La llegada de Krampus.

La mañana era bella, en la nieve ellos corrían,

dos amigos que vivían, de formas muy distintas.

El chico solía visitar a su amiga,

algo que a sus padres no les abriga.

Manuel y Melisa, ¡buenos amigos se decían!

Eran épocas navideñas,  ellos jugaban y reían,

pero Kate con osadía, irrumpió las buenas vibras,

la hermana de Melisa, que de esa forma se atrevía,

a llevársele a su casa, con ese amargo corazón que enfría.

Melisa furiosa, a sus padres reclamaba,

sin gracia ignoraban, a su hija alocada,

pues en épocas navideñas, ellos cambiaban,

con miedo y vergüenza, la dejaron aislada,

y montones de regalos, cada año compraban.

Melisa entendía, con el razonamiento que tenía,

Krampus fue el causante, de una cruel desdicha,

a la familia maldecía, en esta época de alegría,

pronunció el ser purgante, la sentencia predicha: 

“Harán la celebración…” comentó con frialdad,

"y la Navidad, su significado van a hallar…

obtendrán la salvación…” dijo la maldad,

“…o castidad, si ustedes osan fracasar..."

Fue por generaciones, que la familia rica,

de espíritu navideño, no tenía una pizca.

Pasaron los años, conseguiendo pistas endemás, 

alivianando con regalos, alimentos, fiestas y demás,

pero nunca encontraron el significado de la Navidad.

Había llegado el quinto día del mes,

una fuerte discusión sacudió a los tres.

Padre, madre, y con Melisa también,

por el trato a Manuel con cierto desdén.

“Es de clase baja” excusó su padre cruel,

pero algo no encaja, por el sudor en la piel.

La mandaron a un rincón, pero escapó sin querer,

con su roto corazón, ella no pudo comprender,

sus padres lloraron, a la hija y su destino fiel,

cencerros sonaron, y Krampus llegó desdel.

El alma de la niña tomó,

el espíritu ella rompió.

La familia, continuó la celebración,

aunque Melisa en coma cayó,

el mismo destino, sufriría el montón,

pese a la tragedia que les arrumbó.