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Me miró seriamente y sonreí tímidamente. Se colocó frente al monitor y se metió en la base de datos de la policía local. Me sorprendí, pero la dejé continuar con su trabajo, me preguntó qué clase de información buscaba y solo le dije que necesitaba toda la que fuera posible.
Colocó el nombre de Manuel en el sistema y realizó un par de clics, parecía estar desconcertada, agregó el número de identidad, y se-guía apareciendo una documentación completamente normal. Simplemente salían sus datos básicos, como la dirección de su casa, el número telefónico, edad, escuela… Georgia, reiniciaba la página, y colocaba otros datos, no sabía qué estaba buscando, o por qué reaccionaba de esa manera. Según lo que mostraba la página era un joven con un historial en blanco, sin ninguna vinculación con algún acto delictivo.
— ¡Esto debe ser una broma!—espetó en voz baja— ¿Acaso aquí dice que no tiene ningún expediente delictivo? —La miré anonadada—. ¡Eso es imposible! —se alteró.
— ¿Qué sucede? ¿Hay algo malo?
— ¡Si! Esta información es errónea, cómo va a decir que no tiene ningún expediente delictivo, si yo misma lo he apresado dos veces, y no por cosas tontas como encontrarlo fumando o conducir ebrio. —Su mirada demostraba enfado, empezó a colocar claves en la página y verificar la información— ¡Es imposible!—repetía una y otra vez. Su actitud me hizo saber que sí había algo malo en todo ello—Yo a este chico lo apresé la primera vez por posesión drogas, pasó un día entero en la cárcel hasta que su padre pagó la fianza, y luego lo apresé por capturarlo durante la redada que hicimos en la distribución de un cargamento ilegal junto a otros chicos.
— ¿Y por qué esa información no aparece aquí? —pregunté con mucha curiosidad.
—Eso mismo quiero saber yo, recuerdo bien que en la comisaria eso fue una gran polémica, mi compañero Marcos me ayudó con todo, él fue el que habló con el padre de Manuel con respecto a la fianza. Ya había varias investigaciones, incluso una vez apresamos a un grupo de jóvenes en una fiesta y entre ellos estaba él, tenían una cantidad de alcohol exorbitante y ninguno en esa fiesta pasaba de los diecisiete años… fue una noche bastante ajetreada, un chico fue a dar al hospital por una sobredosis, pero no encontraron la droga. ¡Nadie sabía nada!
—La fiesta de Andrés Cruz…
— ¿Cómo sabes de esa fiesta?
—Todos saben de esa fiesta. Fue en la casa de Andrés hace dos años.
—Todo en estos archivos parece estar completamente normal, cuando no es así. Los nombres en esta hoja —señaló la columna de los Secuestrados A— la mayoría de ellos han pasado por mis esposas, y me rehúso a creer que cada historial está en blanco. ¿Qué es todo esto? —agaché la mirada para no contestar su pregunta.
Se quedó un buen rato pensativa, caminaba de un lado a otro, luego entraba de nuevo a la página, revisaba unos datos extras y no me explicaba lo que sucedía. Al parecer todo era más complicado de lo que creía. Diez minutos después recibí una llamada, me levanté y contesté, era Mat.
—Nita, ¿dónde estás?
—Estoy en casa de una amiga ahora, ¿por qué?
—Necesitamos hablar —su voz sonó algo nerviosa.
— ¿Pasa algo, Mat? ¿Qué sucede?
—Solo dime dónde puedo verte, ¿sí?
Pensé que debía ser importante lo que quería decirme, pero no sabía cómo tomaría mi aparente desconfianza, y la visita a una agente policial a la cual acudía por información.
—Estoy en… a una cuadras de la calle veintiocho, en la casa doce guion B, llámame cuando estés cerca ¿de acuerdo?
—Sí, está bien, voy para allá.
Me regresé a la sala y vi que Georgia aún estaba sentada frente a la laptop. Noté que estaba algo tensa y sabía que algo andaba mal. Estaba por pensar que Sebastián había planeado esto, que él sabía que iría a buscarla, que cuando lo hiciera eso pasaría y que todo esto no era nada más que parte de su juego. Ella preguntaría el por qué buscaba esa información, o tal vez no preguntaría nada, pero sabría que algo pasaba y que era más grande de lo que creía.