Estrelló cada libro en el estante y rasgó todos los papeles sobre la mesa del estudio, el viejo estudio sumido en la oscuridad y el putrefacto olor de un recuerdo, Yak no soportó todo el estrés de la búsqueda de la verdad y se quedó en el centro del lugar, con la cabeza escondida en las rodillas y las manos haciendo presión contra su cabeza, gritando en silencio y soledad. Aún más patético fue tener que limpiar su propio desastre y salir como si nada hubiese pasado, lo vio desde el punto de vista de Pio, no estaban yendo a ningún lugar en concreto, volvió a renunciar y dejó que una costra transparente lo nublara del exterior, encerrándose en su habitación y maldiciendo en voz baja.
Kidd cenó solo, al día siguiente desayunó solo, Yak no salía y él creyó que era el cansancio, respetó lo más que pudo la distancia que su hermano interpuso, como una vez él lo necesitó, pero un niño no puede evitar indagar en los cambios drásticos de su ambiente. Así que al pasar tres días, se acercó a la puerta de su hermano y tocó dos veces, entró: —¿Hoy tampoco vas a desayunar, hermano? —Y su voz, un surruro calmado.
—No tengo hambre —dijo Yak y rodó en la cama para ver la ventana, dando la espalda a su hermano menor.
—Ayer no cenaste, tú eres el que dice que debemos comer bien.
—Tú debes porque estás creciendo, tú debes alimentarte bien, Kidd —A Yak le pareció tierno que Kidd recordara siempre lo que él decía y lo tomara tanto en cuenta, la sonrisa no le duró ni dos segundos.
—Hermano, tú nunca saltas tus comidas... ¿pasó algo?
Ha pasado tanto, pensó Yak, pero eso era algo que Kidd no podía saber, así que se dio la vuelta, le explicó lo cansado que estaba y Kidd entendió al instante, incluso se pegó en la frente, su hermano trabaja tan duro y él solo interrumpió su sueño, se disculpó y salió, cerrando la puerta—No es normal —susurró con la espalda contra la madera—Me pregunto qué tan difícil es trabajar... Yak llegó a dormir y no ha salido desde entonces, me preocupa. Ojalá pudiera saber por qué se ve tan cansado y triste —Tocó con la palma de su mano la puerta—Sé cuando mientes, hermano, crees que me proteges, pero no es así —su piel dejó abruptamente la superficie de madera, para marcharse, sin embargo, Yak escuchó todo y las palabras de su hermano menor solo confirmaron cuan mal le estaba yendo.
Yak lo presentió, que tarde o temprano Kidd se enteraría de todo y él tendría que responder, para cuando ese momento llegase, Yak sabría que decirle.