A la mañana siguiente…
- Emma, despierta. - Se escuchaba a lo lejos. - Vamos despierta. Tenemos que ir a la escuela.
- Mmm… ¿Escuela? - Respondió adormilada.
- ¡Sí! Vamos a tratar de inscribirte. Y si tenemos suerte presentarás hoy el examen. - Al escuchar esa última palabra se levantó como un rayo.
- ¡¿Qué?!
- ¡Sí! - Dijo Marya con alegría.
- ¡No! - Se escondió bajo las sábanas. - No, no, no, no, no.
- Ah. Claro que sí. – La mujer le quitó las sábanas de un jalón. - Anda métete a bañar, tus primos ya están desayunando. - Salió de la habitación.
- ¡No! - Gritó. - No puede ser. - Se dijo así misma, mientras cubría su rostro con las manos.
Emma bajó a desayunar luciendo una falda de mezclilla rosa y una blusa blanca. En el comedor ya todos estaban sentados a la mesa.
- Buenos días. - Saludó antes de sentarse.
- Buenos días. - Contestaron a coro, todos.
- ¿Qué te parece? Vamos a estar en la misma escuela. ¿Qué bueno? ¿No? - Comentó Leobardo animado. Ella lo miró sin ánimos de contestar.
- ¿Qué tienes? - Preguntó Gerardo. Igual, no tuvo respuesta.
- Déjenla debe estar preocupada. – Los regañó Marya al oírlos importunarla. - Tú tranquila. Los Jiménez, tu tío y yo te apoyaremos para que te acepten. - Comentó su tía, mientras le servía un plato con huevo y jamón.
- Además si alguien te molesta, le romperemos la cara. - La consoló Leonardo.
- ¡Leonardo! ¿Cómo te atreves a decir esas cosas? - Lo regañó Marya.
- ¿Qué decía el correo que te envío mi padre? - Preguntó Emma seriamente a su tío.
- Pues… - La miró confundido.
- ¿Cuánto tiempo me quedaré aquí? - La habitación se quedó en silencio.
- Tal vez un año, y que él se comunicaba conmigo. - Emma se quedó en silencio.
- Vamos, muchachos. Será mejor que se apuren para que no lleguen tarde. Por lo menos el primer día. - Apresuró Marya.
***
Un par de horas después todos llegaban a la escuela. Los muchachos se adelantaron al patio central para escuchar el sermón de apertura del ciclo escolar. Mientras Emma…
- ¡Bájate ya! - Dijo Marya tomándola de la mano.
- En serio, no creo que sea necesario. Puedo tomarme un año sabático. - Dijo Emma mientras se sujetaba de la camioneta.
- Escucha Emma. - Expuso Roberto tratando de razonar con ella. - Sé que esto es difícil para ti. Pero no puedes quedarte en el auto. - Emma no lo miró. - Bueno… - Suspiró. Roberto la tomó en brazos sacándola a la fuerza del vehículo.
- ¡Agh! ¡Tío! - Gruñó molesta, pataleando.
- Compórtate tienes 12 años. Ya no eres una bebé para comportarte así. - En eso estaban, cuando se escuchó una voz familiar.
- Veo que ya comenzaron los problemas. - Dijo riendo Álvaro.
- Hola. - Saludó Berenice. – Ouh - Expresó al ver a Roberto cargando a Emma como a un bebé. Todos se distrajeron al ver a David llegar corriendo. - Vaya al fin llegaron, se tardaron mucho. - Comentó Berenice.
- Lo lamento. – Dijo algo agitado - Buenos días Sr. y Sra. Méndez. - Ellos respondieron el saludo. También el muchacho se sorprendió al ver a Emma en tan extraña posición. Aún así la saludó - Buenos días - Dijo algo nervioso. Emma, avergonzada, le hizo una seña a Roberto para que la bajara.
- Vaya que sí son buenos. - Se escuchó decir a Ricardo quien al acercarse a Emma le susurró al oído. - Lindas bragas. - Haciéndola sonrojar de coraje al instante. Ricardo, se alejó riendo. Emma miró a David con furia imaginando que la broma venía de ambos.
- Oye espera. No sé qué te dijo, pero yo no tengo nada que ver. - Corrigió David tratando de defenderse.
- Emma ¿Por qué no nos acompañas a la apertura? - Preguntó Berenice tratando de cambiar el tema.
- Está bien. - Contestó Emma algo molesta.
- David ¿por qué no nos vas a buscar unos asientos? Llévate a Emma y muéstrale la escuela. - Le sugirió Marya.
- Sí, claro. - Y dirigiéndose a Emma. - ¿Vienes? - Le señaló el camino. Ella miró a su familia, quienes le insistieron con la mirada que se adelantara. Cuando tornó la vista hacia David, esté le ofrecía la mano, petición que ella denegó. Los adultos se miraron coludidos.
***
Mientras más se adentraban en la escuela, la multitud comenzaba a aglomerarse, lo que hizo que Emma perdiera de vista a David.
- ¡Ay no! Esperen. - Exclamó al sentirse claustrofóbica. En eso sintió que alguien la tomaba de la mano. Al alzar la vista vio a David llevándola casi a rastras a un lugar menos concurrido.
- Por eso te dije que me tomaras de la mano. - Dijo regañándola. Emma aún estaba algo sorprendida. - Oye sé que mi hermano te ha estado molestando desde que llegaste. Sólo quiero decirte que no te tomes tan en serio sus idioteces, sino nunca te va a dejar en paz. - No hubo respuesta por parte de la chica. - Y también quiero que sepas que yo no tengo nada que ver con lo que él haga o diga.