II

El café cercano al súper estaba atiborrado por chicos estudiantes de colegios afrancesados, niñatos energéticos y presumidos, que corrían a toda prisa a sus clases de lucha, ballet o natación. Mariana Corcuera era conocida como "la güera" pero no por su tez blanca sino para distinguirla de las demás. Mariana padecía de nerviosismo/neurosis tomaba relajantes musculares más zumos para aplacar la ansiedad. Sus amigas la chata y la nena eran dos seres frívolos y arrogantes.

¿Cómo estás querida? Pregunta la nena a la güera. La verdad terrible corazón, he tenido unos episodiso bastante desagradables, en el súper un truhán me hizo pasar un mal rato, ya sabes que no me gusta que la gente me moleste y menos cuando estoy ocupada, no sabes nena como aprecio el silencio. 

Te entiendo querida, siempre me ha gustado tu estilo, la güera prosigue: posteriormente este tal Franco me parece me regresa la billetera intacta la dejó en mi domicilio. Ahora sabe dónde vives alega la chata. ¿Crees que debería preocuparme querida? Yo que tú pondría una queja, uno nunca sabe cuando alguien nos puede acechar. Pero cuéntanos como era este chico, pregunta ansiosa la nena.

Pues es un joven bastante normal, no es nada feo pero es de un imprudente, creo que me pasé de la raya al juzgarlo, pero me parecío de lo más atrevido. No lo he vuelto a ver, espero verlo para agradecerle su atención. Debe frecuentar la plaza. En épocas de Navidad todo mundo frecuenta la plaza, hasta el más insignificante retoño, dice concisa la nena. Eran mujeres despreocupadas, no conocían otra realidad más que la suya. Su mayor esfuerzo en la vida fue completar sus estudios y ser buenas mozas. Criticaban a los seres con menos oportunidades que ellas, clasistas.