El Sendero de las Artimañas

CAPÍTULO 16 — El duelo, la biblioteca y el caballero

Me he enamorado de las noches de primavera.

—Hoy tendré mi tan esperada revancha —balbuceé desvelada, con los brazos apoyados en el alféizar. El cielo despejado susurró una brisa y las copas de los árboles del bosque se perdían en la oscuridad. ¡No puedo dormir! En aquella ocasión me he visto obligada a retirarme…, pero hoy cumpliré con mi objetivo. Railleur atravesó la ventana circular en la habitación agitando las alas, y se paró en mi cabeza. Me picoteó el pelo—. ¡El clan Renard está conmigo! —dije en voz alta, mirando hacia arriba y con una sonrisa.

—¿Qué haces despierta? —bostezó Morgana, y dándole palmaditas a la cama añadió—: Ven, acuéstate, pronto será tu duelo… Debes descansar.

¡¿A quién le importa ese duelo?!

Yvon roncaba por lo bajo, Bear abrazaba una almohada, y Morgana apoyó una pierna sobre mí. Tengo que lograrlo. ¡Ya lo veras, Remi! ¡Lo haré!

 

—Creí que no ibas a presentarte —dijo Caelius, parada junto al banquillo, cruzada de brazos. ¡Vaya confianza!

—Te dije durante el desayuno que sí lo haría… —resoplé.

—¡No dijiste nada! Solo hacías señas con las manos desde la mesa de Hufflepuff —suspiró sentándose de golpe—. Hablando de eso… Te he dicho que puedes sentarte en la mesa de Slytherin. ¿Por qué aún no has venido a comer con nosotros?

—¡Ya encontré mi lugar!

—¡Pero…!

—Te esfuerzas demasiado, Sallow —dijo Serge frunciendo el ceño. Me miró de lado y preguntó—: ¿Estás en condiciones de luchar?

—Me encuentro en el mejor momento de mi vida —solté, girando el dedo meñique en mi oreja derecha.

—De todas formas, no confío en ti —suspiró, y cerró los ojos.

—El profesor Hook nos brindó una pausa técnica para esperarte… Hunt ha ido a convencerlo. —Caelius me peinó hacia atrás; sacó un broche de su pelo y este mordió mi cabello—. ¡Mucho mejor! —exclamó, y continuó—: Casi le da la victoria a Gryffindor… ¿Qué harás?

—¡Bien! Déjenmelo a mí, ¡me encargaré! —dije, llevando el puño con el pulgar extendido al pecho, y avancé por el campo de batalla.

—¿Por qué confías en ella? —le preguntó Serge a Caelius a lo lejos.

—Porque es mi amiga —respondió.

A mi izquierda; Blair, Yvon y Morgana me alentaban desde las gradas de Ravenclaw. Bear también estaba allí: de espaldas al campo, apoyada sobre la barandilla de madera. ¡Al menos podrías abuchearme, Bear!

 

Un puño rígido y de venas marcadas cayó con los nudillos hacia abajo; la mesa ratona se estremeció, y mi taza de té negro se volcó. La luz naciente de la madrugada iluminaba el techo de la habitación del desterrado.

—¿Qué culpa tiene la mesita? —dije—. ¿Y mi taza de té?

—¿Realmente vas a rendirte? —preguntó ella.

—¡Sí! —Mostré una sonrisa criminal—. ¿Por qué lo preguntas?

—¡Ese desgraciado no lo merece! —rugió.

—¿Y qué? —dije mirándola por encima de la taza.

—No puedo creerlo, Arwen… Si te rindes —dijo, abriendo la puerta—, ¡olvídate de nuestra amistad! —bramó, y la puerta se cerró con brusquedad detrás de ella. ¡Pero qué rencorosa puedes llegar a ser!

 

Lauren King llevó los dedos a sus labios, guiñó un ojo, y lanzó un beso desde el banquillo con el estandarte color escarlata. Un león dorado brillaba en el centro del escudo bordado. Mi pecho palpitó. Elevé la mirada. La bandera de la serpiente rodeaba el estadio; sus escamas verdes reflejaban los rayos del sol de la mañana. Rendirme será una buena decisión… Ella ganará su duelo, eso es toda una certeza. No podré enfrentarla en la segunda fase, ¡sería un fastidio!

—¡Hola! —dije en tono despreocupado—. Llegué. ¡Je, je!

—¿Cómo te sientes? —preguntó Hook, mirando a un lado; Joseph Vaugham esperaba en pie a su izquierda, y Hunt que se paraba detrás del profesor: saludó y se marchó.

—Bien, ¿por qué lo pregunta? —Observé a Hunt escapar del campo a hurtadillas.

—La señorita Hunt me ha notificado lo ocurrido —dijo el profesor. Hunt soltó un «¡ay!» y escapó a toda velocidad—, por eso mismo decidí hacer una excepción, y esperarte.

—¿De qué está hablando, Hook?

—Ya sabes —susurró Flora, alargando un dedo—, los días terribles por los que debe pasar toda mujer…

Hunt chilló llegando al banquillo. ¡¿Qué fue lo que ella dijo?! Giré media vuelta en el lugar, y Caelius gritó:

—No te sonrojes, ¡ni te avergüences! ¡Es natural!

—¡Perdóname! —suplicó Hunt.

—Terminemos con esto —farfullé volviéndome a Hook.

—¡Tú puedes, Arwen! —gritó Hunt tras de mí, enarbolando un enorme estandarte. Alcé la mano derecha de espaldas a ellos… Lo siento…

Flora me observaba sonriente; Hook suspiró:

—Deseo que esperarte no haya sido una pérdida de tiempo. —Elevó el brazo—. Deberías ser agradecida con Gryffindor… Han sido pacientes.




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