Hannah
Hacía unos minutos había salido de la tienda, pero no podía caminar más, me encontraba con demasiados mareos para mi gusto y casi no podía dar un paso, mi cuerpo simplemente no me lo permitía, no sé qué rayos pasó, pero todo se volvió tan negro como mis recuerdos.
Mis ojos se abrieron de par en par y suspiré, hacía bastante calorcito aquí, me di la vuelta para acomodarme mejor, pero levanté mi cuerpo asustada, ¿dónde rayos estaba? en mi casa no había este tipo de cama y menos el tipo de edredón que me tapaba, miré a todos lados, no oía nada y no veía a nadie, me levanté y busqué mis sandalias pero lo único que encontré fue unas pantuflas llenas de pompones rosados, me miré al espejo y suspiré aliviada, traía mi propia ropa, solo me habían colocado un abrigo encima. La puerta se abrió y miré hacia allí para verlo a él
- ¿Tu otra vez? -para sorpresa mía, se ríe, no sé porque está tan relajado
-Si, yo otra vez-me tiende un vaso con jugo de lo que parece ser cereza o fresa, pero yo me quedo mirándolo, se encuentra vestido de etiqueta, muy diferente a como lo vi en la tienda, pero lo que menos me gusta es su rostro
- ¿Piercings de nuevo? -baja el vaso y me mira confundido
- ¿Qué problema tienes con los piercings?
-Te hacen parecer…-aparté la mirada de esas argollas y miré sus ojos- Malo -él sonríe mientras me brinda el jugo de cereza y esta ocasión si lo acepto
-Te desmayaste-tomo un sorbo, ¡Dios! Sabe delicioso -Estabas pasando demasiado frío -desvío la mirada al suelo- Te traje a mi casa, y te brindé cobijo, un piercing no dice nada de alguien-trago saliva, es verdad lo que dice, pero afeaba su rostro grandemente
-Puede que sea verdad, pero no me gustan como te quedan-me encojo de hombros mientras termino de ingerir el jugo de cereza delicioso, aunque él se echa a reír, lo miro y veo como se acerca demasiado a mi rostro
-Al que le tienen que gustar es a mí-lo empujo para alejarlo discretamente y le saco la lengua
-Yo nada más decía-él se rió y no pude entender como mi comentario no le molestaba
- ¿Por qué me miras así de repente?
- ¿Cómo puedes simplemente ignorar la opinión que tienen de ti? -se encoge de hombros
-Yo no nací para ser perfecto ni para caerle bien a todo el mundo, no me tiene porque interesar la opinión de todos los que deseen meterse en la vida de los demás, a ti tampoco te debería interesar
-Puede ser, pero…-me callé, mejor no opinaba, no era necesario-Mm… creo que es tiempo de regresar a casa
-Lamentablemente eso va a ser imposible
- ¿Por qué? -pregunté confusa
- Una tormenta de nieve imposibilita el transporte a cualquier lugar así que estás obligada a permanecer aquí en casa de mis padres-una de mis cejas se alzó como un resorte
- ¿Padres? ¡¿Aun vives en casa de tus padres?!-se ríe aún más fuerte, aunque yo no he dicho nada gracioso
-Tengo 20 años, no soy tan mayor y que tú, vivas sola a esa edad, no significa que todos sean como tu-niego con la cabeza
-Yo debo irme en serio, no soy buena socializando y no soy tonta, escucho la música-él se sonríe
-Oh por favor, intenta disfrutar un poco, además -se rasca la nuca nervioso y yo sé inmediatamente que hizo algo mal
- ¡¿Qué hiciste?!-se le salió una sonrisa tan socarrona como la que traía cuando lo conocí
-Le dije a mamá que eras mi novia -llevé una mano a mi coronilla para empezar a reírme como loca mientras me dejo caer en la cama para recuperarme
- ¿Novia? ¿Y tu madre se va a conformar con esto? -me señalo a mí misma -No estoy ni bien vestida, no te sabes ni mi nombre y…
- ¿Por qué te desvaloras tanto? -siento su mano en mi mentón y de repente lo veo arrodillado frente a mí, mirándome tan profundamente que da miedo - ¿Por qué tienes tan poca autoestima? ¿Qué rayos pasa por tu cabeza? Eres hermosa y talentosa -abro mi boca para refutar, pero coloca un dedo en mis labios- Aunque creas lo contrario ¿qué pasa Hannah? -lo miro sorprendida
- ¿Cómo sabes mi nombre? No te lo he dicho
-Revisé tu celular, no sabía si tenías familia o pareja que pudiera estar preocupada por tu desmayo, y vi un mensaje con ese nombre-lo miro confusa ¿Un mensaje? Solo había dos números en ese teléfono
-Dame, dame el celular- lo apuro y él lo saca de su saco para dármelo, lo enciendo y abro la bandeja de mensajes, y encuentro uno de Mima.
´´Muchas felicidades mi niña en tu día, hoy cumples veinte años y espero que Dios te conceda muchísimos más, no te había escrito hasta este día porque temía que te rindieras y regresaras a tu lugar de confort sin siquiera intentarlo. Bebé, espero que estés bien, y sé que estás más hermosa que nunca, ojalá la vida te esté sonriendo como te lo mereces y tranquila, si aún no lo hace, lo hará, todo llega en el momento y lugar correcto, pero sabes que si ya no deseas luchar puedes regresar a mi lado, nunca te desampararé, tu abue que te quiere Mima´´
Tomo aire, recordó mi cumpleaños
- ¿Por qué lloras Hannah? -dirijo mi mirada hacia ese chico que me ha ayudado desinteresadamente, ese chico que se encuentra arrodillado frente a mí y una risa de felicidad se me escapa
- ¡Recordó mi cumpleaños! -sin poder evitar la emoción me agacho junto a él para abrazarlo- ¡Lo recordó! -sentí sus brazos envolverme en un abrazo y sonreí, no se había olvidado de mí, y no me había apartado de su vida. Tal vez esta Navidad si podía mejorar.
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Editado: 01.01.2024