El secreto de Apolo

LXVI

Phoebe

Mi corazón late desbocado mientras camino del brazo de papá. Siento como todo el cuerpo me hormiguea y tengo miedo de caerme en cualquier momento.

Lo veo en el altar y siento mis pies despegar del piso. Este es nuestro momento, luego de tantas pruebas aquí estamos. Este no es el fin, es solo un nuevo comienzo. Aquí comienza un nuevo capítulo de nuestras vidas donde tendremos que aprender más el uno del otro. Donde comenzamos a ser una familia y nuestro futuro es un mar de posibilidades. No creo que nuestro camino vaya a ser de color de rosa, pero se que ambos somos lo suficientemente fuertes para afrontar lo que venga.

Al llegar al altar mi padre me da un beso en la sien y aprieta mis manos con fuerza. Se vuelve a Apolo y lo mira por unos instantes.

—Aquí te entrego a mi tesoro más grande, hijo.

Lo que siguió de aquí no lo recuerdo con mucha claridad. En el momento en que mi mano se unió con la de Apolo solo era consciente de su cercanía de como con ella llenaba todo a mi alrededor.

Nuestras miradas no dejaban de conectarse siempre que teníamos oportunidad.

—Delante de Dios y esta congregación aquí presente, te pregunto a ti. Apolo Nathan Lux, ¿aceptas a Phoebe Elizabeth Cleveland cómo tu futura esposa, para amarla, respetarla y serle fiel, en las buenas y las malas, en la salud y en la enfermada, en la pobreza y riqueza, hasta que la muerte los separe?

Apolo me miro con ternura.

—Sí, acepto.

— Delante de Dios y esta congregación aquí presente, te pregunto a ti. Phoebe Elizabeth Cleveland, ¿aceptas a Apolo Nathan Lux cómo tu futuro esposo, para amarlo, respetarlo y serle fiel, en las buenas y las malas, en la salud y en la enfermada, en la pobreza y riqueza, hasta que la muerte los separe?

—Sí, acepto.

En ese momento Jesse se acerca al padre y entrega los anillos. No pierde la oportunidad para guiñarme un ojo. Tan típico de él.

El padre se encarga de decir algunas oraciones antes de entregarnos los anillos.

Primero le entrega uno a Apolo. Este se gira a mí y sonríe.

—Si hace dos años me hubieran dicho que estaría hoy casándome con la mujer más increíble del mundo, me habría reído en sus caras, pero aquí estamos. —Esto provocó la risa de más de uno, de los cuales estoy segura que estaban los gemelos, sus risas son inconfundibles—. Era la clase de hombre que no creía en el romanticismo y era reacio siquiera a creer que existía. Pero llegó esta mujer cómo un huracán al convertirse en el centro de mi vida, cuando te das cuenta que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, quieres que el resto de tu vida empiece cuanto antes. Eso fue lo que sentí cuando de a poco te metiste debajo de mi piel para convertirte en mi todo. En poco tiempo hiciste de mí, un hombre que no creí ser capaz de ser y sé que contigo como mi compañera seremos capaces de ser la mejor versión de nosotros mismos. No ha sido fácil el camino que hemos recorrido hasta este momento, pruebas que solo lograron que nuestro amor fuera más fuerte y sólido. Y el día de hoy frente a nuestros amigos y familia de testigos juro honrarte y serte fiel, cuidarte y respetarte, juro pasar el resto de nuestras vidas amándote, dándote alegrías y apoyándote siempre que me necesites. Amo tanto tus virtudes, como tus defectos y me ofrezco a ti esperando que puedas aceptar los míos. —Sonreí como tonta por que ya amaba los suyos. Tomó mi mano con delicadeza y le entregó el micrófono a Jesse quien esperaba a su lado—. Con este anillo como prueba tangible de nuestro amor yo te desposo.

Escuche algunos murmullos que venían de las bancas, pero no pensaba en eso. Apolo deslizo la alianza por mi dedo y el padre me entrego el anillo para Apolo.

—Hemos atravesado un camino largo para estar aquí hoy, pero estoy más que preparada para hacerle frente a lo que sea si estoy a tu lado. Desde el momento en que te conocí moviste mi mundo, lo llenaste de vida y color. Te aseguraste que jamás volviera a ver atrás con anhelo por que te has encargado de que cada día sea especial, de que cada momento que vivimos juntos se quede marcado en mi memoria como fuego. Te amo de una manera indescifrable, incontrolable y contradictoria, por que no hay forma de que pueda poner en palabras todo lo que me haces sentir y aquí el bueno con las palabras eres tú. —Mi declaración provoca varias risas—. Delante de todos aquí juro amarte sin medida hasta mi última respiración, a darte todas las alegrías y unos cuantos enojos, a despertar con besos y ¿por qué no? Unos cuantos gritos también. —Esta fue la oportunidad de Apolo para reír y ese sonido era lo más hermoso que podía escuchar en este momento. Tomé su mano algo temblorosa por toda la adrenalina que recorría mi cuerpo—. Somos una pareja algo extraña, algo de lo que ya no hay y es raro ver. Con este anillo como muestra de nuestro amor yo te desposo.

Lo siguiente que recuerdo es que Apolo no esperó a que el padre dijera la tan conocida frase «puedes besar a la novia».

Bueno, somos la clase de parejas que ponen sus propias reglas.

En el instante en que sus labios se encontraron con los míos todo fue como una bomba nuclear. Me importó un bledo que estuviera el padre, nuestra familia y amigos, di todo lo que tenía en ese beso, por que deseaba con todas mis fuerzas transmitirle todo aquello que no fui capaz de poner en palabras.



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Editado: 05.02.2019

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