ni yo la respuesta.
Quince de septiembre…
- Aquí llega nuestra princesa.- grita Yago cuando me ve caminar hacia ellos- Llegas cinco minutos tarde.
- No jodas.- le doy la mano y luego a Miquel.- Oceanía, qué gusto verte.
- Eres imbécil.- habla esa voz a mis espaldas- No la llames así.
- Mocosa.- saludo, sin mirarla.
- Entrar al coche.- demanda Miquel- Con suerte llegaremos a la hora de comer a la casa.
- Voy delante.- me apresuro a subir al coche. Las quejas de la morena se hacen presentes.
- ¿Puedes parar el coche?- la mano de Ariadna alcanza el hombro del que conduce, desde atrás.
- Por supuesto.- dice amablemente- ¿Estás bien?
- Sí. No te preocupes.
Miquel aparca a un lado de la carretera y Ariadna baja con rapidez. Abre el maletero y rebusca dentro.
- Erik, ¿me ayudas?
- No.- contesto. Nos hemos evitado desde el primer momento que nos hemos visto.
- Por favor.- suplica.
- Tío, va. No te cuesta nada.- dice Miquel a mi lado.
Bajo del coche, perezoso.
- ¿Qué es lo que quieres?- pregunto. Lejos de contestar, la mocosa pasa corriendo al costado del coche y se monta con agilidad en el asiento del copiloto.
- ¡No! Bájate.- exijo.
- Ni muerta.- grita de vuelta desde dentro del coche. Forcejeamos con la puerta, yo intentando abrir y ella impidiéndolo. Me detengo cuando las enormes manos de Miquel se ajustan a mis hombros.
- No tenemos todo el día. Vete atrás.- intento protestar- Te callas, y luego me explicaras qué pasa entre vosotros.- baja el tono para que no nos escuchen.