El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

PRIMERA PARTE: Lyanna - CAPÍTULO 6

—¿Cuánto tiempo hace que existe la escuela?— preguntó Lyanna.

—Más de diez años, desde antes que tú nacieras— respondió Alaris—. En todo ese tiempo, hemos rescatado a casi quinientos niños.

—¿Y todos viven aquí?

—El palacio ha sido ampliado y acondicionado para tal fin, sí.

—Y en esos diez años nadie ha retornado con su familia.

—No, ya te expliqué que eso sería fatal.

—Cuando dijo que la mentalidad de los aldeanos no podía cambiarse de la noche a la mañana…

—No se puede, ya lo intenté hace muchos años y las cosas salieron muy mal— aseveró Alaris.

—Entonces, ha abandonado la idea de ayudarlos a cambiar y se ha centrado solo en las nuevas generaciones.

—No, claro que no, esperamos que el cambio de mentalidad se realice, pero debe ser paulatino— aclaró Alaris.

—Pero en diez años no han dado ningún paso en esa dirección— le reprochó Lyanna.

—No están listos, no podemos mandar a estos chicos de vuelta, no podemos ponerlos en peligro. Esta gente está llena de miedos y supersticiones, no saben convivir con lo diferente.

—Y nunca lo sabrán si no comienzan en algún momento— objetó Lyanna.

Alaris se la quedó mirando.

—Solo ha pasado diez años perpetuando la misma situación— le expresó ella—. En vez de enseñarles tolerancia, solo se ha limitado a sacarles del medio a los seres que no pueden tolerar. La solución es fácil y coherente a primera vista, pero a la larga, es solo más de lo mismo. Nunca aprenderán a convivir con gente diferente si no tienen algún tipo de contacto con ellos, si no descubren que no es necesario temerles ni aborrecerlos, solo entenderlos.

—Comprendo lo que dices, Lyanna, y sé que tienes toda la razón…— comenzó Alaris.

—Pero no se atreve a mandar a nadie de vuelta.

—No puedo hacerlo, el riesgo es demasiado grande.

—Pero la decisión no es suya, director, es de sus estudiantes. Debe dejarlos en libertad para que decidan si quieren intentarlo.

—¿Y qué pasa si los matan? Será mi responsabilidad— cuestionó Alaris.

—La libertad es tomar la responsabilidad de la propia vida. Usted no tiene derechos ni obligaciones con respecto a ellos, no es responsable de sus vidas. En su momento, les ofreció refugio y la oportunidad de vivir, pero no necesita seguir reteniéndolos con la excusa de protegerlos.

—Ya veo por qué tuviste problemas con tus padres. Tampoco dejas que ellos te protejan, ¿no es así?

—La necesidad de protección se desprende de la creencia en la vulnerabilidad y el miedo. La gente de las aldeas asesina a sus hijos por miedo, y usted retiene a sus estudiantes aquí por la misma razón. En el fondo, los dos están jugando el mismo juego: ellos le temen a los niños, y usted les teme a ellos. Cualquier decisión tomada sobre la base del miedo no es libre, nunca puede serlo.

Alaris meneó la cabeza con una sonrisa de fascinación:

—No puedo creer que una niña de solo diez años tenga estos razonamientos tan profundos.

—Solo mi cuerpo físico tiene diez años de existencia— le replicó ella—. Para los que piensan que el cuerpo físico es todo lo que existe, una niña de diez años no puede pensar como yo, pero usted sabe bien que los seres humanos somos mucho más que eso. Mi visión de las cosas viene del hecho de que mi conexión con el todo está intacta.

—Aun así, no estás libre de conflictos— le retrucó él.

—La experiencia física y emocional es nueva para mí: esta es mi primera encarnación.

—¿En serio?

—Sí, pero los conflictos no devienen de la experiencia física, sino de los choques que estoy viviendo con los programas de limitación en la gente que me rodea. La mayor parte del tiempo logro mantenerme centrada y conectada, pero a veces, los programas que Wonur tan insidiosamente ha instalado en los humanos me arrastran a mí también. Es desconcertante, pues a veces me siento como si solo tuviera diez años, y otras veces recuerdo quién soy y vuelvo a ver las cosas con claridad.

—Gajes del oficio de vivir en este mundo, supongo— sonrió Alaris—. Yo viví como ermitaño por muchos años, y entiendo la conexión de la que hablas porque la experimenté muy profundamente. Pero el aislamiento me privó de ciertos aprendizajes y riquezas que se desprenden de la interacción con otros seres humanos. Junto con todos los conflictos, dudas y emociones contradictorias, creo que convivir con otros es una experiencia importante.

—Pero el precio es muy alto si esa experiencia bloquea la conexión con el todo— le respondió Lyanna.

—Es la interpretación de esa experiencia la que la vuelve más positiva y enriquecedora, o más negativa y devastadora. Si la interpretas como un bloqueo, la conviertes en eso.

—Y la interpretación viene filtrada por el sistema de creencias— comprendió ella.




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