—¿Pudiste averiguar algo sobre lo que tu madre está investigando para mi padre?— preguntó Llewelyn.
—Sí. Se trata también de una de las visiones de Marga. Parece que hace más de once años, supongo que al mismo tiempo que tuvo estas otras visiones de Lyanna, Marga vio un símbolo tallado en un medallón circular con un borde de plata. Resultó ser que es el mismo símbolo que Lug tiene marcado en la espalda. Es por eso que uno de los títulos de Lug es “El Marcado”. Lug siempre ha pensado que es una marca de nacimiento, pero Cormac cree que es una quemadura. Alguien lo marcó deliberadamente cuando era un bebé. Podría haber sido Bress, para poder reconocerlo cuando volviera de su exilio, pero resulta ser que el viejo Strabons, el profesor de historia que descubrió el lugar del portal para que tu padre pudiera venir al Círculo, reconoció el símbolo cuando lo conoció a Lug en el hospital, durante su segundo exilio. Es significaría que ya lo había visto antes, probablemente en el medallón. Además, está el hecho de que Marga dijo que el medallón no pertenecía al Círculo, sino que estaba en otro mundo. Lug y Cormac piensan que el medallón con el símbolo está en mi mundo, por eso puso a mi madre a investigarlo.
—¿Ha descubierto algo al respecto?
—Nada todavía. Está revisando todo lo que encuentra y tratando de verlo desde todos los ángulos posibles, pero el símbolo tiene una estructura bastante simple, lo que lo hace muy parecido a muchos otros símbolos de su tipo. Eso significa que existen innumerables interpretaciones y es difícil dilucidar cuál es la que corresponde al símbolo de Lug en concreto.
—Ya veo.
—¿Está el símbolo en este libro?
—Sí, aquí— lo buscó Llewelyn para mostrárselo.
Augusto lo observó con gran atención.
—¿Te dice algo?— le preguntó Llewelyn, esperanzado.
—No, lo siento— negó Augusto con la cabeza.
—Creo que la clave está en encontrar la relación entre este símbolo y mi hermana, hasta entonces, la profecía es imposible de interpretar— opinó Llewelyn.
—Sí, concuerdo— asintió Augusto.
—Hay algo más…—comenzó Llewelyn.
—¿Otra profecía?
—Sí, a juzgar por el color de la tinta, es una mucho más reciente. Marga la escribió detrás del símbolo, por lo cual debe estar también relacionada con eso.
Augusto dio vuelta la página y leyó la frase:
—El que se cortó y sangró voluntariamente por la causa es el traidor que entregará al Marcado a su sacrificio.
El amigo de Llewelyn palideció y se le revolvió el estómago al comprender que la profecía hablaba de él. Él había sangrado por un corte por la causa de Lyanna. ¿Era posible que estar del lado de Lyanna lo convirtiera en un traidor? Pero… ¿Entregar al Marcado a un sacrificio? ¿Qué significaba aquello?
—Llew, esto no puede ser verdad, yo nunca entregaría a tu padre a ningún sacrificio— negó Augusto, angustiado.
—Eso no es necesario que lo aclares, Gus. Sabes bien que yo no dudo de tu lealtad, pero ya te dije que mi padre está obsesionado con estas profecías. Te está buscando para interrogarte, y temo que quiera hacerte algo más que eso.
—¿Algo como encerrarme con Lyanna en esa celda bajo tierra?
—Espero que no sea nada tan drástico como eso, pero creo que sería mejor que te cuides de él.
—Estoy empezando a pensar que tal vez mi regreso al Círculo fue un tanto prematuro— murmuró Augusto.
—No, Gus, te necesito. Eres el único en quién confío para que me ayude a desenmarañar todo este lío.
—Gracias, Llew, te ayudaré en todo lo que pueda, lo sabes.
—No lo dudo, amigo. ¿Cómo va tu proyecto del análisis del balmoral?
—Lento. Un amigo de mi madre lo está analizando, pero necesita equipos más potentes para descubrir lo que le pido, así que iba a viajar a otra ciudad para pedir la ayuda de un colega. Descubrí algo interesante con respecto al cabello que Lyanna me regaló: parece anular el bloqueo de mi mundo.
—¿En serio?
—Sí, siempre y cuando lo lleve en contacto con mi cuerpo.
—Eso es muy interesante. ¿Crees que también deje sin efecto el balmoral?
—Es posible. ¿Quieres que haga la prueba?
—Adelante.
Augusto apoyó el libro de las profecías en el suelo. Luego se concentró con la mirada fija en el objeto por un par de minutos y extendió su mano. El libro saltó a su mano sin problemas.
—¡Espectacular!— aplaudió Llewelyn.
—Supongo que sería conveniente que tu padre tampoco se entere de esto— comentó Augusto.
—Será nuestro secreto por el momento— asintió Llewelyn—. Ven, volvamos a la escuela.
—¿Crees que sea seguro para mí volver allá?
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Editado: 12.10.2019