El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

SEXTA PARTE: Lug - CAPÍTULO 82

—Ah, Ly, aquí estás, te estaba buscando— dijo Dana, saliendo al patio por la puerta de la cocina— Si ya terminaste de sanar a Juliana, quería pedirte que intentaras abrir un canal con tu padre.

—Claro, por supuesto— asintió Lyanna, y luego a Augusto: —Tal vez tus fotografías de Praga no sean necesarias después de todo. Si puedo contactarme con papá y usarlo como marcador, puedo trasladarme hasta donde él está.

—Eso sería magnífico, Ly— le respondió Augusto—. Pero por favor, ten en cuenta que donde sea que esté, estará vigilado, y es posible que haya que luchar contra sus captores para sacarlo de allí.

—¿Y?

—Solo te pido que no te enfrentes a esto sola. Evalúa su situación y luego infórmanos para que trabajemos juntos en un plan de rescate seguro. ¿Lo prometes?

—Déjame intentar el contacto primero, luego veremos— respondió ella sin prometer nada.

Dana y Augusto observaron con atención a Lyanna sentada sobre el césped con las piernas cruzadas al frente, los ojos cerrados y el rostro concentrado. Después de varios minutos, Lyanna abrió los ojos, el ceño fruncido de preocupación. Augusto suspiró, nunca había visto a Lyanna preocuparse por nada, así que esto debía ser grave.

—Por alguna razón, no puedo contactarlo— murmuró, contrariada.

—¿Crees que…? ¿Crees que…?— Dana no se atrevía a terminar la pregunta.

—No, no está muerto, pero está bloqueado por algo— aclaró Lyanna enseguida.

—¿Qué crees que pueda ser?— preguntó Augusto.

—No lo sé, se siente como una barrera.

—¿Pudiste averiguar al menos dónde está?

—No, no me es posible localizarlo.

—¿Tendrá algo que ver con el poder de ese Drummond del que hablaste?— le preguntó Dana a Augusto.

—Ni idea— se encogió de hombros Augusto, y luego a Lyanna: —¿Y qué hay de tu mechón de cabello? ¿Puedes rastrearlo como lo hiciste para encontrarme a mí?

—Puedo intentarlo— asintió ella—. ¿Pero no dijiste que papá ya no lo tenía?

—Sí, pero si Drummond lo lleva encima, tal vez podamos encontrarlo a él y estaremos sobre la pista de Lug.

—Bien— volvió a cerrar los ojos Lyanna para hacer el nuevo intento—. Nada— suspiró después de unos momentos.

—¿Crees que también esté protegido por esa barrera que encontraste antes?

—No, simplemente nadie lo lleva encima como para activarlo, lo siento.

—No es tu culpa, Ly— le acarició Dana el cabello.

—Esto complica las cosas— musitó Augusto.

—Puedo intentar más tarde— ofreció Lyanna—, tal vez las circunstancias cambien.

—Si llegaras a contactar a Drummond— comenzó Augusto—, ¿crees que podrías entrar en su mente y sacarle el paradero de Lug?

—No sin su consentimiento. Si logró detener el intento de mi padre de dominarlo, estimo que tiene la guardia alta y estará protegiéndose. Igualmente, aunque no pueda sacar información de su mente, puedo proyectarle la mía.

—¿Cómo?

—Durante la noche, durante el sueño, la mente humana es más flexible y vulnerable.

—¿Quieres decir que puedes provocarle una pesadilla?

—Puedo proyectarle cualquier imagen que quiera, pero la interpretación correrá por su cuenta.

—Tal vez eso sea útil— acordó Augusto.

—Igualmente, necesita llevar encima el mechón de cabello para que pueda localizarlo y hacer la proyección.

—Entiendo.

—¡Hey! La cena está lista— los llamó Nora desde la puerta de la cocina.

—Gracias, Nora, estamos en medio de algo en este momento— le respondió Augusto.

—Hagan lo que quieran, pero esa niña necesita comer— les advirtió con un dedo en alto, y luego con un tono más dulce: —¿Vienes, cariño?

—En verdad tengo hambre— asintió Lyanna, poniéndose de pie.

—Creo que Nora tiene razón— dijo Dana—. Comamos algo y después seguiremos con esto. No hay mucho más qué hacer de momento de todas formas.

—Está bien— aceptó Augusto.

Los tres entraron a la cocina y pasaron al comedor. La mesa estaba servida y la comida olía muy bien. Mercuccio y Luigi ya estaban sentados a la mesa. Juliana seguía durmiendo.

—Les hice lasaña. Siempre era la favorita de Lug, junto con el guiso de lentejas— anunció Nora mientras los recién llegados comensales se sentaban a la mesa.

—Gracias, Nora, huele muy bien— aprobó Dana, echando una mirada furtiva a Lyanna y rogando que no hiciera alguna escena sobre lo inapropiado de la comida, ofendiendo a la anfitriona.

Pero Lyanna no hizo ningún comentario, ni a favor ni en contra de la comida. Solo se sentó a la mesa y comenzó a comer, ensimismada. Era la primera vez que su poder fallaba, y ese hecho la tenía desconcertada.




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