Will you become what other people think of you?
I hope you're not too lonely when I'm spending time with my old friend
30 minutes boyfriend/Julian Casablancas
No, Matt no era para mí y quizá desde el principio lo supe. Solo que nunca me imaginé jugar un papel de este tipo en la vida de nadie.
El de tesorero de algo que no era mío sino de mi hermano a quien literalmente había de dárselo con las palmas abiertas.
Todo comenzó esa noche cuando conocí a Matt meses atrás en un bar a donde fui de mala gana con mi primo y sus amigos solo porque mi mamá me obligó; ella decía que a ese paso se iba a morir antes de que yo trajera una mujer a presentarle
Me había ido por casi año y medio, luego de graduarme de la universidad, para estudiar un diplomado a Inglaterra pero regresaba siempre que podía ya que no me gustaba vivir allá. Además extrañaba mucho a mi mamá, aunque suene patético.
Lo que me pasó con Matt esa noche no sé como definirlo excepto como amor a primera vista, ya saben, un cliché de comedia romántica donde te quedas lelo por unos segundos al ver a una chica. Ella era hermosa e inteligente y sexy, para qué negarlo. Quedé fascinado con ella, con su personalidad fuerte y decidida, con su humor sarcástico, con su cuerpo enfundado en ese vestidito negro tan corto y sus piernas tan largas y bonitas. Pero tenía un anillo en el dedo, así que decidí no luchar contra la razón esa noche, además hacerme el galán no me salió bien y terminé causándole risa con mis estupideces.
Desde allí empezó el problema... desde ahí supe que nunca sería mía.
No soy muy creyente pero en caso de que algo allá afuera controle nuestras vidas, me gusta pensar que algo aparte de la mamitis aguda que dice Lily, padezco a la fecha aunque mi madre ya no esté viva, o quizá fue porque luego de esas vacaciones el recuerdo de la hermosa morena que conocí en aquel bar me tenía hechizado y sentí que debía de conocerla mejor o moriría.
De esa cuenta mi deseo se volvió realidad y, echando mano de mis contactos o sea Liy, su mejor amiga, conseguí su número unos meses después cuando me había instalado otra vez en Guatemala, específicamente en Xela. Ya saben, la Capital nunca me ha gustado, me trae malos recuerdos.
—¿Quién es? —me dijo en el teléfono.
Sentí que se me secaba la garganta al escuchar su voz a través del auricular.
—¿Quién es…? ¡Conteste! ¡¿Qué quieres…?!
—Yo… soy —balbuceé, me costaba hasta recordar mi propio nombre— James… el primastro de…
—¡Ah! El tonto del bar ¿Cómo conseguiste mi número?
—Lily…
La escuché maldecir en voz baja.
—Yo… me estoy mudando y no tengo amigos —le dije— . Ya sabes, ha pasado mucho tiempo y la mayoría ya ni se acuerdan de mí Quería ver si te apetece ir por un café. Eso si no estás muy ocupada...
—Adivino —rió—, Lily también te dijo que ya no tengo novio.
No supe qué responderle ya que era verdad, Lily lo mencionó para animarme a llamarla. Por su tono de voz, concluí que ella creía que era un buitre en busca de carroña.
—Como amigos…
—Está bien —se quejó—. Al carajo, en definitiva no tengo otra cosa que hacer después del trabajo ¿Te parece bien a las 5:45 en el cafè 502?
Me estaba esperando en ese restaurante sentada en una mesa junto a la ventana de la calle. Me saludò forzando una sonrisa, una sonrisa forzada. No era la misma chica que conocí en ese bar hacía meses, su semblante, su tono de voz eran diferentes.
—Asì que, James Harlow —me dijo de repente, apoyando la cabeza sobre sus manos—. ¿Tienes novia?
—¿Novia? Yo no, ya sabes… Meredith y yo rompimos luego de que se acabara el diplomado
—Ah… Pero, has tenido, ¿cierto? James Harlow.
—¿En serio luzco tan lelo? —ironicè.
Levantò las cejas.
—Obviemos el hecho de que no sabes abordar a una mujer, ni usar un telèfono y que…
Se acercò a mì y limpiò la baba de la comisura de mi boca con su pulgar. Mi cara estaba ardiendo de vergûenza. No, no era virgen, ya habìa tenido un par de novias y ella no era mi primera chica, en realidad no entendìa por què actuaba tan raro estando a su lado.
—Tienes un tic —señaló.
Me llevè las manos al rostro y gemí. Odiaba ese estùpido tic, les hacìa gracia a todas las mujeres y no en el buen sentido. Cuando era niño los chicos me molestaban en el colegio a causa de esa cosa.
—Tus ojos son lindos —sonrió—. Grandes y verdes… ¿Usas máscara?
—¿Qué…?
—De pestañas ¡Es que son muy largas y rizadas!
—Gracias...
Se acercó a mí, por un momento pensé que iba a besarme; pero no, en realidad quería tocar mi cabello. Ahora que lo pienso, creo entender el por qué de su cambio de actitud a partir de ese momento conmigo.
—A ti.
Pestañeó un par de veces. Yo estaba idiotizado por el roce de sus manos sobre mi cara. En lo profundo de mi corazón sabía que ella no era mía y no era a mí a quien miraba con tanta ilusión, pero no me hice caso.