El secreto de tu sonrisa

8. Pillado

“Perdí la confianza en las personas.

Me fallaron. Desaparecieron. Caí.

No llegué al fondo,

me sujetaste a tiempo

y volví a creer en la verdadera amistad.”

 

En realidad, no iba a confesarle que iba a verla a ella. No en aquel momento.

—Sí, a Lilly —frunció el ceño—. Hace casi una semana que no la veo y seguro que hoy, como es viernes, viene a verte. Aunque como yo la conocí un sábado, quizá también venga mañana —eso lo dejé caer sutilmente aunque era más que claro que iría.

—No siempre viene... Si no tú la habrías conocido antes.

—O no, ¿no ha venido más veces?

—Sí pero al haber más gente, supongo que no la veías. Es algo tímida cuando quiere pero cuando hay poca gente, como el anterior sábado, sí le gusta hacer amigos. Es una niña genial si la conoces. Siéntete afortunado.

—Ya lo hago —asentí. Afortunado de haber avanzado con ella... Y con Lilly también pero lo de Roxanne aún no me lo creía—. ¿Cuál es su nombre completo?

—Liliana. Ya no se usa mucho. Te aconsejo que no le llames por su nombre completo o se enfadará. No le gusta demasiado.

—Pues debería, es... Lindo.

Asintió y miré la hora. Oh, bien, si no me daba prisa, llegaría tarde. Tampoco quise parecer apresurado así que cogí una pasta y puse el dinero encima de la barra. Le sonreí y me despidió con la mano.

Y como yo bien supuse, llegué unos minutos atrasado pero el profesor me dejó pasar ya que era la primera vez que llegaba tarde a su clase. Las primeras horas fueron como siempre, algo más metido en mis pensamientos que otras veces y en el recreo, me senté en la mesa con los de siempre. Éramos seis... Bueno, siete si Naira se unía cuando la daba la gana.

Esa vez sí lo hizo.

—Estás hecho un desastre —murmuró Steve mientras se sentaba a mi lado. Le miré confundido y los demás siguieron a lo suyo—. ¿En serio te dormiste leyendo? Eso es raro viniendo de ti.

Las chicas de enfrente se empezaron a reír por lo bajo.

—¿Y tú cómo lo sabes? ¿Entraste en mi habitación?

—Pues claro que lo hice —se encogió de hombros—. Fui a dejar a Naira a casa y justo llegaste tú. ¿Lo haces queriendo o te sale solo?

—Ni siquiera me di cuenta de si estabas en casa. Fui directo a la habita... —miré a las chicas que se seguían riendo—. ¿Por qué os reís tanto? ¿Qué hace tanta gracia?

—Te vimos ayer. Íbamos a ir a saludarte pero ya estabas bien acompañado —dijo Cristina, la chica a la cual le gustaba yo, según Steve, y se volvieron a reír—. Y no era de un chico precisamente.

—¿Ah sí? —preguntó mi amigo exagerando la pregunta y me miró fijamente—. ¿Y quién era? O mejor, ¿qué hiciste ayer?

Sentí varias miradas hacia mí pero la más interesada era la de él. Levanté los brazos a la altura de los hombros antes de que me mataran a preguntas. ¿Ya no se podía hacer una visita a la biblioteca sin que nadie se enterara? Porque parecía que no.

—Vale, vale... Pillado. Fui a la biblioteca con una amiga, no hace falta montar un escándalo —las chicas me miraban con el ceño fruncido—. Ya sabéis lo fácil que me pierdo por esta ciudad, no es nada nuevo.

—¿Conocemos a la chica? —preguntó Larry.

—No, trabaja en...

—La chica del restaurante... —murmuró sorprendido Steve, le sonreí ligeramente—. No puede ser. Si no os conocéis de nada... Algo no me cuadra. ¿Qué no me estás contando?

—¡Nada! —reí—. Nos hemos hecho amigos, no seas tan exagerado —quizá no le había contado varios detalles pero eso no tenía importancia... ¿No?

—Siento decirte que no me creo ni una palabra. Ayer... Perdiste una hora, ¿dónde estabas?

—En el discurso del Día de la Mujer que había en la plaza. ¿Esto qué es? ¿Un interrogatorio? —pregunté mientras empezaba a ponerme un poco nervioso.

Todos asintieron mientras se echaron a reír y yo solo deseaba que el tiempo del almuerzo pasara ya. Después le pregunté sobre Naira y acabé descubriendo que se habían convirtiendo en novios oficiales. Me hice el indignado por no contármelo pero él me reprochó todo lo que yo le tenía que contar y acabamos en paz.

Al terminar las clases, esperé a Steve apoyado en la columna y le vi salir acompañado de Naira. Suspiré rodando los ojos y esperé a que me dijeran que iban juntos para yo poder ir andando. Era lo mejor. Nos ahorrábamos problemas.




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