El Ser Mitológico (segunda edición)

6

En las afueras de la regulación mágica de la hechicería, Katie se encontraba dando vueltas totalmente desalineada.

—Discúlpanos, Agnis, no fue nuestra intención hacerte sentir así… —Katie hizo una reverencia. Después se incorporó y empezó a revolotear sus cachetes—. No, así no va a funcionar —se decía a sí misma con desesperación—. Mi familia… nuestra familia —corrigió con un tono afectuoso— puede llegar a ser tan complicada… —Katie soltó un suspiro—. Demasiado forzado —habló entre dientes.

Katie agachó la cabeza.

—Agnis, por favor —dijo como un quejido—, sé mi familia…

Con la vista hacia abajo, Katie notó que un calzado completamente oscuro se paró enfrente de ella.

—¡Qué patética eres! —le espetó una voz autoritaria familiar.

«¡Ethan!», pensó mientras en una postura rígida alzaba la vista hacia Ethan.

—¿Ethan?… Eh… ¿Qué haces acá? —indagó Katie con uno que otro tartamudeo.

—Incluso para ti no es difícil averiguarlo —Ethan se inclinó hacia Katie.

«¡Agnis!», pensó Katie aterrada mientras retrocedía un paso.

—Sabes que puedo esperarlo —le comentó Katie quitándole la mirada.

—Así es.

Ethan sagazmente se colocó enfrente de Katie, obligándola a que lo mirara fijamente.

—¿Le harás lo que le haré? —Ethan esbozó un gesto lujurioso.

Katie se achicó colocándose colorada.

—Eso depende de lo que sea… —Katie pretendió no haber visto tal gesto.

 —Voy a llenarlo de mí —le musitó Ethan con una risa rufianesca.

Katie le esbozó una mueca.

—No puedes emparentarlo sin su consentimiento —le replicó Katie con una voz tímida.

—¿Me estás poniendo a prueba?

—Por supuesto que no —le respondió Katie zafándose de la mirada imponente de Ethan—. ¿Cómo esto puede ponerse a prueba?

—Sabes cómo…

—No me refiero a eso —le reprochó Katie poniéndose aún más roja. Ethan parecía divertirse—. ¿Cómo esto te puede divertir? —inquirió Katie desahuciada.

—¿Acaso tú no lo harías?

Katie lo vio con unos ojos saltarines. Ethan carraspeó.

—No hablo de mí —le replicó Ethan—, sino de Emma.

Katie se encogió de hombros.

—Agnis no es como yo.

—Lo sé —confesó Ethan con un ardid detrás—, al igual que sé que no soy Emma.

Una multitud de seres sobrenaturales empezó a salir de la regulación mágica de la hechicería, entre ellos, estaba Agnis saliendo un poco afligido. Cuando Agnis notó a Katie esbozó una sonrisa de oreja a oreja, sintiéndose aliviado de poder estar un poco más a su lado.

—Hola, Katie —Agnis salió corriendo a saludarla, pero cuando se dio cuenta que Ethan estaba a su lado se detuvo con una expresión apocada.

—No te entrometas —le ordenó Ethan a Katie.

Agnis pudo percibir un ambiente tenso que lo estaba intimidando.

—Hola, Ethan —masculló Agnis con un ademán acobardado.

Ethan sutilmente caminaba hacia Agnis con un porte meticulosamente macabro.

—Ethan… yo no quise… —intentó explicar Agnis.

Elegantemente, Ethan se abalanzó hacia él arrinconándolo contra los muros adustos del alcázar. Agnis soltó un pequeño quejido cuando impactó con aquellos muros.

—¿Cómo te ha ido? —le preguntó Ethan con ojos inquisidores, al instante que su brazo izquierdo lo estaba sojuzgando.

—Bien… —intentó decir Agnis en un tono sumiso, como si estuviese enfrente de su depredador.

—No me importa —lo reprimió Ethan con un tono crudo.

Agnis comenzó a sentirse emocionalmente dominado.

—¿Qué tal te han tratado los seres mágicos? —lo interrogó Ethan con una voz que a duras penas Agnis podía resistirse.

—Bien…

—Me imagino que sí —expresó Ethan con desdén—. ¿Vas a presentarme al demonio? —Ethan olisqueó el aroma mágico impregnado en Agnis—. Peor aún, conque es un simple vampiro…

Por un impulso voluptuoso de haber olido el aroma mágico de Agnis, Ethan estrechó su cuerpo con el de Agnis. Este sintió el vientre musculoso de Ethan.

—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Agnis en un tono bajo con un rostro achantado.

—Te sorprenderá saber que soy un ser supranatural bien adiestrado —se jactó Ethan—. En todos los aspectos estoy entrenado —le susurró Ethan a Agnis. Este estaba perdiendo el control—. No sabía que eras un cazador de vampiros.

—No lo soy…

—Ya veo —Los ojos de Ethan estaban en llamas—, terminaste siendo todo un casanova.

—Tú eres el casanova —le reprochó Agnis mientras se derretía en el cuerpo cálido de Ethan.




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