El Secuestro de Ivette

Capítulo 19.

—¿Estabas preparado cuando tuviste que tomar el control? —Estaban sentados en la oficina de Alessio. Ambos revisaban cierto papeleo sobre las recientes transferencia de dinero a cambio de la droga y las armas.

—La verdad es que sí, me preparé para estos y mis hermanos lo prefiero de esa manera.

Entre ellos existía una compenetración especial, de una forma muy sutil se podía comunicar sin hablarse. Congeniaban en cualquier contexto. Tres días atrás mientras ponían a prueba la fuerza de ambos se protegieron. Compensaron los fallos del otro y aún seguían reforzando las debilidades.

—¿Pero de verdad te gusta? —Continuo interrogandole Ivette.

—Me gusta el control,supervisar, exigir, obtener —Sonrio para sí —. En otras palabras, me gusta ser el líder de todo lo que me rodea.

—¿Con todo? 







 

Se sento en la parada a esperar el bus que a la llevara a su destino, miro la nada y volvio a revivir dentro de si cada buen momento antes de aquellos dos años, se sorprendio extrañando los pelliscos de Edna, los abrazos de sus abuelos, las peleas de sus padres y las caricias de Alessio. Se detuvo unos segundos en la amenaza de Dominic y la retiro casi en seguida; solo fue una amenaza, al menos eso se dijo dentro de si mientras subia al pequeño transporte atestado de gente y poco espacio mas que para sentarse y llevar lo poco que tenia encima.

¿Y si no era solo una amenaza? volvio a recular. Tenia una idea aproximada de los limites de los Cesare, sin embargo, jamas se llegaba a conocer a nadie realmente. Y ellos eran como animales encerrados, podia atacar en cualquier momento y matar. Duro una hora de camino, poner un pie al suelo y vio a Manjari, se veia mucho mas mayor que la ultima vez que la habia visto, aunque seguia desprendiendo ese aire de dominio.

-Manjari -La saludo Ivette agachando levemente la cabeza.

-Ivette -La maestra Manjari hizo el mismo gesto, la acompaño dentro de la tienda que compartirian en esa semana.

Le permitio ponerse comoda, quitar todos los estorbos fisicos y psiquicos.

-Este no es un lugar para pasar unas vacaciones, Ivette -No tenia que ir con rodeos, la conocia en todas sus formas. Las llevo y la acorralo en cada una de ellas.

-He perdido el hilo de mi vida, lo he perdido todo -. Ivette dejo caer todas las capas duras que formo en esos años, dejo todo perdido en medio de aquella tienda en el Tibet frente a su maestra.

Le conto de su matrimonio, de la perdida de su mejor amiga, del dolor de perder su vida, del porque mataba. Le conto con todo detalle la manera tan cruel en lo que se habia convertido su vida, de lo estresante y vil que se estaba volviendo. Le relato poco a poco hasta quedar sin fuerzas lo vacia que se sentia. Al final ya no tuvo palabras, se quedo en silencio y tomo la sopa que le ofrecio la maestra; las palabras sobraron, Majori se sento a su lado y paso un brazo sobre su hombro y la recosto en sus piernas. Le permitio quedarse dormida mientras le acariciaba el pelo y le susurraba una cancion tan antigua como el tiempo pero igual de efectivo.

El otro día las encontré caminando rumbo a una gran colina, eran las cinco de la mañana y el cuerpo de Ivette ya estaba agotado; el sudor resbalaba por su frente y espalda, de sus labios salían un aire frío mientras intentaba exhalar más aire del que realmente podía. Majori sabía que tenía que ayudarla, pero para hacerlo tenía que hacerlo mentalmente. Llevar su mente al límite y que pudiera controlar cada músculo de su cuerpo y cada sentimiento de su corazón. El camino sería duro y solo ella sabría al final si valió la pena.


















 

Jalo la silla y se sentó, no tenía la más minima ganas de estar allí, sin embargo tenía que hacerlo. Su hermano se lo había recordado —:La cortesía en los negocios nunca está de más.

Se puso de la pie cuando la puerta se abrió, no sonrió, en cierto punto eso era un negocio.

—Dominico, Dominic, bienvenidos —Alessio los saludo y les tendió la mano mientras se acercaban a la mesa, disimulo la sorpresa de ver a Dominic en silla de rueda.

Desde pequeños habían sido rivales, no importaba porque; cualquier razón, una tarea, las matemáticas, los deportes. Los habían educado casi de la misma manera hasta los veinte que Alessio tuvo que dirigir y a Dominic lo dejaron en su puesto de niño mimado.   
Y por lo visto lo seguía siendo.

—Alessio, hijo mío —Dominico se le acercó y le dio dos besos —. ¿Cómo te va todo?

—Todo está perfectamente, gracias —El gracias salió a regañadientes de sus labios, no importa lo amable que se mostrarán en ese momento, ellos seguían siendo la competencia en más de un sentido.

—Que bueno es saberlo, queríamos venir a dar el pésame. Aunque ya sabemos es un poco tarde para eso —Dominico dejo la copa que le acababan de llevar en la mesa —, también hemos pasado muchos malos momentos —Le echó una mirada rápida a Dominic que los miraba a ambos —, pero ya nos estamos recuperando de todo gracias a Dios.

»¿Has sabido algo de Ivette?

Alessio sintió su estómago revolverse ¿Si sabía algo de Ivette? 

—Sí —hizo una pausa significativa —, la enterramos dos meses después de que desapareciera.

Sintió dolor pronunciando aquellas palabras, muy dentro de él no creía que ella estuviera muerta sin embargo no podía dar esa versión a nadie o quedaría como un loco.

—Es una gran pena ¿Y no has pensado volver a casarte? —Esta vez fue Dominic quién hablo, estaría más que encantando de ser él, el que le diera la noticia a Ivette en todo caso.

—No, aún no estoy listo —para enviudar nuevamente. Lo último solo lo pensó.

El resto de la tarde no hablaron mucho sobre nada, media hora después los despedía por la puerta delantera. Espero hasta que su coche cruzo el gran portón de entrada. Mientras más lejos tuviera a esos dos mejor. De todos los socios que alguna vez tuvo, los Cesare habían sido los que menos confianza le habían dado, aún no entendía porque, pero siempre confiaba en sus instintos aunque últimamente fallaran.



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En el texto hay: secuestro, escapes, amor pasion

Editado: 16.04.2024

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