El secreto de los dioses

SANTIAGO: Capítulo 1

Santiago estaba cansado de ir de un hogar a otro, su infancia había sido un tormento, sus compañeros de orfanato lo molestaban siempre por ser muy hábil con las manos, y atraer la atención de las personas, esta era la octava vez que era adoptado, casi para cumplir los 16 años.

La pareja que fue a recogerlo al orfanato, parecía que eran amables, los dos de aspecto envejecido, el hombre llevaba un traje de color gris, y en sus manos sostenía un bastón, con una empuñadura elegante, que tenía la forma de un león alado, la mujer llevaba un vestido de color azul claro, con guantes blancos. Santiago conocía muy bien el ritual de presentación con los padres adoptivos, siempre con falsas intenciones de cariño y decenas de preguntas, así que se acercó a ellos preparado para todo eso, pero para su sorpresa, la pareja solo lo vio y dijo.

- ¿Listo para esta aventura?

Hablaban al mismo tiempo, casi como si fueran dos personas con una misma mente, Santiago dijo si con la cabeza, se dirigió al vehículo luego de que un hombre de mediana edad le abriera la puerta, el vehículo era un Mercedes-Benz 770, de color negro, respetado con mucho cuidado cada aspecto del modelo clásico, tanto por dentro como por fuera, la pareja entro después de Santiago y el hombre dijo.

-Víctor, a casa por favor.

El hombre de mediana edad respondió con un movimiento de cabeza y arrancó el carro.

Camino a la casa de la pareja, no hubo preguntas incómodas, la mujer le contaba a Santiago por qué la pareja lo adoptó, ellos nunca pudieron tener hijos, y ahora que ya se veían ancianos querían tener la dicha de cuidar de alguien, pero no podía ser muy menor, las pequeñas sonrisas que soltaba la pareja al verse cuando hablaban con Santiago eran de amor, y esperanza, lo cual a Santiago lo enterneció, para tener casi 16 años él nunca había tenido una pareja antes, a pesar que todas las chicas le decían que era muy apuesto, ninguna de ellas le permitían acercarse, su único amigo un chico extraño había sido adoptado ya hace dos años, y no había tenido noticias de él desde ese entonces, lo cual lo hizo sentir una soledad larga, pero por alguna extraña razón, esta pareja lo hizo pensar que no estaría solo más.

Luego de un tiempo, salieron de la ciudad, y se dirigieron hacia el aeropuerto, el hombre se pegó en la frente con la mano como si dijera, “verdad se nos olvidaba”, miró a su mujer y dijo.

-Amor mío, el chico no sabe ni como nos llamamos- La mujer lo miró y sonrió, el hombre siguió hablando -Mi nombre es Joseph Underwood y mi esposa es Karen Underwood.

El hombre parecía orgulloso de ser quien era, aunque Santiago, no había escuchado antes de ellos.

Al llegar al aeropuerto Santiago se preguntaba si la familia que lo había adoptado era adinerada, y a donde se dirigían, pero sabía que el preguntar esas dos cosas era muy delicado, subieron a un avión privado y partieron.

Santiago miraba el paisaje mientras el Sr. Underwood y la Sra. Underwood hacían de piloto y copiloto, Víctor el mayordomo se encontraba en la parte de atrás del avión, partir de Inglaterra hacia quien sabe dónde le daba miedo, pero la curiosidad era mayor.

Luego de un tiempo el avión llego a su destino, y se dirigieron a una mansión, de una estructura hermosa, la mansión estaba rodeada por unos pequeños templos griegos y un gran campo, la mansión era de tejado oscuro, con paredes blancas, de ventanas grandes que podían dejar entrar la luz del día, el lugar era de 3 pisos y su puerta principal era grande, casi como para dejar entrar a un gigante. Al entrar, se podía ver lo enorme que era la gigantesca casa su escalera central llegaba al segundo piso y esta terminaba en pasillo. Santiago no podía creer lo que veía, se escuchó una pequeña campana sonar, y una mujer de aspecto noble salió de una puerta al lado izquierdo, se dirigió a la pareja.

-Señores, bienvenidos.

La pareja se puso atrás de Santiago y lo presentaron.

-Minerva, este es Santiago Underwood, por favor llévalo a su cuarto y explícale todo para que su nueva vida sea cómoda.

Minerva vio a Santiago y con un gesto de su brazo le indicó que le siguiera.

Subieron la escalera hasta el pasillo, y luego fueron a la derecha, donde abrieron una puerta para entrar a otro pasillo largo, este estaba lleno de puertas, caminaron hasta una de ellas y al abrirla, Santiago pudo observar su cuarto, tan grande como la sala de espera del orfanato, una cama de dos plazas, en la pared frente a la cama se encontraba un televisor de 65” y una consola de videojuegos moderna. Minerva comenzó a hablar.

-Joven Underwood, si necesita algo no dude en llamarnos desde aquí tocando ese botón.

El botón estaba cerca de la cama, Santiago entró, no podía creer lo que le estaba sucediendo, se preguntaba en qué lugar se encontraba y si su suerte en la vida había cambiado.




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