El Secuestro de Ivette

Capítulo 41

—¿Dónde estuvieron?

—No es tu problema.

—Padre y yo estuvimos preocupados, con el asunto de Colombo y sus estúpidas amanazas deberían de no salir sin llevar refuerzos mínimamente.

—Dominico, dejamos algo en claro —Ivette se paró derecha —, no somos amigos ni nada parecido. Y yo no necesito protección y si estoy ahora aquí ayudándote, solo lo hago por hacerle un favor a James.

»En cuanto a mis salidas, las seguiré haciendo como mejor me parezca y sin protección.

—¿Por qué eres tan cabezona? —Dominic se escuchaba realmente preocupado.

Los había estado esperando, su padre se había ido a dormir como si no le importará lo que pasará con Ivette y James, pero no iba a decirle eso. Él apenas si había podido dormir hasta que los  escucho murmurar en el pasillo.

Se preocupaba por ellos, en su mente eran familia de una manera u de otra.

—No sé qué esperas conseguir con esta charla —Ella espero a un lado hasta que Dominic tomo el bastón y se terminó de mirar al espejo —, no soy una niña indefensa y tú no eres un padre protector. Al menos no el mío.

—A veces solo me preocupo —Dominic se miró al espejo e hizo una muesca, nada le iba a quedar bien, mientras tuviera que llevar ese estúpido bastón por todos lados.

—Vaya, el arrepentimiento no te sienta nada bien.

—La ironía a ti tampoco. —Dio media vuelta, se detuvo al lado de la chica que le atendía y dio orden de mandar el resto de trajes que había comprado.

—A veces nos gusta usar lo que peor nos queda, ¿no te parece?

Salieron de aquella tienda directo al Jeep, Ivette le abrió la puerta y espero hasta que estuvo sentado en el asiento del copiloto.
Ella se dirigió al asiento del piloto y se puso en marcha de inmediato. Encendió la radio y movía los dedos con ligereza sobre el manubrio.

—Vamos a casa de Alessio —La orden de Dominic se deslizo sobre la música y detuvo por unos milisegundos los latidos del corazón de Ivette.

—¿Qué estás haciendo Dominic? —Su corazón latía realmente rápido —, ¿vas a intentar rehacer el mal que hiciste?

—Ya me gustaría tener ese poder —Él deslizo su mirada hacia fuera —, solo tienes que dejarme en la entrada e irte. Mi padre estará esperándome.

—Cualquier otro puede llevarte —Apreto fuerte la mandíbula.

—Solo intento que lo veas, sé que has escuchado que lo han herido y que casi muere. Nadie sabe lo que pasó realmente, ni el mismo, también sé que siempre estás diciendo que no te importa lo que pase con él o con nadie más; tengo una mínima esperanza de que eso que ustedes vivieron haya sido lo suficientemente bueno como para que... —Dejo de hablar sin querer decir nada más.

—¿Para qué? —Quizo saber intrigada.

—Como para que aún te importe lo que le pasa, al menos si está a punto de morir.

—Dominic, hijo de...

—Aunque no lo creas, yo ame mucho a Edna, aún la amo, pero eso no le devuelve la vida y a mí no me quita el dolor.

»Lo que te hicimos, es de las peores cosas que jamás haré en mi vida, no puedo revertirlas, y menos sé si esto que intento hacer esta bien.

—Solo intentas limpiar tu conciencia.

—No, no hay manera de que pueda limpiarla, solo un milagro podría ayudarme a superar tanto odio hacia mí mismo. Pero tú, cada día te veo perder un poco más de humanidad.

»Cada día te vuelves un poco más la máquina de matar de la familia Cesare, estás perdiendo tu valor como ser humano —Dominico le hablaba desde lo más profundo de su corazón.

—¿Y crees que un vistazo a Alessio me va a devolver toda la humanidad que ya he perdido? —pregunto Ivette sintiendo como su garganta se obstruía por el remolino de emociones que le empezaban a atormentar.

—Tengo lo poco que me queda de esperanza puesto en ello. —Dominic no dijo nada más, lleno sus pulmones de aire y cerró los ojos, en silencio rezo.

Pidió perdón para él, pidió indulgencia para sus pecados, pidió perdón por el alma de Ivette, también pidió un milagro.

Necesitaba fuerza, mucha fuerza, y si su padre se enteraba de que había puesto a Ivette cerca de Alessio tendría más de un problema. Uno muy grande.

Ese pensamiento no le desalentó, Dominic bajo su ventanilla para identificarse. Como lo dijo él, su padre le esperaba, y al lado de este estaba Alessio con un traje negro y el brazo izquierdo en un cabestrillo. Dominic no dijo nada antes de desmontarse. No permitió que nadie le ayudará a llevar aquella acción y se retardo todo lo que pudo para darle el mayor margen de tiempo a Ivette de mirar.

Tres minutos después, Ivette salía de allí con los ojos húmedos. Ya había pasado una semana y no había pasado un solo segundo en el que no pensara en él.

La supervivencia a veces se trataba de abandonar sin mirar atrás y eso fue lo que tuvo que hacer. Tenía que cuidar de su vida y la de la vida de James, así que no tuvo más opción que dejarlo en aquel motel de la mala muerta y hacer una llamada anónima a los Ricci. No pudo quedarse para comprobar si habían llegado a tiempo.

No pudo saber si cicatrizo bien la herida, no tuvo noticias y los rumores iban de mal a peor. Decían que la culpa era de Colombo, o de carteles pequeños que intentaban apropiarse parte del terreno.

Todos apostaban por un enemigo oculto del que no sabían nada,  buscaban enemigos en cada sombra e implementaban los mejores sistemas de seguridad para sus casas y negocios.

Poco a poco el miedo los empezaba a dominar, luego serían las dudas y finalmente solo quedaria la sombra de lo que alguna vez fueron.
 

 



#182 en Detective
#152 en Novela negra

En el texto hay: secuestro, escapes, amor pasion

Editado: 16.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.