El aire se volvió gélido, como si la misma aurora boreal estuviera respirando sobre ellos. Anya sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, un escalofrío que no era causado por el frío, sino por una fuerza inexplicable que la arrastraba hacia lo desconocido. Sus ojos, húmedos por las lágrimas, se fijaron en Kaelen, que la miraba con una expresión de profunda tristeza.
- "Anya..." susurró Kaelen, con la voz llena de sentimiento. "Esta es la última vez que me verás en esta forma."
Anya sintió que las palabras de Kaelen la atravesaban como un puñal. Su corazón se encogió, y una lágrima caliente le recorrió la mejilla. Se aferró a la mano de Kaelen con más fuerza, como si intentara detener el tiempo, como si quisiera aferrarse a ese momento para siempre.
- "Kaelen, no quiero que te vayas", dijo Anya, con un tono de desesperación. "Te necesito."
Kaelen la miró con una sonrisa melancólica.
- "Anya, yo también te necesito. Pero mi destino está ligado a las auroras. Es el momento de volver a mi hogar."
- "¿Y qué pasará conmigo?" preguntó Anya, con un nudo en la garganta.
Kaelen se acercó a ella y le besó la frente, con un beso suave como el toque de una pluma.
- "Tú eres libre, Anya. Eres libre de elegir tu propio camino. Puedes seguir siendo artista, inspirándote en la belleza del mundo. O puedes elegir quedarte aquí, en el norte, con el espíritu de las auroras."
Anya se sintió confundida. Kaelen le daba la opción de quedarse, pero ¿cómo podría vivir en un mundo sin él? ¿Cómo podría seguir adelante sin el amor que le había dado?
- "¿Cómo puedo elegir?" preguntó Anya, con la voz llena de angustia. "Te amo, Kaelen. No puedo vivir sin ti."
Kaelen la miró con una mirada profunda y melancólica.
- "El amor, Anya, es una fuerza poderosa. Pero también es una fuerza fugaz. A veces, el amor nos obliga a decir adiós para que podamos seguir creciendo."
Anya se sintió atrapada en un torbellino de emociones. El dolor, la confusión, el miedo y la esperanza se mezclaban en su interior, creando un torbellino que la arrastraba hacia lo desconocido.
- "Pero... ¿cómo puedo vivir sin ti?" preguntó Anya, con un tono de desesperación.
Kaelen la miró con ternura, y le acarició la mejilla con la mano.
- "Te llevaré conmigo, Anya. Te llevaré a mi mundo, al mundo de las auroras. Te convertiré en parte de la magia, en parte del espíritu del norte."
Anya sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. La idea de dejar atrás su mundo, su vida, su familia, era aterradora. Pero la idea de estar con Kaelen para siempre, de vivir con él en un mundo mágico, la llenaba de una esperanza tan grande como la aurora boreal.
- "Está bien, Kaelen", dijo Anya, con un hilo de voz. "Te seguiré."
Kaelen le sonrió con una intensidad que la conmovió hasta el fondo del alma.
- "Te amo, Anya. Y siempre te amaré."
En ese momento, las auroras boreales se intensificaron, como si el cielo mismo estuviera aplaudiendo su decisión. La luz verde llenó el cielo, bañándolos a ambos en un resplandor mágico. Y en medio de esa luz, Anya sintió que su cuerpo se desvanecía, que se fundía con la energía de las auroras.
- "¡Kaelen!" gritó Anya, con un sentimiento de terror y fascinación.
Kaelen la tomó de la mano, y la atrajo hacia él. Sus cuerpos se fusionaron, se volvieron uno solo. Las luces verdes las envolvieron, las transportaron a otro mundo.
Anya se sintió envuelta en una energía cálida, como si estuviera siendo abrazada por el espíritu del norte. Las auroras danzaban a su alrededor, creando una sinfonía de colores que la llenaba de una sensación de paz y serenidad.
En ese momento, Anya supo que había encontrado su verdadero hogar. Un hogar que estaba más allá del mundo humano.